Surviving in chaos (Eng/Esp)
A blinding light illuminated the sky of the smallest planet. A ball of incandescent fireball moving at full speed was falling inexorably until it reached the reddish and rocky floor of the desert. A thunderous roar, a cloud of dust rose and covered everything for miles from the immense crater. And confusion and fear gripped the inhabitants of the region. Everything happened in seconds.
The small beings living in the rocky-walled caves of the mountains had been trapped.
"We are trapped! We are going to die"
Little Zira, with big furry ears, had crouched with her long legs tucked up, on the floor of the cave, where the granite shone.
"Don't say that, you're scaring the little ones". Lori tried to stay calm. He was the oldest and therefore the most experienced, but Zira's screams followed by the high-pitched squeals of the three little creatures barely a week old, stirring in the nest, wouldn't let him think.
"Where is Quira?, someone find her".
"She had gone out with Peco to look for food. They must be outside". Zira had gotten up and approached the nest. The little ones fell silent at the sight of her. Three pairs of little yellow eyes stared at her.
"Poor little ones were left motherless".
Outside all was darkness. The dust cloud had blocked the light of the star that warmed the planet. Qira and Peco walked very close to each other. Their night vision allowed them to orient themselves, and what they saw was terrible.
Trees uprooted by the force of the wave that came from miles away, huge boulders scattered all over the valley. The seawater had reached the hills and the bodies of large marine animals were floating on the water.
"We have to get back to the caves, Peco. How will the little ones be, and Zira and Lori and the others? Everything has changed, how are we going to get there?"
"Let's look for them, we'll find them".
Quira and Peco began to walk, hiding among the rocks, away from the sound of the sea. Their small size was an advantage in the current conditions. But the temperature began to drop and the hunger they felt was also felt by the other larger creatures lurking around.
Quira let her intuition guide her, there was no other way to orient herself, it was her only guide amidst the confusion that reigned.
Two huge shadows approached the rock where the small creatures were hiding. They were the lizards of the valley, with big teeth. Intelligent and fast. Excellent hunters. With their tails they could crush them.
"Hide Quira!, they can't see us in the dark".
"But they can smell us. Run Peco!, here they come".
Survival instinct made them run for the hills, fear produced a scent on their skin, which the lizards detected immediately and guided them towards them. But their ability to see in the dark and their size allowed them to climb up just before the lizards rushed into the abyss.
Frightened, they began to ascend until they reached the top and as they did so they found food. The yellow desert worms had managed to reach the hills fleeing from the sea. Thousands of them were moving among the rocks and Quira and Peco ate and stored in the pouches hanging from their necks.
They kept walking and hiding, until they reached a big rock.
"Listen Peco!, it's our children. They are calling us".
"I can't hear them Quira".
"It's them, I'm sure, let's go this way"
"But Quira!, we can't go through that rock. I can't see the caves".
"We have to find a way in. Look over there"
Small green and black snakes were slithering over the rocks.
"They are looking to get inside to protect themselves from the cold. Let's follow them".
Quira and Peco followed the snakes' path until they saw them enter a dry thicket.
They did the same as the snakes and found a crevice through which they crawled until they reached a cave filled with crystal clear water, they continued and this time Peco also heard the screeching of his children. They were in a labyrinth of caves, which they were marking with slabs they found on the ground, to know the way back because they had already found the way out.
When they finally arrived, they ran to embrace their little ones who were hungry, before the surprised gaze of Lori, Zira and the rest of the herd.
After nursing, the little creatures fell asleep. At that moment Quira and Peco were able to tell the others what their world was now, but they would survive the changes, adapting, with the advantages their species had given them.
Una luz cegadora iluminó el cielo del planeta más pequeño. Una bola de fuego incandescente moviéndose a toda velocidad fue cayendo inexorablemente hasta llegar al suelo rojizo y rocoso del desierto. Un atronador rugido, una nube de polvo se levantó y cubrió todo a kilómetros del inmenso cráter. Y la confusión y el miedo se apoderaron de los habitantes de la región. Todo ocurrió en segundos.
Los pequeños seres que vivían en las cuevas de paredes rocosas de las montañas habían quedado atrapados.
¡Estamos atrapados! Vamos a morir. La pequeña Zira de grandes orejas peludas, se había agachado con sus largas patas recogidas, en el suelo de la cueva, donde brillaba el granito.
¡No digas eso!, estás asustando a los más pequeños. Lori trataba de mantener la calma. Era el de más edad y, por consiguiente, el de más experiencia, pero los gritos de Zira seguidos de los chillidos agudos de las tres pequeñas criaturas de apenas una semana de nacidos, que se agitaban en el nido, no lo dejaban pensar.
¿Dónde está Quira?, que alguien la busque
Ella había salido con Peco a buscar comida. Deben estar afuera. Zira se había levantado y se acercó al nido. Los pequeños se callaron al verla. Tres pares de ojitos amarillos la miraban fijamente.
Pobres pequeños se quedaron sin madre.
Afuera todo era oscuridad. La nube de polvo había tapado la luz de la estrella que calentaba el planeta. Qira y Peco caminaban uno muy cerca del otro. Su visión nocturna les permitía orientarse y lo que veían era terrible.
Árboles arrancados de raíz por la fuerza de la onda que se produjo a kilómetros de distancia, rocas enormes dispersas por todo el valle. El agua del mar había llegado hasta las colinas y el cuerpo de grandes animales marinos flotaban sobre las aguas.
Tenemos que volver a las cuevas, Peco ¿Cómo estarán los pequeños, y Zira y Lori y los demás? Todo ha cambiado, ¿cómo vamos a llegar?
Vamos a buscarlos, los encontraremos.
Quira y Peco comenzaron a andar, escondiéndose entre las rocas, alejándose del sonido del mar. Su pequeño tamaño era una ventaja en las condiciones actuales. Pero la temperatura comenzó a bajar y el hambre que ellos sentían también las otras criaturas más grandes que andaban al acecho.
Quira se dejó guiar por su intuición, no había otra manera de orientarse, era su única guía entre la confusión que reinaba.
Dos sombras enormes se acercaron a la roca donde las pequeñas criaturas se escondían. Eran los lagartos del valle, con grandes dientes. Inteligentes y rápidos. Excelentes cazadores. Con su cola podían aplastarlos.
¡Escóndete Quira!, ellos no nos pueden ver en la oscuridad.
Pero nos pueden oler. ¡Corre Peco!, ahí vienen.
El instinto de supervivencia los hizo correr hacia las colinas, el miedo produjo un olor en su piel, que los lagartos detectaron de inmediato y los guió hacia ellos. Pero su capacidad de ver en la oscuridad y su tamaño les permitió trepar justo antes de que los lagartos se precipitaran hacia el abismo.
Asustados comenzaron a ascender hasta alcanzar la cima y mientras lo hacian encontraron alimento. Las lombrices amarillas del desierto habían logrado llegar a las colinas huyendo del mar. Miles de ellas se movian entre las rocas y Quira y Peco comieron y guardaron en las bolsas que colgaban de su cuello.
Siguieron caminando y escondiendose, hasta que llegaron a una gran roca.
Escucha Peco, son nuestros hijos. Están llamándonos.
No los escucho Quira.
Son ellos, estoy segura, vamos es por acá
¡Pero Quira!, no podemos atravesar esa roca. No veo las cuevas.
Tenemos que encontrar por donde entrar. Mira allí.
Unas pequeñas serpientes de colores verde y negro se deslizaban sobre las rocas.
Están buscando entrar para protegerse del frío. ¡Vamos a seguirlas!.
Quira y Peco siguieron el camino que las serpientes le indicaban hasta que las vieron entrar a un matorral reseco.
Ellos hicieron lo mismo que las serpientes y se encontraron con una grieta por donde se arrastraron hasta llegar a una cueva llena de agua cristalina, continuaron y esta vez Peco también escuchó los chillidos de sus hijos. Estaban en un laberinto de cuevas, que fueron marcando con lajas que encontraron en el suelo, para saber el camino de regreso porque el de ida ya lo habían encontrado.
Cuando al fín llegaron, corrieron a abrazar a sus pequeños que estaban hambrientos, ante la mirada sorprendida de Lori, Zira y el resto de la manada.
Despues de amamantarlos, las pequeños criaturas se quedaron dormidos. En ese momento Quira y Peco pudieron contarle a los otros lo que era ahora su mundo, pero sobrevivirían a los cambios, adaptándose, con las ventajas que su especie les había dado.
La traducción al inglés la realicé en www.deepl.com
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Thank you so much dear The ink well team.
Hugs @theinkwell ✨️
I really liked your story. It took me back to that defining moment in history for mammals, eventually making them the dominant species on the planet. A very well told and entertaining story to read.
Thanks for sharing your story with us.
Good day.
Hello @rinconpoetico7
Thank you very much for your comment. That's what I figured. Extreme chaos like what happened millions of years ago and those little mammals that managed to survive.
Greetings and happy night ✨️
I liked the twist you gave to the call. You used the disorder to capture it in a different time than the current one. You executed the descriptions and feelings of the characters as if we were watching a movie but in the present. Well done @popurri
Thank you friend @katleya.
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