-A quién quieres engañar. Tu máximo placer es el glutamato monosódico que viene en las patatas que comes cada mañana. Si ya no te alcanza para nada más, mira nada más cómo andas.-

-Que me vas a venir a decir tú, alcahueta, que solo te alimentas de chismes de lavandería...-

Todos los días don José se sentaba en la pequeña banca que estaba a espaldas de la lavandería justo al lado de la iglesia. Su esposa había fallecido hace algunos cinco años y él la extrañaba muchísimo. Sus hijos habían emigrado a los Estados Unidos y solo podía verlos de vez en cuando a través de una aplicación. Su soledad lo estaba matando hasta que descubrió que a diario dos mujeres de mediana edad se reunían para lavar la ropa. Ellas a diario discutían por cualquier cosa, siempre estaban juntas, tal vez eran una de la otra la única compañía que tenían y ahora para el anciano su única diversión era escucharlas.

Un día el anciano sospechó que ellas sabían que habían estado siendo escuchadas por lo que decidió entrar también a lavandería. Para su sorpresa o tal vez no tanta, ya lo estaban esperando.

-Te tardaste mucho en descubrirlo José- le dijo una de ellas.

-Tal vez quieras invitarnos al cine- le dijo la otra

-Invitarlas a ambas?- preguntó él con picardía

-Por qué no- contestaron al unísono

-Ir al cine ya ni se usa, mejor vamos a mi casa a ver una serie- sugirió el al borde de la risa.

Esta vez la respuesta fue menos sorpresiva que la última vez. Desde entonces, las dos señoras de mediana edad viven juntas con el anciano..