Micro-cuento de terror "Cementerio sin tumbas"/Micro-story of horror "Cemetery without Graves"(ESP/ENG)
“No hay tumba que oculte el peso de una historia cuyo secretos estén por revelar...”
Cementerio sin tumbas.
En este pueblo, hay un lugar del que nadie habla, pero todos conocen: el cementerio sin tumbas. Es un claro en el bosque, un lugar donde el aire se siente denso y pesado, como si la misma tierra fuera consciente de estar cargadas con el peso de secretos perturbadores. Desde niño, me han advertido que no me acerque, que no cruce la línea de ese espacio que muchos dicen ser maldito.
Hoy, sin embargo, algo me hace acercarme a este lugar. No por curiosidad, sino por una especie de necesidad inevitable, como si una parte de mí espera allí, para completar la otra parte de este sosiego que me embarga. Camino por la senda bien demarcada como para no perderme, escuchando el crujir de las hojas bajo mis pies y el traqueo distante de los árboles, moviéndose con el viento.
Al llegar, el sendero se abre ante mí con una extraña quietud. No veo lápidas, ni cruces, ni señales de que existan cuerpos enterrados aquí. Se muestra solo un pedazo de tierra desnuda acompañada con un silencio tan profundo que parece absorber todo sonido. Me detengo casi en el centro, siento cómo el frío sube desde la superficie del terreno, traspasando mis zapatos y sube por los huesos.
Miro en todas las direcciones, como si buscara algo, una pista de por qué se siente este lugar tan especial. En este instante, la luz del sol va mermando y apenas logra entrar en la espesura del bosque, creando sombras retorcidas. De repente, escucho un silbido, como un canto que se transforma en una voz escalofriante que parece venir de todos lados. Repite como si fuera una invocación:
-Cementerio sin tumbas-
Cierro los ojos y me dejo llevar por lo que escucho. Varias imágenes empiezan a formarse en mi mente, visiones de personajes que vivieron en el pueblo, generaciones de hombres y mujeres que han ido desapareciendo sin dejar rastro. Sus rostros son vagos, pero sus ojos están llenos de historias sin concluir y menos contadas. Empiezo a entender lo que significa este lugar, no es un cementerio de cuerpos, sino de almas buscando descansos.
Las personas que han desaparecido en el pueblo, convertidos en misterio sin resolver, parecen encontrarse enterrados aquí, en estas tierras, aun sin mover, pero todos ellos agrupados en un mismo lugar. Este lugar sin tumbas guarda sus secretos, atrapando sus historias en un ciclo eterno de abandono. Ahora, me invade el pánico con una mezcla de respeto y angustia.
Abro los ojos y lo que veo es una mujer parada frente a mí. No tengo idea de cómo llegó allí. Su rostro me parece vagamente familiar, pero no logro dar de dónde. -¿Quién eres?- pregunto, con mi voz casi muda.
-No lo sabes, pero me conoces,- responde ella, su voz dulce y melancólica. -Todos los que han venido aquí alguna vez lo han sabido.-
De repente, lo recuerdo todo: la mujer es Clara, una amiga de la infancia que desapareció una noche de verano hace años. Nadie nunca supo qué pasó con ella. Hasta ahora. Me doy cuenta de que este cementerio no necesita tumbas porque es un receptáculo de almas, de aquellos que se han desvanecido sin explicación.
Doy un paso hacia atrás, el miedo apoderándose de mí. Clara extiende su mano, pero yo la rehúyo, comprendiendo que si la toco, también seré absorbido por este lugar, convertido en otra historia olvidada. Me giro y corro, convirtiéndose el miedo el principal protagonista.
Mientras corro, tropiezo con algunas tumbas, pero que realmente no están, aunque esa sensación es insignificante para cuando siento el frío del mármol que levita sobre el terreno quemándome la piel. Cada paso que doy se deja escuchar como un eco perdido entre las sombras del sitio, mezclándose con el crujir de las hojas secas al dar cada paso.
De pronto, el aire se llena de un grito que solo yo escucho, es un alarido desgarrador que parece venir de lo más profundo de mí ser. Por fin, alcanzo la salida, agotado, con el pánico aun apretando mi pecho, como si una mano invisible me lo estrujara. El sudor resbala mi frente y mis manos temblorosas aún no logran calmarse por lo vivido.
Salgo del claro. Nunca volveré a ese lugar. Pero sé que el cementerio seguirá ahí, esperando alimentarse de las misteriosas desapariciones de los habitantes. Y ahora, cada vez que alguien se desvanezca, no podré evitar pensar que sus historias también acabarán enterradas en ese sitio sin señales, en el cementerio sin tumbas.
English Version
“There is no grave that can hide the weight of a story whose secrets are yet to be revealed...”
Cemetery without Graves.
In this town, there is a place that no one talks about but everyone knows: the cemetery without graves. It is a clearing in the forest, a place where the air feels dense and heavy, as if the very earth is aware of being laden with the weight of disturbing secrets. Since I was a child, I have been warned not to approach it, not to cross the line of that space many say is cursed.
Today, however, something makes me approach this place. Not out of curiosity, but because of a kind of inevitable need, as if part of me is waiting there to complete the other part of this tranquility that engulfs me. I walk along the well-marked path so as not to get lost, listening to the crunch of leaves under my feet and the distant creaking of trees moving with the wind.
Upon arrival, the path opens before me with a strange stillness. I see no tombstones, no crosses, no signs of bodies buried here. It is just a piece of bare earth accompanied by a silence so profound it seems to absorb all sound. I stop almost in the center, feeling the cold rising from the ground, seeping through my shoes and up my bones.
I look in all directions, as if searching for something, a clue as to why this place feels so special. At this moment, the sunlight is waning and barely manages to penetrate the forest's thickness, creating twisted shadows. Suddenly, I hear a whistle, like a song transforming into a chilling voice that seems to come from all around. It repeats as if it were an invocation:
-Cemetery without graves...-
I close my eyes and let myself be carried away by what I hear. Several images begin to form in my mind, visions of characters who lived in the town, generations of men and women who have disappeared without a trace. Their faces are vague, but their eyes are full of unfinished and untold stories. I begin to understand what this place means; it is not a cemetery of bodies, but of souls seeking rest.
The people who have disappeared in the town, turned into unresolved mysteries, seem to be buried here, in this land, unmoved, but all gathered in one place. This place without graves keeps their secrets, trapping their stories in an eternal cycle of abandonment. Now, panic invades me with a mix of respect and anguish
I open my eyes, and what I see is a woman standing in front of me. I have no idea how she got there. Her face seems vaguely familiar, but I can't place it. -¿Who are you?- I ask, my voice almost mute.
-You don't know, but you know me,- she responds, her voice sweet and melancholic. -Everyone who has come here has known at some point.-
Suddenly, I remember everything: the woman is Clara, a childhood friend who disappeared one summer night years ago. No one ever knew what happened to her. Until now. I realize that this cemetery does not need graves because it is a receptacle of souls, of those who have vanished without explanation.
I take a step back, fear taking hold of me. Clara extends her hand, but I withdraw, understanding that if I touch her, I will also be absorbed by this place, turned into another forgotten story. I turn and run, with fear becoming the main protagonist.
As I run, I stumble over some tombs that are not really there, although that sensation is insignificant compared to when I feel the cold of the marble levitating above the ground burning my skin. Every step I take echoes lost among the site's shadows, blending with the crunch of dry leaves with each step.
Suddenly, the air fills with a scream that only I can hear, a heart-wrenching cry that seems to come from the depths of my being. Finally, I reach the exit, exhausted, with panic still squeezing my chest, as if an invisible hand were crushing it. Sweat drips down my forehead, and my trembling hands still can't calm from what I've experienced.
I leave the clearing. I will never return to that place. But I know the cemetery will remain there, waiting to feed on the mysterious disappearances of the inhabitants. And now, every time someone vanishes, I can't help but think that their stories will also end up buried in that unmarked site, in the cemetery without graves.
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