El corredor || The runner #Chronos
Aparte del ejercicio literario que significa para mí recrear estas historias en el estilo de la crónica literaria, de amplia popularidad en América Latina y que se ha convertido en nuestra forma narrativa más característica, escribir #chronos para mí se ha convertido en un ejercicio de memoria impresionante. Cada día son más y más los recuerdos que van aflorando y que quieren ocupar su espacio en estos escritos.
Quisiera uno narrar todas esas historias que vienen a la mente y que siempre tienen alguna gracia (porque si sabemos apreciar la vida, veremos que todo episodio tiene un gran valor y es parte de la narración completa de nuestra vida). Pero tendría que pasarme el día entero escribiendo y por lo tanto, seguramente dejaría de vivir el hoy, para contar el ayer.
Así que solo saldrán a flote las historias que se sepan imponer y que encuentren sus propias palabras para ser narradas. Como esta de hoy, que me permite evocar a la familia Martínez, que fueron como mi propia familia durante muchísimos años y por quienes guardo los más hermosos recuerdos.
Apart from the literary exercise that means for me to recreate these stories in the style of the literary chronicle, widely popular in Latin America and which has become our most characteristic narrative form, writing #chronos for me has become an impressive exercise in memory. Every day there are more and more remembrances that are surfacing and that want to occupy their space in these writings.
I would like to narrate all those stories that come to mind and that always have some grace (because if we know how to appreciate life, we will see that every episode has great value and is part of the complete narration of our life). But I would have to spend the whole day writing and therefore, I would surely stop living today, to tell the yesterday.
So only the stories that know how to impose themselves and that find their own words to be narrated will come to light. Like this one today, which allows me to evoke the Martinez family, who were like my own family for many years and for whom I keep the most beautiful memories.
English version below!
De muchacho tuve varios trabajos en los cuales era necesario ser muy bueno al volante, pues tenían relación con seguridad y protección. El dominio al manejar era una parte fundamental, aunque no se requiriera demostrar esa destreza a diario. Varios años en esa faena me brindaron una seguridad considerable conduciendo vehículos, aunque debo reconocer que yo era bastante prudente a la hora de poner en marcha el automóvil.
La vida me abrió las puertas del mundo musical y por allí me enrumbé, pues esa era mi verdadera pasión y vocación. El proyecto en el cual inicié esa mi carrera musical, que fue el grupo Los Cañoneros, se convirtió en un éxito rotundo y repentino, que nos llevó a un nivel de compromisos que nunca hubiéramos imaginado.
Por esa misma razón, nunca tomábamos vacaciones, pues lo más común era que tuvieras que interrumpirlas, sin importar donde estuvieras, pues “el compromiso es lo primero”. Fueron muchos los intentos de descanso que se vieron interrumpidos por un show que surgió a última hora.
Aún a sabiendas de eso, quien era mi novia, me invitó a pasar unos días en su casa de playa, en el estado Falcón, en un pueblo maravillosos llamado El Supí, en la hermosa península de Paraguaná.
Salimos en la tarde de Caracas y tomamos la carretera que va de Puerto Cabello a Coro, luego de oscurecer. Una increíble vía que ofrece un espectáculo hermoso en el día, pero en las noches allí había que tener mucho cuidado, pues la vía se llenaba de cangrejos que podían hacer reventar los neumáticos. Así que lentamente pasamos frente a Tucacas y todo el Parque Nacional Morrocoy, hasta llegar a la Vela de Coro, donde está nuestro desierto, los Médanos de Coro y de allí tomar la vía a Adícora, que queda un poco antes de nuestro destino.
Llegamos en la noche y fuimos recibidos con el cariño que siempre lo hacía la familia de ella, que era como mi familia. También había otras personas, a quienes conocí ese día. Entre ellos estaba “el corredor”. No digo su nombre, pues no lo recuerdo. Lo que no podré olvidar nunca es que aquella noche empezó a hablar de cuanto le gustaba la velocidad, de los autos que más le gustaban, que su anhelo era ser corredor… y así de manera indefinida, hasta la hora de dormir,
Al día siguiente, la historia con él no fue muy distinta. Mencionó todas las pistas de carreras, todas las marcas de autos deportivos y los modelos.
A pesar de que había más gente y muchos temas de conversación, “el corredor” me perseguía, como si se tratara de un castigo.
Como solía suceder en esos tiempos con mis asuntos de trabajo, llegó una llamada para avisar que teníamos un show para la noche siguiente. No quedaba otra alternativa que aprovechar lo que quedaba de ese día playero y al amanecer del día siguiente, volver a Caracas.
Durante la cena, mi suegra me explica que “el corredor” tenía que venir a Caracas y me consulta la posibilidad de que se viniera con nosotros. A pesar de que eso significaba seguir escuchando su palabrerío sobre el amor a la velocidad, accedí.
A la mañana siguiente, temprano, nos alistamos mi novia y yo, cargamos las cosas en el carro, el cual era un Monza alquilado, que me lo habían entregado con 0 kilómetros. Ella y yo ocupamos los puestos delanteros y nuestro amigo se dispuso cómodamente en el centro del asiento trasero.
Esa vía me era extremadamente familiar, pues era una ruta que yo cubría con frecuencia. Tomando en consideración que mientras más temprano llegara a Caracas, más tiempo iba a tener para prepararme para el show, a sabiendas de que mi compañera confiaba plenamente en mis habilidades conduciendo y para aprovechar la potencia de un vehículo recién estrenado, decidí desplegar mis habilidades como chofer y aceleré.
Apenas partimos, pude ver que nuestro amigo amante de la velocidad, ya no se encontraba en el medio del asiento trasero. No le di importancia y entre la música de la radio y la conversación con mi chica, el tiempo iba volando. El velocímetro marcaba 160 kilómetros por hora, lo cual en nuestro país, por las características de las carreteras en aquellos tiempos, era mucho más rápido de lo que solía conducir cualquier persona. Pero el aire acondicionado, junto a la música y la plática, lo hacía imperceptible.
Después de medio centenar de kilómetros, me llamó la atención el sorpresivo silencio de nuestro pasajero.
Al mirar a mi copiloto, ella me hace señas, con picardía en su rostro, de que voltee hacia atrás. Al voltear mi mirada, casi suelto una carcajada, al ver a “el corredor”, pegado de la puerta, tomado con las dos manos del asidero del techo, con la mirada clavada en la vía y aquella expresión de terror que pone uno al momento de tomar la bajada más pronunciada de una montaña rusa.
Recordé todas sus palabras acerca de su pasión por la velocidad y sus deseos de convertirse en corredor, mientras en el carro solo se escuchaban sus gritos contenidos, cuando tomaba alguna curva cerrada o al momento de adelantar a otro vehículo. Ningún otro sonido salió de su boca durante todo el recorrido de cerca de 500 km, que separan a El Supí de nuestra capital.
Cuando lo dejé frente a su casa, ya en la ciudad, solo atinó a darme las gracias y a decir: ¡Usted sí que corre!
Esa noche tuve una anécdota graciosa para deleitarnos con mi grupo, durante nuestro descanso en el show.
Y nunca supe si “el corredor” llegó a concretar su sueño o si cambió de parecer después de aquella travesía nuestra.
Imagen generada por IA en Canva.com || AI generated image, by Canva.com
English version
When I was a young man, I had several jobs in which it was necessary to be very good at driving, because they were related to safety and security. Driving proficiency was a fundamental part of the job, even though it was not required to demonstrate that skill on a daily basis. Several years in that job gave me considerable security driving vehicles, although I must admit that I was quite cautious when it came to starting the car.
Life opened the doors of the musical world for me and that was my true passion and vocation. The project in which I started my musical career, which was the group Los Cañoneros, became a resounding and sudden success, which took us to a level of commitments that we could never have imagined.
For that same reason, we never took vacations, because the most common thing was that you had to interrupt them, no matter where you were, because "the commitment comes first". There were many attempts to rest that were interrupted by a show that came up at the last minute.
Even knowing that, my girlfriend invited me to spend a few days at her beach house, in Falcón state, in a wonderful town called El Supí, in the beautiful Paraguaná peninsula.
We left Caracas in the afternoon and took the road from Puerto Cabello to Coro, after dark. An incredible road that offers a beautiful spectacle in the daytime, but at night there we had to be very careful, because the road could be full of crabs that could make the tires burst. So we slowly passed in front of Tucacas and all the Morrocoy National Park, until we reached the Vela de Coro, where our desert is, the Medanos de Coro and from there we took the road to Adicora, which is a little before our destination.
We arrived at night and were received with the affection that always made her family, which was like my family. There were also other people, whom I met that day. Among them was "the runner". I won't say his name, because I don't remember it. What I will never forget is that that night he started talking about how much he liked speed, about the cars he liked the most, that his dream was to be a racer... and so on and so on, until bedtime.
The next day, the story with him was not much different. He mentioned all the race tracks, all the sports car brands and models.
Despite the fact that there were more people and many topics of conversation, "the racer" was chasing me, as if it were a punishment.
As it used to happen in those times with my work issues, a call came to let me know that we had a show for the following night. There was no other alternative but to take advantage of what was left of that beach day and at dawn the next day, return to Caracas.
During dinner, my mother-in-law explained to me that "the runner" had to come to Caracas and asked me about the possibility of him coming with us. Even though it meant to continue listening to her talk about the love of speed, I agreed.
Early the next morning, my girlfriend and I got ready, loaded the stuff in the car, which was a rented Monza, which had been delivered to me with 0 kilometers. She and I occupied the front seats and our friend was comfortably arranged in the center of the back seat.
That road was extremely familiar to me, as it was a route I covered frequently. Taking into consideration that the earlier I arrived in Caracas, the more time I would have to prepare for the show, knowing that my partner had full confidence in my driving skills and to take advantage of the power of a brand-new vehicle, I decided to deploy my chauffeuring skills and accelerated.
As soon as we set off, I could see that our speed-loving friend was no longer in the middle of the back seat. I didn't think anything of it, and between the music on the radio and the conversation with my girl, time was flying by. The speedometer was reading 160 kilometers per hour, which in our country, due to the characteristics of the roads in those days, was much faster than what anyone used to drive. But the air conditioning, together with the music and the conversation, made it imperceptible.
After half a hundred kilometers, I was struck by the surprising silence of our passenger.
As I glanced at my co-pilot, she signaled me, with mischief on her face, to turn back. As I turned around, I almost burst out laughing, seeing "the runner", glued to the door, holding onto the roof handle with both hands, staring at the track with that terrified expression one gets when taking the steepest drop of a roller coaster.
I remembered all his words about his passion for speed and his desire to become a racer, while in the car I could only hear him contain screams, when I took a sharp curve or when overtaking another vehicle. No other sound came out of his mouth during the entire trip of about 500 km, which separates El Supi from our capital.
When I left him in front of his house, already in the city, he only thanked me and said: "You really run!
That night I had a funny anecdote to delight us with my group, during our break in the show.
And I never knew if "the runner" came to realize his dream or if he changed his mind after that journey of ours.
Este texto pertenece a mi serie #Chronos. Puedes leer más sobre la misma en Mis crónicas literarias. Si es de tu agrado este estilo y quieres sumarte a la creación de crónicas literarias, te invito a usar la etiqueta #chronos para la misma.
This writing is part of my series #Chronos. You can read more about it on My literary chronicles. If you like this style and want to join the creation of literary chronicles, I invite you to use the hashtag #chronos for it.
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😂
No creo que haya cumplido su sueño ;)
Jajaja, yo creo que ese día eso dejó de ser un sueño para él... 😭
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