Relato: Érase una vez en 1930

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Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: Pexels

"¿En qué piensas?", escuché que me preguntara Henry Richmond.

Levanté la mirada. El cigarrillo en su mano estaba encendido; el jazz resonaba por todo lo alto en el club. Henry me observaba con curiosidad, como si intentara ver a través de mí, cosa que curiosamente nunca ha logrado del todo por más que se esfuerce. Tratar de adivinar mis próximos pasos, como todo un prometido galante, atento... Aunque bueno, él es un amigo, y estamos junto con su esposa y otros amigos.

Pensando en el matrimonio, si he de casarme con alguien, esa persona tendría que saber de dónde vengo realmente.

Debo confesarlo: yo soy solo una viajera en el tiempo, de esas que llegan de improviso a un lugar cualquiera, como si estuviera dentro de una película de Woody Allen tipo La Rosa Púrpura de El Cairo o Medianoche en París. Que cómo he podido adaptarme al Londres del período de Entreguerras es una historia aparte, mas lo único que puedo decir al respecto es que al menos he conseguido convencer a una dulce anciana de que no estoy loca, de que no hago daño y de que me ayudara a emplearme como secretaria en las oficinas de un banquero.

Lo demás... Bueno, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que llegué a Londres desde Mérida, Yucatán? ¿Tres años? 1927 llegué aquí, con ropa de mis tiempos, toda sucia y confundida porque del español al inglés fue una transición tan rápida y brutal como lo fue el paisaje. Tan pronto caminaba sobre la calle 57, por el Hotel El Castellano para ser precisa, en dirección a verme con una amiga mía, atravesando una inesperada polvareda proveniente de la construcción contigua.

"Pienso en muchas cosas, Henry querido", me limité a contestar mientras bebía una copa de champaña. "En la vida, en el amor, en los misterios que encierra el tiempo, en el futuro..."

"¿Y de casualidad me encuentro yo en ese futuro?", bromeó Percival Blythe.

Le miré con caras destempladas. "Lo lamento, querido, pero no".

Henry rio y exclamó: "¡Touché! A propósito... Escuché lo que le sucedió al viejo Peckingham. ¡Una cosa lamentable!"

"Lo es. La Policía no ha avanzado mucho en el caso, por lo que decidió contratar a un detective".

Dejando de lado su cigarrillo, Lavinia, la esposa de Henry, me comentó: "¿Un detective privado? Supongo que será de esos careros que no hacen absolutamente nada. Eso o un Hercule Poirot".

"¡Ni Dios lo quiera! Lo que menos quisiera lidiar es con un tipo demasiado vanidoso como el que describe la señora Christie en sus libros".

"¿Cómo?, ¿aún no conoces al detective?", cuestionó Percival.

"No, pero me avisaron que iría el lunes a la oficina... Bueno, debo irme".

"Te acompaño", se ofreció.

"No te preocupes. Estaré bien... Además, siempre he querido echarme una caminata", respondí con una sonrisa mientras pagaba mi consumo.



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Contenido votado con cariño. ❤️


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I really enjoyed reading your story, it has detectives, time travel, many elements that make it attractive to the reader. Very good work.

Thanks for sharing your story.

Good day.

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