Poema: Reflexiones y arrepentimientos

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Cuando quieres romper todo,
quieres destrozar
la casa completa,
desde los platos
hasta la computadora.

Sientes el pecho arder,
hundirse en plena
frustración y desesperación,
como si lo que planearas
no siempre sale.

Pero en tu interior sabes
que no puedes romper,
que no te puedes dejar
llevar por la frustración
sin consecuencia alguna.

Por eso a veces rezas,
a veces le cuentas a Dios
todo lo que te sucede
en el corazón y en el alma
sabiendo que Él escucha.

Rezas y platicas con Dios
en tu propia casa,
con esa angustia que hace años
no experimentas y que sabes
que debes desahogarte.

Le dices de todo,
disculpándote con Él
a cada momento por cada
grosería que de repente
sale de tu boca frustrada.

Ironía tuya es que no son
reclamaciones lo que cuentas,
sino tus penas, tu frustración,
tus ganas de golpear
a aquellos que te hacen sentir así.

La angustia de regresar a ese
espacio tóxico del cual quieres
salir y nunca más regresar,
de regresar a ese escenario
lleno de conflictos amargos.

Te preguntas por qué no te fuiste
cuando pudiste, cuando debiste,
y la respuesta es la misma:
siempre hay alguien que
te necesita.

Y ese alguien no cuenta con
nadie más que contigo, porque con
sus propios vástagos no cuenta
ni para ir al mercado a comprar
la comida de la semana.

Pero sabes que tu tiempo ahí
ya terminó; lo sabes tan bien
que estás ahora buscando
los fondos para marcharte
y enfrentarte a la vida,
aunque sea de forma tardía.

Quieres poner un negocio,
quieres arriesgarte a
solicitar un préstamo
para invertir y trabajar
ese dinero.

Quieres, pero no puedes
porque siempre ese dinero
se destina a otra cosa;
porque sabes que con la
poca experiencia que tienes
no te será fácil conseguir
un empleo que pague lo justo.

Lo que te queda ahora es
continuar luchando por ti,
por tu salud emocional,
mental y física
para continuar caminando
por esta vida.

Y sabes que saldrás triunfante
de esta etapa oscura,
que volverás a recuperar
el sueño y la tranquilidad
que necesitas para poder
continuar el camino.

Tienes fe en Dios en que así
será, y tienes fe en tu propio
talento para poder seguir adelante,
así que te animas a seguir luchando
hasta que salga lo que anhelas.