Se sentía agotado después de trabajar todo el día. Buscar aquí, arreglar allá. Todo debía estar perfecto para esta noche, pues sería su única oportunidad.

Tenía solamente unos minutos para poder llevar a cabo su plan de devolver a la vida a su amada. La amaba tanto que daría todo por tenerla entre sus brazos y que respondiera a sus besos una vez más.

Recuerda con melancolía mientras está cavando la tierra del cementerio antiguo de la ciudad.

Esa noche de luna llena, hace ya 10 años, ella estaba preciosa con su vestido blanco que hacía juego con su oscuro cabello y su palida piel. Parecía una muñeca de porcelana.

Subieron al carruaje, después que salieron de la capilla del pueblo. Fue una boda preciosa y los asistentes esperaban que los novios salieran para hacer la acostumbrada lluvia de arroz.

Ella estaba tan feliz. Sus ojos brillaban mientras hablaba con él sobre sus planes futuros y se sonrojaba llamándole esposo. Se dirigían a su nuevo hogar donde establecerían su familia.

El cochero se sorprendió de encontrarse con una manada de siervos, para evitarlos hizo una maniobra que salió mal. El esposo terminó a un lado del sendero viendo como el carruaje daba vueltas colina abajo con su esposa adentro.

La jóven mujer quedó viva, pero en un estado vegetal. Era como haber perdido a su esposa el día de su boda. Eso lo llenada de tristeza y lo agobiaba.

Esta noche del 31 de octubre, los planetas se alinearían por unos minutos y la hechicera del pueblo le dio el conjuro que reviviría a su esposa.

Tierra de cementerio, una vela y una prenda especial de su esposa, era lo que necesitaba. Él buscó el rosario que ella siempre llevaba en el cuello y dandole un beso en la frente, dejó a su esposa que parecía estar dormida siempre en la cama. Él bajó al sótano a terminar los detalles.

La hechicera le dejó claro que sí repetía el conjuro despertaría a la oscuridad y que tal vez esa oscuridad tomaría algo a cambio del favor que él le pedía.

Pero a él no le importaba enfrentar a la oscuridad. Solamente soñaba con escuchar la voz de su esposa y verla levantarse de aquella cama que la tenía prisionera.

Cuando todo estaba listo, volvió a la habitación para pasar tiempo con su amada, como todas las noches. Le dijo que pronto estarían juntos y a diferencia de las noches anteriores, en lugar de dejarla tapada con su cobija que la mantenía caliente, la descubrió completamente y abrió la ventana.

Un viento helado llenó la habitación. Él se acercó para despedirse y estampó un beso en los labios resecos de su esposa. El conjuro decía que ella debía tocar la muerte para revivir como un ser inmortal y así estarían juntos por toda la eternidad.

Ansioso y deseoso de tener a la mujer de su vida entre sus brazos, bajó corriendo al sótano viejo y comenzó el ritual justo antes de media noche. Ese día no había nadie más en la casa, pues se había asegurado de que sus sirvientes salieran a ver sus familias para no ser interrumpido.

Pronunció las palabras en otro idioma, encendió la vela y cuando tomó el rosario entre sus manos, un fuerte ruido acompañó el relampago que se filtro por la ventana.

Al día siguiente, el ama de llaves entró aterrada a la cocina para informar a los sirvientes que la señora había fallecido por hipotermia. Al parecer, el señor olvidó cerrar la ventana y arropar el frágil cuerpo de su esposa.

A todos les pareció imposible que el señor, que siempre fue cuidadoso con su esposa y durante los 10 años que llevaban trabajando en la casa, cada noche cenaba en la habitación junto a su amada mientras le contaba cosas de su día, como si la infeliz pudiera responderle.

El jardinero reportó que el caballo del señor seguía en el establo, es decir que el señor no había ido a dar su paseo matutino acostumbrado. Entonces# todos comenzaron a buscarlo por la casa.

Al llegar al sótano, el ama de llaves se persignó aterrada. Los empleados entraron en silencio y allí estaba el cuerpo de su amo. Aplastado bajo el candelabro. Parecía sonreír mientras sostenía entre sus manos el rosario de su esposa. La oscuridad cobro su parte y los reunió en el más allá, aquella noche de halloween en que los planetas se alinearon.