Valor

Foto de Markus Spiske en Unsplash

Llegamos a la tercera parte de esta serie dedicada a las cuatro virtudes fundamentales del estoicismo. Si en la página anterior reflexionaba sobre la sabiduría, hoy toca arremangarse y pasar a la acción.

De nada sirve dar vueltas a las ideas hasta que se mareen si luego no movemos un dedo por cambiar las circunstancias. ¿Qué nos detiene entre una fase y otra? El miedo, la comodidad, la pereza, la vergüenza. Muchas pueden ser las razones y una única arma nos sirve para combatirlas: el valor.

El valor como concepto estoico también puede encontrarse interpretado como coraje o como fortaleza. Su origen está en el término griego andreia que significaba valentía. El valor no solo debemos aplicarlo en situaciones extremas sino incluirlo en el día a día. Aclaremos que esto no va de ir de machotes (o hembrotas) por el mundo. Se trata de entrenar nuestro espíritu, mente, alma, como te resulte más cómodo llamarlo. El fruto de ese esfuerzo nos hará más fuertes y resistentes ante cualquier situación futura.

Como todo entrenamiento, nos hará sufrir. En algunos momentos habrá que agarrarse a eso que dicen de que en el dolor está la curación. Para ello no nos quedará otra que tirar de perseverancia. Yo prefiero llamarlo cabezonería práctica.

También es parte del valor ser capaces de actuar de acuerdo a nuestros principios. Este punto es algo peliagudo, ya que vivir en sociedad conlleva que en ocasiones prevalezca el deseo o imposición ajeno sobre el nuestro. Recuerda que nadie nos puede obligar a sacrificar nuestros principios, igual que nadie más que nosotros puede cambiar cómo somos.

Existen situaciones extremas en las que lo anterior podría parecer una utopía. Te entiendo, yo también pensaba así hasta que leí un libro que te recomiendo encarecidamente. Se trata de El hombre en busca de sentido, del psiquiatra y psicólogo Víktor Frankl. El autor plasma en esta obra su experiencia sobre su encarcelamiento y liberación de un campo de concentración nazi. Incluso en una situación tan terrible consiguió ayudar a los demás.

La suerte es otro elemento que sacude nuestras existencias como si de una tabla de surf en medio de una galerna se tratasen. Nadie la ve, pero existe. En especial, la mala. ¿Qué proponían los estoicos para sortearla? Algunos eran exagerados. Llegaban a autoimponerse desgracias para estar preparados en caso de que se cumplieran. Por ejemplo: dormir en el suelo, no arroparse ante el frío, practicar ayunos. Una vez superadas esas incomodidades el impacto en caso de que se produjeran era mucho menor.

Perseguir una voluntad que se adapte a los cambios es un signo de fortaleza, pues nos permitirá ser flexibles y resistir como los juncos se doblan con el viento. No temamos cambiar el rumbo sino el estar desorientados sin saber hacia dónde dirigirnos.

Como último aspecto valeroso, no por eso menos importante: Practica la autenticidad, sé fiel a ti mismo al tiempo que mantienes tu humildad ante los demás. Si no dejas de apoyar los pies en el suelo no será necesarios lastres que te sujeten a él.

Tu dominio interior es impenetrable, como los castillos de las películas. Solo pueden destruirse desde dentro. Confía en ti. Nos leemos en la próxima página.

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Cita para pensar

El alma es más fuerte que cualquier fortuna, dirige sus cosas en un sentido o en otro y es la causa de la felicidad y de la desventura para sí misma.
Séneca.

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Referencias que me han inspirado

• Estoicismo - Wikipedia, la enciclopedia libre
• ¿Qué es el estoicismo y cuál es la definición de estoico?
• Diario para estoicos, Ryan Holiday y Stephen Hanselman

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Este artículo se publicó originalmente en: https://palomap3.substack.com/p/valor?s=w

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