La buena apariencia siempre ha sido la carta de presentación de Sam, un exitoso empresario que en todo momento viste de traje y corbata, con un look y una sonrisa que siempre lo caracterizan. Aunque muy poco es lo que se sabe de él, nadie cuestiona sus logros, mostrando un sentido de independencia y compromiso que lo han llevado a ganarse una buena reputación. Todas las mañanas al salir de casa, se mira en el espejo con cierto orgullo y amor propio, dándose el ánimo y el apoyo necesario para las tareas del nuevo día.

Hoy, Sam ha logrado concretar varios negocios de mucha importancia, por lo cual ha decidido celebrarlo de una forma peculiar y bastante especial para él: Una botella de vino y una deliciosa comida italiana que justo ha encargado para que se la lleven a casa. Extrañamente no hay amigos ni invitados especiales, ni siquiera la presencia de una hermosa dama que acompañe a nuestro amigo. Aún así, Sam se pone su mejor traje mientras espera la llegada de su pedido. De pronto, el timbre resuena por toda la casa, y un joven e inexperto repartidor viene con la entrega.

-Por favor, ¿Me podría prestar el baño?- Fue la petición de aquel repartidor que parecía muy apenado.

Al principio, Sam pensó en negarse, pero luego accedió con algo de sospecha. Entre dudas e inseguridad se quedó cerca del baño mientras el joven estaba allí, y de pronto una especie de estallido rompió el silencio.

-¡¿Qué pasó?!- preguntó Sam un poco exaltado.

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Resulta que aquel joven de manera inexplicable rompió el espejo del baño. Al principio quiso explicar lo sucedido, pero Sam estaba tan enfurecido que ni siquiera quiso escucharlo. Con semejante molestia Sam no solo corrió al joven, sino que llamó a la sucursal de entregas exigiendo el despido de aquel inexperto repartidor por el daño causado. Después de algunos minutos, la empresa le aseguró que el joven nunca más haría ese trabajo. Lo que iniciaba como una noche de celebración se convirtió en un momento estresante para Sam, quien finalmente se fue a dormir con una gran incomodidad.

A la mañana siguiente la misma rutina, Sam intentando olvidar lo sucedido y preparándose para irse a trabajar. ¡Rayos! El espejo del baño ya no está, y no hay otro en donde Sam se pueda mirar. Con esto, la molestia renació, y por su obsesión con lucir y verse bien prefirió salir a comprar un espejo nuevo, algo que le impulsó a tomarse la mañana libre para dicha diligencia. Solo le bastó caminar un par de cuadras para llegar a una especie de quincalla, lugar donde una señora mayor lo atendería con mucha educación.

-Digame, Joven apuesto. ¿Qué desea comprar?- y mientras la señora preguntaba ya Sam señalaba un espejo grande, a cuerpo completo, que se encontraba en un rincón del lugar.

-¿Cuánto vale ese espejo?-

-A decir verdad, ya ese espejo no lo vendo- respondió la vendedora.

-¿Por qué?- Insistió Sam.

-Porque muchos lo terminan devolviendo, abogando que parece tener un desperfecto-

Aún así, Sam no dejó de insistir, logrando que la señora se lo vendiera. Ya estando en casa, Sam se dió cuenta que era un espejo muy grande, por lo cual tuvo que colocarlo en la parte central de la sala. Allí sería un lugar oportuno y estratégico para poder arreglarse antes de salir de casa. Ya con todo listo, Sam decidió echarle un último vistazo a su nueva adquisición, encontrando en uno de los bordes una nota que decía: "No es lo que ves, sino lo que eres". Aquello causó un poco de curiosidad en Sam, curiosidad que luego se disiparía ante su falta de interés.

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La llegada de un nuevo día augura un trámite exitoso para Sam, quien se ha puesto su mejor traje para impresionar. De lente y calzado se ha sabido combinar, y justo para dar el visto bueno se ha parado frente al espejo recién comprado. ¡ESPERA! ¡¿Qué está ocurriendo?! Fue la reacción de Sam al ver que el espejo no reflejaba la parte de sus pies.

-Debe ser el desperfecto que mencionó la vendedora-

Y así Sam, sin tiempo para reclamar o devolver el espejo decidió irse a trabajar. Inexplicablemente ese día el carro no quiso encender, algo que jamás le había pasado a Sam. ¡NOO! ¡NO PUEDE SER! Acaso aquel espejo roto me ha traído mala suerte. Y con tal queja no tuvo más remedio que irse al trabajo caminando. Al principio lo hizo con cierta impotencia, pero en cada paso Sam parecía drenar sus emociones. Hace mucho tiempo que no iba al trabajo caminando, y ya había olvidado esos días en los que el trayecto de su casa a la empresa eran un agradable paseo. El ver y saludar a sus vecinos era algo que Sam ya no hacía, respirar el aire fresco de aquella plaza era un sueño truncado por la rutina y el estrés laboral.

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Ya en su lugar de trabajo, Sam no dejaba de pensar en todos esos momentos que en sus recuerdos parecía haber olvidado. Incluso hasta se le veía sonreír de forma diferente, tal como aquel joven que empezaba a crecer y creer en sus sueños. Al final del día, Sam no entendía lo sucedido pero si agradeció el desperfecto de su carro. Ya entrando a su casa recordó lo del espejo, y ante una inesperada situación Sam se quedó pasmado.

Y es que ahora el espejo si reflejaba perfectamente sus pies, pero su rostro era una especie de mancha borrosa que no se podía reconocer. Ante esto, Sam sucumbió ante el miedo, pero con el paso de los minutos empezó a reflexionar sobre el significado de aquella realidad. Nuestro joven empresario comprendió que la buena apariencia nace desde adentro, desde nuestros sentimientos, y que el mejor espejo es el reflejo de nuestra alma. Sam era un joven muy exitoso, pero solitario, sin amigos, y sin ese cariño familiar que tanto necesitamos para vivir. Detrás de una sonrisa se puede esconder un lugar árido y vacío, un espejismo que aunque otros puedan ver con buenos ojos, en el fondo esconde un corazón vacío.

Sam comprendió lo que debía hacer, y para eso organizó una reunión en casa. Invitó a muchos familiares, vecinos y compañeros de trabajo, y hasta decidió abrir su corazón con esa amiga que por tanto tiempo había estado esperando por su atención. Aquello fue un momento muy especial, y extrañamente Sam andaba más casual de lo acostumbrado. Aún así, al pasar frente a su espejo se miró como nunca antes lo había hecho, y ahora es un hombre que brilla con la luz de sus sentimientos. Al mirarse detenidamente, vió un pequeño punto gris cerca de su corazón. ¿Será otra señal? Inmediatamente Sam se acordó de aquel joven repartidor inexperto. Motivado por eso, Sam movió tierra y mar para poderlo encontrar, y hoy no solo son amigos sino que aquel inexperto repartidor se convirtió en su asistente personal.

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Hasta pronto.

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ENGLISH VERSION

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Good looks have always been Sam's calling card, a successful businessman who at all times wears a suit and tie, with a look and smile that always characterizes him. Although very little is known about him, no one questions his accomplishments, showing a sense of independence and commitment that has earned him a good reputation. Every morning when he leaves the house, he looks at himself in the mirror with a certain pride and self-esteem, giving himself the encouragement and support he needs for the tasks of the new day.

Today, Sam has managed to close several very important deals, so he has decided to celebrate in a peculiar and quite special way for him: A bottle of wine and a delicious Italian meal that he has just ordered to be taken home. Strangely there are no friends or special guests, not even the presence of a beautiful lady to accompany our friend. Still, Sam puts on his best suit as he waits for his order to arrive. Suddenly, the doorbell rings throughout the house, and a young, inexperienced delivery man comes with the delivery.

-Please, may I borrow the bathroom?" was the request from the very apologetic looking delivery man.

At first, Sam thought about refusing, but then agreed with some suspicion. Between doubts and insecurity he stayed near the bathroom while the young man was there, and suddenly a kind of outburst broke the silence.

-What happened?" asked Sam a little excited.

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It turns out that the young man inexplicably broke the bathroom mirror. At first he wanted to explain what happened, but Sam was so enraged that he didn't even want to listen to him. With such annoyance Sam not only ran the young man off, but called the delivery branch demanding the inexperienced delivery man be fired for the damage he had caused. After a few minutes, the company assured him that the young man would never do that job again. What started out as a night of celebration turned into a stressful moment for Sam, who finally went to sleep in great discomfort.

The next morning it was the same routine, Sam trying to forget what had happened and getting ready to go to work. Damn! The bathroom mirror is gone, and there is no other one for Sam to look in. With this, the annoyance was reborn, and because of his obsession with looking good he preferred to go out and buy a new mirror, something that prompted him to take the morning off for such an errand. He only had to walk a couple of blocks to get to a kind of quincalla, a place where an elderly lady would attend him very politely.

-Tell me, handsome young man, what would you like to buy?" and as the lady asked Sam pointed to a large, full-length mirror in the corner of the room.

-How much is that mirror worth?

-To tell the truth, I don't sell that mirror anymore," answered the saleswoman.

-Why?" Sam insisted.

-Because many end up returning it, claiming that it seems to have a flaw.

Even so, Sam did not stop insisting, getting the lady to sell it to him. Once at home, Sam realized that it was a very large mirror, so he had to place it in the central part of the living room. It would be an opportune and strategic place to get ready before leaving the house. With everything ready, Sam decided to take a last look at his new acquisition, finding on one of the edges a note that read: "It's not what you see, it's who you are. " That caused a bit of curiosity in Sam, curiosity that would later dissipate in the face of his lack of interest.

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The arrival of a new day bodes well for Sam, who has put on his best suit to impress. Lens and shoes matched, and just in time to give the go-ahead he stood in front of the newly purchased mirror. WAIT! What's going on?! That was Sam's reaction when he saw that the mirror didn't reflect the part of his feet.

-It must be the flaw the saleswoman mentioned!

And so Sam, with no time to complain or return the mirror, decided to go to work. Inexplicably, that day the car wouldn't start, something that had never happened to Sam before. NOO! IT CAN'T BE! Maybe that broken mirror has brought me bad luck. And with such a complaint he had no choice but to walk to work. At first he did it with some helplessness, but with every step Sam seemed to drain his emotions. It had been a long time since he had walked to work, and he had already forgotten those days when the walk from his home to the company was a pleasant stroll. Seeing and greeting his neighbors was something Sam no longer did, breathing the fresh air of that square was a dream cut short by routine and work stress.

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Back at his workplace, Sam could not stop thinking about all those moments that he seemed to have forgotten in his memories. He even smiled differently, just like that young man who was beginning to grow up and believe in his dreams. At the end of the day, Sam did not understand what had happened, but he was grateful for the damage to his car. As he entered his house he remembered about the mirror, and before an unexpected situation Sam was stunned.

And now the mirror did reflect his feet perfectly, but his face was a kind of blurred spot that could not be recognized. Sam succumbed to fear, but as the minutes passed, he began to reflect on the meaning of that reality. Our young businessman understood that good looks come from within, from our feelings, and that the best mirror is the reflection of our soul. Sam was a very successful young man, but lonely, without friends, and without that family affection that we need so much to live. Behind a smile can hide an arid and empty place, a mirage that although others may see with good eyes, deep down hides an empty heart.

Sam understood what she had to do, and so she organized a gathering at home. He invited many family members, neighbors and co-workers, and even decided to open his heart to that friend who had been waiting for his attention for so long. It was a very special moment, and Sam was strangely more casual than usual. Still, as he passed in front of his mirror he looked at himself as he had never looked before, and now he is a man glowing with the light of his feelings. As he looked closely at himself, he saw a small gray dot near his heart. Could it be another sign? Immediately Sam remembered that inexperienced young delivery boy. Motivated by that, Sam moved land and sea in order to find him, and today they are not only friends but that inexperienced delivery boy became his personal assistant.

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See you soon.