Una terrícola en Titán - Capítulo diecisiete
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Imagen editada con Canva. Fuente de la imagen: Pexels
Al amanecer del día siguiente, Aghar me entregó una misiva acompañada de un pequeño cofre. La mirada seria de la doncella me indicaba que debía prepararme para su contenido, por lo que tragué en seco.
Reconociendo el escudo del archiduque, abrí la misiva, la cual rezaba lo siguiente:
Mi querida Güzelay:
Es con mucho pesar que debo comunicarte que los duques de G y su familia decidieron no acudir a la cacería imperial mañana. Intenté convencer a Héctor de que su presencia en la cacería sería una mejor decisión, pues de ese modo estaría mandando el mensaje de que, aunque el emperador haya retirado a Homerios, la familia quería mantener una buena relación con el emperador.
Ese también es el consejo que la Gran Concubina estaba ofreciéndole a la duquesa justo en este momento, mientras escribo estas líneas. El no asistir podría dar señal de que Ecclesía y los Padernelis habían triunfado. Pero ya sabes cómo es la tía de Héctor: una mujer orgullosa hasta los huesos.
Mi querida amiga, si en algún momento tomas la decisión de proceder con el plan de marcharte del campamento saturnino o si te dejan a tu suerte ante la inclemencia de la selva, debes prepararte para cualquier peligro. Mi esposo te envía un cofre, dentro del cual hay una armadura portátil y una daga. Úsalas con sabiduría y en caso de necesidad, que sospecho será mucho más de lo que pudiera imaginar.
Cuídate, ante todo, de cualquier movimiento sospechoso de tu familia política; una sirvienta que espía para la duquesa le contó que Niloctetes está sopesando qué hacer contigo al ver que no les has procurado el tan ansiado heredero, pues el conde de O decidió echarse para atrás en su acuerdo de compraventa, a efectuarse después del retorno de tu marido…
Mis manos empezaron a temblar. La duquesa había decidido mostrar cobardía, una suerte de sumisión ante el poderío de los Padernelis. Un error grave ante los ojos de la Gran Concubina, quien sabía que su ausencia en la cacería imperial era una admisión de derrota.
Dejé a un lado la nota. Miré a Aghar en busca de una suerte de consejo y ayuda; ésta, comprendiendo quizás mi predicamento, me dijo: “Piensa con cuidado, Güzelay. Piensa qué vas a hacer ahora mismo. Si vas a Titán, te enfrentas a tres posibilidades: ser asesinada, ser abandonada a tu suerte o marcharte por tu propio pie en Titán, arriesgando tu vida”.
“¿Qué hay del convento de las Nornas? El príncipe me dice que ellas me protegerían”
“Si se te hubiera ocurrido hacerlo anoche, quizás habrías llegado allá esta mañana y de ahí te marchabas a tu planeta. Pero hoy son los preparativos; todo estará muy vigilado, por lo que las posibilidades de pasar desapercibida son mínimas”.
“¡Mierda! ¡Malditos sean los Borg y los Padernelis! ¿Qué consejo me darías tú?”
Aghar suspiró por un momento. Mirándome con seriedad, me respondió con franqueza: “Viste la armadura que te envió el archiduque y porta la daga. Prepárate mentalmente para cualquier cosa. Si decides aún escaparte del campamento saturnino, hazlo con provisiones y con un mapa. Muchos de los sirvientes podrían ayudarte en este caso. Pero recuerda que, una vez acabadas las provisiones, tendrás que sobrevivir contra viento y marea hasta encontrar a nativos dispuestos a ayudarte”.
Desvié la mirada. El viaje por Titán lo habíamos planeado Gülbahar y yo con mucho celo y cuidado. Hasta Atticus nos ayudó a investigar un poco más sobre las criaturas que vivían en esa luna, algunas de las cuales se creían extintas en la Tierra.
Tomando un papel y una pluma, empecé a escribir las siguientes líneas:
Mi querida Gülbahar:
He recibido tu carta. ¡Cuánto lamento que la tía de Héctor decidiera demostrar cobardía en lugar de resistencia! Ella, acérrima enemiga de Ecclesía, debería demostrarle a esa perra que un simple movimiento no será suficiente para debilitarla. Ese era el mejor movimiento que pudo haber hecho en lugar de no asistir a la cacería.
Agradezco infinitamente a Héctor por su regalo, pues he de ponérmelos para el largo viaje que iniciaré una vez que llegue a Titán.
Así es, mi amiga: he decidido que Titán será mi mejor oportunidad, y con mayor razón dado que podría morir asesinada a la primera a manos de cualquier sirviente de los Borg o de esa maldita de Ecclesía y su familia. Lamento que tú no puedas estar conmigo; tú, Héctor, Atticus, la duquesa… Ustedes fueron buenos amigos y aliados, y nunca olvidaré las veces que me han tratado con amabilidad. A ti, mi querida Gülbahar, agradezco especialmente tu amistad y tu compañerismo en estos años de soledad matrimonial, dándome ánimos para tolerar la indiferencia de esos hijos de puta de los Borg.
Si alguna vez Héctor decide que ya es momento de dejarte ir, dile que te deje en el Convento de las Nornas; ellas te ayudarán a salir del imperio. Y si yo alguna vez escapo de Titán, te prometo que buscaré el modo de llegar hasta allá, a los últimos anillos de Saturno, para reencontrarnos, si es que no te has marchado aún del imperio.
No puedo decirte adiós. No quiero decirlo. Prefiero decirte: Hasta que nos volvamos a ver.
Con cariño y afecto,
Güzelay.
Unas lágrimas cayeron en la hoja. Lágrimas de tristeza y rabia. Lágrimas de dolor, de odio contenido. Lágrima de resolución, de resignación, de determinación.
Titán será mi catapulta; ahí encontraré aliados, encontraré el modo de largarme de este maldito imperio de mierda. Ahí encontraré mi libertad. Recuperaré mi nombre, mi esencia, mi verdadero yo.
¿Los Borg quieren deshacerse de mí? Les daré el puto gusto, no sin antes decirles un par de cosas, no sin antes proveer información a sus enemigos para que ellos se diviertan a su costa. Me marcharé del campamento, aceptando la muerte como una posibilidad en medio de la tormenta; me ahorraré la sonrisa burlona de esa maldita infeliz de Ecclesía, la indiferencia de Adelbarae y la condescendencia de su familia. Que se jodan sin su heredero y que se metan en líos con el emperador si esa infeliz de Ecclesía queda embarazada de Adelbarae.
Que se pudra el jodido imperio saturnino. Que se jodan los Padernelis y sus aliados. Que ese imperio caiga bajo su propio peso y que sus cabezas rueden.
Que se queme todo.
Nota de la autora: Los primeros capítulos también puedes encontrarlos en Wattpad.