Maita
Fuente
En medio del café de la mañana, hablaba con mi madre de algunos personajes de cien años de soledad.
Le recordé el triste final de Mauricio Babilonia, y como mágicamente Meme supo de su muerte cuando se destrozó la última mariposa amarilla sobre las aspas del ventilador de su cuarto.
Al poco rato una mariposa pequeñita vino del jardín a dar vueltas por la cocina, esta se devolvió y entró a una de las habitaciones, para luego salir sin que nos diéramos cuenta.
Sonreímos, porque desde siempre hemos confiado en que las mariposas nos traen mensajes, así que finalmente mi madre dijo, viene visita, y yo acoté que esa visita sería de un niño pequeño.
Al poco rato, mi primo Carlos me envía un mensaje diciendo que Maita murió. Quedé perpleja, porque no tenía conocimiento de qué estuviera enferma, como si para morirse eso fuese necesario.
A Maita le debo más que algunas recetas que preparo a diario, por ella aprendí a hacer las arepas y los huevos de manera diferente. Admiré su devoción por la virgen del Valle, y sueño con un día no muy lejano poder viajar a Margarita a conocerla.
Es extraño, como nos vamos pareciendo a las personas que apreciamos. Maita tenía manos de ángel, su pasión era preparar comida para consentir a las personas que amaba, porque su corazón era gigante, como el horizonte azul que se dibuja en la costa de su tierra.
Manos de ángel que dieron vida a muchas plantas que adornaban su bonita casa entre las montañas. Aún recuerdo el aroma de las flores dama de noche, que perfumaban todo el patio.
Luisa era una mujer auténtica, hermosa, de esas que no pasan desapercibidas por tener un carisma que ya muchas quisieran tener.
-"Oye mi hermana, buenos días, quieres un cigarrito, una arepita de cambur..."
Era la forma tan dulce, de ganarse el afecto. Maita es la personificación de la gente buena del oriente caribeño, desprendida, amable, jocosa y con dignidad.
El día lo pase recordándola, y en la tarde vino esa visita de niños pequeños que anunció la mariposita, Samer y Arturo se pasearon por la cocina, la habitación, por el patio, Mia estaba tan feliz, ahora me iré a prepararle unas arepitas dulces y a tratar de sacudirme la nostalgia que hoy me embarga.
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