Cuando sanan las heridas...

Que frágil es la vida, cuando no hay esperanza...

El horizonte se convierte en inmensidad de la nada, porque no hay semilla, que germine en el desierto, ni lluvia que apague la sed, que siente el alma.

Todo es silencio y el corazón en cada latido, revive su tormento, la piel no tiene caricias, no tiene sustento, las heridas, están en carne viva y tardan en sanar cuando el tiempo, no tiene prisa...

Se turbaban los sentidos y no hay felicidad, sólo dolor, soledad y sufrimiento, más cuando pensamos que todo en nosotros, ha muerto, llega una luz de esperanza, que ilumina las sombras, que envuelven los sentimientos.

Es una pequeña señal, que nos dice que estamos vivos y así comienza nuestro ascenso. Debemos comprender, que las heridas son para romper, esa delgada piel de soberbia y orgullo, que nos envuelve.

Que sólo la desnudez absoluta, de esos mezquinos sentimientos, hará brillar de nuevo, esa luz de fuerza y esperanza que se tiene, desde nuestro nacimiento.

Que no es juzgando los errores ajenos como se construye una vida, que sólo corrigiendo los propios se recupera, la felicidad perdida, la que camino tus pasos, la que construiste de un suspiro, esa que te enseñó, a ver todo con sorpresa, para hacer de los sueños una realidad inmensa.

Lo sabrás, cuando camines por las calles y sientas el viento como una caricia y las lágrimas te lleguen en forma de brisa, tan tiernas como lo es un suspiro.

Y cuando sea así, felicidades, el tormento términó, el dolor ya no tiene guarida, el tiempo cumplió y por fin han sanado las heridas. ¡Como sanaron las mías !