Saludos a todos. Con gran entusiasmo, quiero compartir con ustedes mi participación en la iniciativa propuesta por @topfivefamily: "Observa, piensa y escribe". Inspirado en una alusiva y emotiva imagen de @lanzjoseg, he creado la corta narrativa "Un día más con Samuel..." Una conmovedora historia donde un leal compañero, llamado “Taco”, nos lleva a través de un día lleno de emociones, hospitalidad y la inevitabilidad de las despedidas. Cada palabra está tejida con ternura y la dualidad entre la alegría del presente y la tristeza de un futuro incierto. A continuación, encontrarán el texto para su consideración y respectivos comentarios.

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Me encuentro en la entrada del hospital, el concreto bajo mi pequeño cuerpo es áspero y el aire huele a desinfectante. Los días se han vuelto interminables, y las noches son frías, pero hoy, algo en el viento me susurra que será distinto.

Las pesadas puertas de vidrio de forma automatizada se abren lentamente, y por fin veo a Samuel. Sus ojos, llenos de vida, capturan los rayos del sol que no había visto en semanas. Corro hacia él; cada zancada es un estallido de alegría incontenible.

“¡Taco!” lo escucho gritar. Samuel, cae de rodillas para abrazarme. Mi cuerpo se agita frenéticamente, expresando la felicidad de tenerlo junto a mí.

Nos quedamos ahí, en ese abrazo donde los segundos se convirtieron en minutos y estos en horas. El bullicio del hospital desaparece; en este momento solo existimos Samuel y yo. Sin embargo, el sonido de unos pasos se aproxima, siendo este un humano de bata blanca que nos insta a proseguir. El papá de Samuel deja que disfrutemos el encuentro.

En el trayecto a casa, Samuel me comenta sobre sus días oscuros dentro del hospital, las noches frías sin mi cálida compañía. Mientras yo, quisiera contarle sobre mi permanencia fuera del hospital, observando cada amanecer hasta este momento.

Al llegar a casa, la euforia se desvanece. Samuel se detiene abruptamente frente a la puerta, y su rostro se torna serio. Voltea hacia mí y, con una voz aún débil y temblorosa, pronuncia las palabras que cambiarán nuestro destino: "Necesito decirte algo".

Mi corazón aún sin entender escucha sus palabras: "Mi retorno es corto. No puedo quedarme, por mucho tiempo. Tengo que regresar". Mi mirada confundida busca respuestas. El joven de piel amarillenta explica su nueva realidad: una enfermedad incurable con la cual lucha, lo apartará de mí nuevamente.

Aunque no entienda todo, su presencia es suficiente para convertir estos momentos en un regalo precioso e irrepetible.

Samuel abre la puerta, y juntos ingresamos a nuestro hogar. Presiento lo que nos espera: una despedida inevitable. "Hoy estamos juntos, viviendo un día más, y eso es lo importante", me dice mientras arroja su bolso verde oliva sobre el sofá.

Cada tiempo transcurrido es una oportunidad para tenerlo cerca, pero ayer, casi al anochecer, en un descuido, se llevaron a Samuel.

Hoy dejaré de mover la colita, sin saber hasta cuándo. Así es la vida cuando eres un perro llamado “Taco”.

Greetings everyone. With great enthusiasm, I want to share with you my participation in the initiative proposed by @topfivefamily: "Observe, think, and write." Inspired by an evocative and emotional image from @lanzjoseg, I have created the short narrative "One More Day with Samuel..." A touching story where a loyal companion, named "Taco," takes us through a day filled with emotions, hospitality, and the inevitability of farewells. Every word is woven with tenderness and the duality between the joy of the present and the sadness of an uncertain future. Below, you will find the text for your consideration and respective comments.

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I find myself at the entrance of the hospital; the concrete beneath my small body is rough, and the air smells of disinfectant. The days have become endless, and the nights are cold, but today, something in the wind whispers that it will be different.

The heavy glass doors open slowly, and finally, I see Samuel. His eyes, full of life, capture the rays of the sun I hadn't seen in weeks. I run towards him; each stride is an explosion of uncontrollable joy.

"Taco!" I hear him shout. Samuel falls to his knees to embrace me. My body shakes frenetically, expressing the happiness of having him close to me.

We stay there, in that embrace where seconds turn into minutes and minutes into hours. The noise of the hospital disappears; in this moment, only Samuel and I exist. However, the sound of footsteps approaches, a human in a white coat urging us to continue. Samuel's dad lets us enjoy the encounter.

On the way home, Samuel tells me about his dark days in the hospital, the cold nights without my warm company. Meanwhile, I would like to tell him about my time waiting outside the hospital, watching every sunrise until this moment.

Upon arriving home, the euphoria fades. Samuel stops abruptly in front of the door, and his face becomes serious. He turns towards me and, with a voice still weak and trembling, utters the words that will change our destiny: "I need to tell you something."

My heart, still not understanding, listens to his words: "My return is short. I can't stay for long. I have to go back." My confused gaze seeks answers. The young man with yellowish skin explains his new reality: an incurable disease he fights, will separate him from me again.

Although I don't understand everything, his presence is enough to turn these moments into a precious and unrepeatable gift.

Samuel opens the door, and together we enter our home. I sense what awaits us: an inevitable farewell. "Today, we are together, living one more day, and that is what matters," he says as he throws his olive green bag onto the sofa.

Every moment elapsed is an opportunity to have him close, but yesterday, almost at dusk, in a moment of carelessness, they took Samuel.

Today, I will stop wagging my tail, not knowing for how long. That's life when you're a dog named "Taco”.