Carnival Writing Challenge | Romance en Carnaval [Esp./ Eng.]
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Romance en Carnaval
Jerome pedaleaba afanosamente, desde el fondo de la fila un coche aceleró tratando de adelantarse, el joven lo vio venir de frente y tuvo que maniobrar rápidamente para evitar el impacto.
La bicicleta rozó la acera y los panes casi se salen de la cesta. El joven murmuró una maldición y siguió pedaleando a toda prisa.
Escuchó las campanadas llamando a la misa de la seis. Era una hora de retraso, y aún faltaban varias cuadras para llegar a la mansión Dupont. El joven sonrió al imaginarse la cara de madame Élise sin los panes para atender a sus invitados.
En la mansión Dupont, Los caballeros más jóvenes rodeaban a Isabella colmándola de halagos, ella les sonreía cortésmente, se sintió aliviada cuando Joyce se acercó y la tomó del brazo.
Desde el otro lado del salón, madame Élise Dupont les sonrió complacida, le encantaba la idea de un matrimonio entre Joyce y su hija Isabella.
Mira que hermosos se ven juntos —le secreteó a su esposo —Edmon no se inmutó e ignoró el comentario de su esposa —él apreciaba mucho a Joyce, lo conocía muy bien y sabia de las preferencias del joven amigo de su hija.
Jerome terminó de llegar a la mansión, tomó la cesta de panes y entró al salón a toda prisa, vio a madame Élise conversando con un grupo de invitados. Jerome trató de escabullirse a la cocina evitando ser visto, pero con tan mala suerte que tropezó con un hombre que cargaba una bandeja llena de copas. El camarero perdió el equilibrio y no pudo evitar que el vino terminara sobre el vestido de Isabella.
Jerome soltó la cesta en la mesa más cercana y tomó una servilleta.
—Lo siento mademoiselle —dijo torpemente mientras le ofrecía una servilleta.
Isabella, ya recuperada de la sorpresa sonrió. Algo pareció agradarle en la cara de espanto de Jerome.
—No es nada, no te preocupes — le dijo —tratando de tranquilizar los nervios del joven. —pero el nerviosismo de Jerome se hizo más notable cuando vio la belleza angelical del rostro frente a él.
—Fue mi culpa, le ruego que perdone mi torpeza mademoiselle…
—Isabella, me llamo Isabella, y no hay nada que perdonar, solo fue un accidente sin importancia — lo interrumpió ella.
—Ven conmigo —intervino Joyce — hay que limpiar eso, antes que el vestido termine estropeado.
Jerome seguía plantado en el medio del salón, mirando a Isabella hasta que desapareció por un pasillo de la mansión.
La voz histérica de madame Dupont lo sacó del embeleso.
—Muchacho tonto, espero no volverte a ver por esta casa.
La mujer mostraba el ceño fruncido. Jerome se quitó la boina e inclinó la cabeza en señal de reverencia y se marchó a toda prisa.
—Helliot, Helliot —llamó madame Dupont — Helliot ven aquí.
El mayordomo, un hombre alto con pajarita en el cuello y grueso bigote se acercó.
—Helliot, no quiero que ese estúpido chico vuelva a esta casa, habla con Monsieur Gaspar que envié a otra persona.
Cada tarde Isabella se asomaba por la ventana con la esperanza de volver a ver a Jerome pero él no apareció. Joyce siempre le hacía bromas tratando de animarla, esa tarde se apareció cargando un enorme bolso.
—Ay mi querida Isabella, ya basta de melancolía por tu príncipe azul, recuerda que mañana es la fiesta y ven a ver estas bellezas —le dijo mientras abría el bolso.
Isabella trató de prestarle atención, Joyce tendió encima de la cama una fina túnica dorada, encima de la túnica colocó una larga capa carmesí y completó el conjunto con un casco color bronce, el casco tenía la forma de una cabeza completa, los únicos espacios abiertos correspondían a los ojos y la boca.
— ¡Oh Joyce, que lindo! —exclamó Isabella —te verás tan masculino con ese traje que las chicas van a querer devorarte.
—No cariño, este es para mí Edmond, —se apresuró a decir mientras se colocaba por encima del cuerpo un delicado vestido rosa y un antifaz en la cara —él será un soldado espartano y yo seré su Helena, mira qué lindo vestido.
Isabella reía a carcajadas cuando alguien tocó, Joyce colocó el vestido encima de la cama mientras Isabella abría la puerta.
—Ya todo está preparado para la fiesta de mañana —estaba diciendo madame Élise cuando entró, pero se interrumpió por un momento al ver los dos trajes en la cama.
—Ah, pero ya veo que ustedes están adelantados, ¡oh que hermosa combinación han escogido! Estoy segura que serán la pareja más linda de la fiesta.
—Joyce e Isabella intercambiaron miradas sin decir palabras, mientras madame Élise salía de la habitación con una sonrisa pícara dibujada en el rostro.
Isabella se sentó en la cama con el rostro entre las manos, Joyce se sentó a su lado y la abrazó.
—Lo siento mucho querida—le dijo. — ¿tanto te importa ese chico?
Isabella levantó el cabeza, Joyce le pasó suavemente los dedos por el rostro secando las lágrimas que le bajaban por las mejillas.
—Tú sabes que sí, nunca había sentido tanta necesidad de ver a alguien.
—Invítalo a la fiesta.
—¿Estás loco?, mi madre lo correría enseguida.
—Te aseguro que no será así, prepara una nota de invitación y yo me encargaré de lo demás.
—Pero ni siquiera sé su nombre.
—Bueno escribe “querido panadero” o “querido príncipe azul”, oh no, olvídalo es broma ¿sabes el nombre de la panadería?
—Le Grenier.
—Con eso me basta, creo que podré reconocerlo fácilmente, no te puedo negar que es lindo el chico.
— ¿Pero, que estas tratando de hacer?
—Confía en mí y mañana estarás en los brazos de tu príncipe. Solo necesito que uses este traje en la fiesta.
—Pero ese es tu traje.
—Tú no te preocupes, tal vez mañana sea un soldado o quizás encuentre algo más adecuado para mí.
Aún era temprano en la mañana, Joyce había caminado varias cuadras. Durante el trayecto revisó todos los anuncios de los comercios a cada lado de la calle hasta que finalmente se detuvo frente al que estaba buscando.
Al entrar sintió el dulce olor de levadura y pan recién horneado. Detrás del mostrador reconoció a Jerome, se presentó ante él y le dijo unas palabras, Jerome lo escuchó atentamente y sin disimular su extrañeza tomó el paquete que Joyce dejó sobre el mostrador.
Apenas iniciaba la noche cuando empezaron a llegar los invitados. Desde el fondo del salón una orquesta hizo sonar sus primeros acordes, varias parejas se apresuraron a tomar la pista de baile luciendo sus variados y glamorosos disfraces.
Isabella permanecía de pie al lado de su madre con la vista fija en la entrada, y aunque no sabía claramente lo que estaba esperando su corazón se aceleraba al ver entrar a cualquier invitado.
—Mira Isabella allí está —escuchó la voz emocionada de madame Dupont — Joyce viene detrás de la mujer rojo.
Isabella reconoció rápidamente el traje de Joyce y caminó hacia él, cuando estaba a un par de pasos, la mujer de rojo la tomó de la mano.
—Te prometí que esta noche lo verías.
Isabella se detuvo en seco, la mujer vestía un largo traje rojo adornado con plumas y lentejuelas, tenía el pelo largo parecido a una cascada rizos dorados, sus labios eran tan rojos como su vestido, el resto del rostro no podía verse por el antifaz, sin embargo Isabella no tenía dudas, era la voz de Joyce.
La mujer se apartó, Jerome se acercó y miró a Isabella, le pareció una princesa salida de un cuento de hadas.
La mujer hizo un gesto hacia los bailadores, Jerome reaccionó tomando a Isabella de la mano y caminaron hacia el centro del salón.
La música siguió sonando, Jerome tomó a Isabella por la cintura y suavemente la acercó hacia él. Por un instante, ella tuvo la tentación de quitarle el casco para ver su cara, pero bastó con lo que le decía su corazón, ese era el amor de su vida.
La música hizo una pausa, los invitados se apresuraron a volver a sus mesas. Isabella tiró del brazo de Jerome y lo condujo hacia el jardín.
Madame Élise los vio salir y sonrió complacida —desde siempre supe que estos dos nacieron el uno para el otro — comentó a la mujer que estaba su lado.
—Y tenías razón, mucha razón —confirmó la mujer de rojo.
Gracias por leer.
¡Hasta la próxima!
English
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Carnival Romance
Jerome was pedaling busily, from the back of the line a car accelerated trying to overtake, the young man saw it coming head on and had to maneuver quickly to avoid the impact.
The bicycle grazed the sidewalk and the loaves of bread almost fell out of the basket. The young man muttered a curse and continued pedaling at full speed.
He heard the chimes calling for six o'clock mass. It was an hour late, and it was still several blocks to the Dupont mansion. The young man smiled as he imagined Madame Élise's face without the loaves of bread to serve her guests.
At the Dupont mansion, The younger gentlemen surrounded Isabella showering her with compliments, she smiled politely at them, she was relieved when Joyce approached and took her by the arm.
From across the room, Madame Élise Dupont smiled at them with pleasure, she loved the idea of a marriage between Joyce and her daughter Isabella.
—Look how beautiful they look together —she secreted to her husband —did not flinch and ignored his wife's comment —he was very fond of Joyce, he knew him very well and knew the preferences of his daughter's young friend.
Jerome finished arriving at the mansion, took the basket of bread and entered the salon in a hurry, he saw Madame Élise conversing with a group of guests. Jerome tried to sneak into the kitchen avoiding being seen, but with such bad luck that he tripped over a man carrying a tray full of glasses. The waiter lost his balance and couldn't prevent the wine from ending up on Isabella's dress.
Jerome dropped the basket on the nearest table and picked up a napkin.
—I'm sorry mademoiselle — he said awkwardly as he offered her a napkin.
Isabella, now recovered from her surprise, smiled. Something seemed to please her in Jerome's frightened face.
—It's nothing, don't worry — she said, trying to calm the young man's nerves —But Jerome's nervousness became more noticeable when he saw the angelic beauty of the face in front of him.
—It was my fault, I beg you to forgive my clumsiness mademoiselle?
—Isabella, my name is Isabella, and there is nothing to forgive, it was only an unimportant accident —she interrupted him.
Come with me —Joyce interjected —we must clean that up, before the dress is ruined.
Jerome remained planted in the middle of the room, staring at Isabella until he disappeared down a corridor of the mansion.
Madame Dupont's hysterical voice snapped him out of his rapture.
—Dumb boy, I hope I never see you in this house again.
The woman scowled at him. Jerome took off his beret and bowed his head in reverence and hurried away.
—Helliot, Helliot — called Madame Dupont —Helliot, come here.
The butler, a tall man with a bow tie around his neck and a thick mustache, approached.
—Helliot, I don't want that stupid boy back in this house, speak to Monsieur Gaspar who sent someone else.
Every evening Isabella looked out of the window hoping to see Jerome again but he did not appear. Joyce would always play jokes on her trying to cheer her up, that afternoon he showed up carrying a huge bag.
—Oh my dear Isabella, enough of your melancholy for your Prince Charming, remember that tomorrow is the party and come and see these beauties —he told her while she opened the bag.
Isabella tried to pay attention to him, Joyce spread on the bed a fine golden robe, on top of the robe she placed a long crimson cape and completed the outfit with a bronze colored helmet, the helmet had the shape of a complete head, the only open spaces corresponded to the eyes and the mouth.
— Oh Joyce, how cute —Isabella exclaimed —You will look so masculine in that outfit, the girls will want to devour you.
—No darling, this is for my Edmond —she hastened to say as she pulled a delicate pink dress over her body and a mask over her face —he will be a Spartan soldier and I will be his Helen, look at that pretty dress.
Isabella laughed out loud when someone knocked, Joyce placed the dress on the bed while Isabella opened the door.
—Everything is ready for tomorrow's party —Madame Élise was saying as she entered, but was interrupted for a moment when she saw the two dresses on the bed.
—Ah, but I see that you are already ahead of time, oh what a beautiful combination you have chosen! I'm sure you'll be the cutest couple at the party.
Joyce and Isabella exchanged wordless glances as Madame Élise left the room with a mischievous smile on her face.
Isabella sat on the bed with her face in her hands, Joyce sat next to her and hugged her.
—I'm so sorry, dear — he said — Do you care so much about that boy?.
Isabella raised her head, Joyce gently ran her fingers over her face, wiping away the tears that were running down her cheeks.
—You know I do, I've never felt such a need to see someone before.
—Invite him to the party.
—Are you crazy, my mother would run him off at once.
—I assure you it won't be like that, prepare a note of invitation and I'll take care of the rest.
—But I don't even know his name.
—Well write "dear baker" or "dear prince charming", oh no, forget it, just kidding, do you know the name of the bakery?
—Le Grenier.
—That's enough for me, I think I'll be able to recognize him easily, I can't deny he's cute.
—But what are you trying to do?
—Trust me and tomorrow you'll be in the arms of your prince. I just need you to wear this suit to the party.
—But that's your suit.
—You don't worry, maybe tomorrow I'll be a soldier or maybe I'll find something more suitable for me.
It was still early in the morning, Joyce had walked several blocks. Along the way she checked all the advertisements of the stores on each side of the street until she finally stopped in front of the one she was looking for.
As she entered she smelled the sweet smell of yeast and freshly baked bread. Behind the counter he recognized Jerome, introduced himself to him and said a few words, Jerome listened attentively and without disguising his surprise took the package Joyce left on the counter.
The evening had barely begun when the guests began to arrive. From the back of the hall an orchestra sounded its first chords, several couples hurried to take the dance floor wearing their varied and glamorous costumes.
Isabella stood beside her mother with her eyes fixed on the entrance, and although she didn't know clearly what she was waiting for her heart was racing at the sight of any guest entering.
—Look Isabella there he is —she heard Madame Dupont's excited voice —Joyce is coming behind the red woman.
Isabella quickly recognized Joyce's outfit and walked towards him, when she was a couple of steps away, the woman in red took her by the hand.
—I promised you that tonight you would see him.
Isabella stopped in her tracks, the woman was wearing a long red suit adorned with feathers and sequins, she had long hair resembling a cascade of golden curls, her lips were as red as her dress, the rest of her face could not be seen because of the mask, however Isabella had no doubt, it was Joyce's voice.
The woman stepped back, Jerome approached and looked at Isabella, she looked like a princess out of a fairy tale.
The woman gestured towards the dancers, Jerome reacted by taking Isabella by the hand and they walked towards the center of the room.
The music continued to play, Jerome took Isabella by the waist and gently pulled her closer to him. For an instant, she was tempted to take off his helmet to see his face, but it was enough with what her heart was telling her, this was the love of her life.
The music paused, the guests hurried back to their tables. Isabella tugged Jerome's arm and led him out into the garden.
Madame Élise saw them leave and smiled with pleasure —I have always known that those two were born for each other —she remarked to the woman at her side.
—And you were right, very right —confirmed the woman in red.
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