Salimos a disfrutar de la noche.
Nada mejor que sentarse en una terraza y beber algo frio y refrescante.
La copa llega a la mesa rebosando frescor.

Charlando alegremente, en la mejor compañía que se pueda tener, mi mano con voluntad propia acaricia la cámara que esta posada en la mesa, sin darme cuenta siquiera ya está en funcionamiento y entre risas, música de fondo y charla las capturas pasan solas.

No soy capaz de tocarla, sé que cuando lo haga esas gotas se convertirán en microrios y desaparecerá la belleza.
El verde rompe la armonía.
Verde lima, verde vida.

Las personas que tengo a mi alrededor me miran extrañadas, no los míos que me conocen muy bien, me comprenden y saben que la cámara forma parte de mí.

Aquí esta otro combinado este de color naranja.
Esta copa no dio tanto juego con el macro, el color absorbía la brillantez de las gotas.
También hacia compañía a mi copa para que no se sintiera sola.

Tres personas adultas pasando la noche charlando y riendo.
Donde la armonía susurraba una nana.
Digo susurraba porque se la sentía ya que estamos en plenas fiestas y el bullicio de la calle con los altavoces gritando la última canción de moda no dejaba oír nada.
Pero como seres humanos sabemos de sobra cuando estas a gusto.
Cuando el tiempo se detiene y disfrutas.