¿Puedes pensar en un mejor sonido que el que hizo tu voz cuando naciste? Nada iguala tal perfección; si acaso se le acerca ese rayo de sol que se coló por la ventana de hospital e hizo juego con tu mirada. Se ve que hace nada te llevé en mi vientre, pero ahí estás, más grande que yo.

Mi mente vuela, corazón, y te observo, y te admiro. "Eres todo lo que está bien".

Ahora no eres más una niña, creciste y lo hiciste hermoso. Tienes al mundo atrapado en tu iris café, no lo dejas libre porque lo escrutas con celo, y sé, que hasta que no te permita ver lo que tiene para ti no lo dejarás en libertad.

Tus pies son tan firmes y bien enrumbados, con la determinación que le hace falta a este siglo, y que tú trajiste por cuenta propia, porque decir que lo sacaste de mí, tanto no me lo creo.

Natalia, grande y triunfante. Mi chica que es hoy mujer, y me gusta asimilarlo porque encierras en ti todo lo bueno, puro y honesto de la vida. Mis ojos ya con surcos naturales, dejan filtrar lágrimas de satisfacción de mirarte hoy y extendida al mañana.

¿Sabes que serás, mi Naty? Pues serás lo que quieras ser, y más allá que un cliché, ha sido nuestro mantra desde que nos conocemos. Eres fuente de sapiencia, de generosidad, de brillantez. Y yo, pues te miro avanzar, esperando que en tanto que vas logrando tus cometidos, no descartes que la felicidad te complemente en cada paso que das.

Mi vida, mujer preciosa, libre pensadora, artista de ensueños, alba de mis días: ¡Eres admirable! Y lo serás hasta tu ocaso, porque naciste para una labor muy especial en este mundo convulso.