Relato: En el paradero

Estaba por el lado poniente de la ciudad, cerca de lo que es la Avenida Jacinto Canek, una de las arterias más importantes de la ciudad de Mérida, casi cruzando a los comienzos de Ciudad Caucel cruzando el Periférico. La calle parecía una sinfonía de banquetas altas y bajas, entre polvo y concreto. Era una calle nueva en un fraccionamiento cualquiera.

Me encontraba en el punto medio de esa calle, buscando un vehículo que me regresara a casa. Primero pregunté por un taxi en el sitio ubicad a las afueras de un hospital del Seguro Social; debajo de un árbol frondoso vi a un muchacho que estaba detrás de una mesa alta, una suerte de recepcionista por lo que pude deducir. Los taxis estaban estacionados, pero no encontré a ningún conductor. El joven recepcionista me dijo que ahora mismo iría a buscar a uno de los socios, pues se habían ido a comer.

Mientras esperaba, caminé hacia el otro lado de la calle. Sabía que por la avenida pasaban los camiones para el centro. A las orillas de la carretera se encontraba un grupo de personas esperando el vehículo; todos se dirigían hacia el centro.

Justo en el momento en que asomaba la cabeza, vi que el camión pasó, pero no dobló. Siguió su camino. Creo que era una ruta del Periférico, recién abierta al público.

La señora que estaba a mi lado me comentó que por la avenida pasaban más rápido los minivanes azules pertenecientes a las rutas del Va y Ven. De hecho, vi uno pasar junto a nosotros, con sus vibrantes colores azul y verde, pero tan pequeño de tamaño que apenas entraban cinco personas. Luego pasó el Ferro-Va y Ven, una suerte de metro o ferrocarril, con la extraña función de empujar unos carromatos que transportaban a grupos familiares.

Con un suspiro cerré los ojos, tratando de armarme de paciencia y rogándole a Dios que me diera paciencia. Cuando abrí los ojos, descubrí que estaba en mi hamaca, con el ventilador trabajando y el sol empezando a aclarar los cielos.

Miré el reloj de mi teléfono. Eran las 5:42 de la mañana.

Había sido un sueño. El segundo de una sola noche. Los recuerdos son difusos respecto al primer sueño; solo podía recordar que estaba saliendo de un edificio, creo que una escuela. Quizás algún día lo recuerde bien, si es que lo llego a soñar otra vez. Por ahora he de levantarme para ir al baño y dormitar un poco más antes de empezar un nuevo día.

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Fuente de la imagen: Pexels



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