Tomás (relato)

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Thomás es un joven de 21 años con un futuro promisorio y lleno de grandes expectativas. Poseedor de un talento musical innato, desde muy temprana edad comenzó sus estudios de piano clásico, este hecho aunado a una gran pasión por los estudios lo llevó a adquirir un extraordinario nivel en pocos años.

Su amor por la música fue creciendo imparablemente, el estudio musical se transformó en su único objetivo las 24 horas del día. De espíritu inquieto y creativo, no le bastaron sus estudios clásicos y comenzó a tocar y a beber de otras fuentes como el rock, el jazz y la música brasilera, Esta mezcla de estilos lo consolidó como un pianista todo terreno y de esta manera empezó a ser muy solicitado en conciertos y estudios de grabación.

Su talento y versatilidad le abrieron muchas puertas, además le gustaba mucho componer y arreglar temas de artistas conocidos.

Con una agenda muy grande y constante sus horas de descanso y sueño mermaron considerablemente y terminaron pasándole factura al punto de que una noche al terminar un show en un conocido local de jazz, sufrió un desmayo y rodó por unas escaleras rompiéndose los ligamentos de su mano izquierda y fracturándose la muñeca.

Esta lamentable fatalidad lo obligó a guardar reposo absoluto por unos días y luego de diferentes exámenes y radiografías, el cirujano propuso operarlo para evitar que su cuadro clínico empeorara. La operación arrojó positivos resultados y unido a terapias y visitas con un fisiatra lo obligaron a permanecer entre cinco y seis meses fuera de la escena musical, sin poder ejecutar el piano.

Para un joven como él, frenar su veloz y exigente carrera y no poder expresarse musicalmente trajo aparejado unos días grises y sin sentido para su vida y esa zona de confort que había construido con tan buenos resultados, e infortunadamente, esos meses de espera golpearan su estabilidad emocional.

Fue entonces cuando aparecieron en su horizonte las sombras de la depresión y la ansiedad mismas que lo hacían transpirar, desesperarse, salir a la calle a caminar sin un lugar determinado, correr por la orilla del mar hasta casi desmayarse, o encerrarse en su habitación mirar el piano y romper a llorar.

Comenzó así un largo camino de luchas internas y externas, donde sus amigos y la familia más allegada trataban de ayudarlo, invitándolo a salidas y paseos, conversaciones y reuniones, visitas sorpresas y llamadas constantes, donde siempre intentaban animarlo, "esto pasará", "tranquilo, pronto todo será como antes", "ten un poco de calma". Pero todos conocemos que la cruel realidad nos muestra que no es nada fácil cuando una persona toca fondo a causa de una fuerte depresión. Y así, ni las palabras de sus amigos ni la seguridad de recuperación dada por el galeno lo sacaban de su estado porque para Thomás el tiempo parecía detenido, lento y angustioso, vulnerando a cada instante su fragilidad emocional.

¿Cómo lucho con esta ansiedad? se preguntaba minuto a minuto, día tras día, ¿qué hacer cuando todo parece perder sentido?, cuando al tratar explicar lo que siento, son las lagrimas que siempre están a flor de piel y no dejan espacio a la calma que necesito para sentirme mejor. Altibajos emocionales, un reír y un llorar, instantes fugases de alegría y noches eternas sin conciliar el sueño.

Afortunadamente no dejó de luchar y uso todas sus fuerzas para salir a flote, buscaba y recordaba algunos tips y consejos, como: respirar profundo y relajarse, hacer ejercicios físicos, trotar, pedalear su bicicleta, pero poco o nada parecía ayudarlo, todo se hacía cuesta arriba.

Solía caminar por el malecón y por la playa con su chica, a veces se tumbaban a contemplar y sentir las olas que iban y venían o jugueteaban con la suave arena tratando siempre relajarse y animarse. También salía solo a caminar por la playa, se sentaba en la arena, arrojaba piedras a las olas, cerraba los ojos o levantaba su mirada y buscaba dejarse llevar, por el viento, por el graznido de las aves, solo él, el cielo, la brisa y el mar.

Pasaron los meses indicados para su recuperación física y llegó el día en el que el cirujano, luego de chequearlo y realizar algunos exámenes de rutina, con una gran sonrisa le dijo: -"Estás listo hijo, retoma ya tu vida profesional y vuelve a la ejecución en el piano con absoluta libertad y disposición, sin temores, ni dudas, lo que puedas sentir es puramente mental, tu mano está perfecta; eso sí, siempre de menos a más, ve con seguridad y lo lograrás"-.

El doctor tomó por los hombros a Thomás y lo sacudió levemente al ver su rostro con cierta incredulidad y temor, -"anda levanta ese animo y vete a triunfar"-, !Ah!, eso si, me invitas a tu próxima presentación.

Entre risas y buenos deseos se despidieron y Thomás parecía flotar. Una extraña sensación de alegría lo invadía, era como empezar de nuevo, llamadas, reencuentros, ensayos, conciertos. Caminaba veloz a la estación del metro donde lo esperaba Paola, su novia y sentía ganas de gritarle a todo el mundo lo bien que se estaba sintiendo, algunos transeúntes lo veían y sonreían, como cómplices de su alegría sin saber exactamente lo que le ocurría, pero su rostro delataba un algo contagioso que se sentía y se notaba, aunque el solo seguía caminando aprisa y sonriendo en silencio rumbo a la estación.

En los meses de recuperación y por recomendaciones médicas tecleo muy levemente y ejecutó melodías con notas largas y tranquilas, pero sentarse al piano nuevamente para retomar un repertorio y una rutina de practica diaria no fué tan fácil, aunque comenzó de menos a más, el tiempo sin tocar creó cierta desconfianza y la ansiedad también aparecía en los momentos menos esperados, además, había un cierto temor a fallar, a que los dedos no respondieran a cabalidad y que al ejecutar temas más complejos y rápidos apareciera alguna dolencia y echara por tierra los buenos augurios de los que hablaba su cirujano. Pero poco a poco fueron desapareciendo los temores y la música comenzó a fluir y a cimentar nuevamente todos esos años de estudio, dedicación y progreso.

A partir de allí, su vida pareció recomponerse, ya con la parte física de su mano superada todo tenía otro color y las ganas de vivir poco a poco fueron ganando terreno, claro está, volver a la normalidad se sentía un poco lejano porque aún tenía que superar algunos rastros de inseguridad y ansiedad que venían a visitarlo. -"El tiempo cura las heridas"- solía repetir, y para él, la vida estaba transcurriendo en la mejor dirección.

English Translation

Thomas


Thomás is a 21 year old young man with a promising future full of great expectations. Possessing an innate musical talent, from a very early age he began his classical piano studies, this fact coupled with a great passion for studies led him to acquire an extraordinary level in a few years.

His love for music was growing unstoppably, the musical study became his only goal 24 hours a day. With a restless and creative spirit, his classical studies were not enough and he began to play and drink from other sources such as rock, jazz and Brazilian music. This mixture of styles consolidated him as an all-around pianist and in this way he began to be in great demand in concerts and recording studios.

His talent and versatility opened many doors for him, and he also enjoyed composing and arranging songs by well-known artists.

With a very large and constant schedule, his hours of rest and sleep diminished considerably and ended up taking their toll on him to the point that one night at the end of a show at a well-known jazz venue, he suffered a fainting spell and rolled down a flight of stairs, breaking ligaments in his left hand and fracturing his wrist.

This unfortunate fatality forced him to keep absolute rest for a few days and after different examinations and x-rays, the surgeon proposed to operate him to prevent his clinical condition from worsening. The operation yielded positive results and together with therapies and visits with a physiatrist, he was forced to remain between five and six months away from the musical scene, unable to play the piano.

For a young man like him, slowing down his fast and demanding career and not being able to express himself musically brought with it some gray and meaningless days for his life and that comfort zone he had built with such good results, and unfortunately, those months of waiting hit his emotional stability.

It was then when the shadows of depression and anxiety appeared on his horizon, making him perspire, despair, go out into the street to walk without a specific place, run along the seashore until he almost fainted, or lock himself in his room to look at the piano and burst into tears.

Thus began a long road of internal and external struggles, where his friends and closest family tried to help him, inviting him to outings and walks, conversations and meetings, surprise visits and constant calls, where they always tried to encourage him, "this will pass", "calm down, soon everything will be like before", "be a little calm". But we all know that the cruel reality shows us that it is not at all easy when a person hits rock bottom because of a strong depression. And so, neither the words of his friends nor the assurance of recovery given by the doctor got him out of his state because for Thomás time seemed to stand still, slow and anxious, violating his emotional fragility at every moment.

How do I fight with this anxiety? he asked himself minute by minute, day after day, what to do when everything seems to lose sense, when trying to explain what I feel, tears are always on the surface and do not leave room for the calm I need to feel better. Emotional ups and downs, a laugh and a cry, fleeting moments of joy and eternal nights without sleep.

Fortunately, he did not stop fighting and used all his strength to get back on his feet, he looked for and remembered some tips and advice, such as: deep breathing and relaxation, physical exercises, jogging, pedaling her bicycle, but little or nothing seemed to help her, everything was uphill.

He used to walk along the boardwalk and the beach with his girl, sometimes they would lie down to contemplate and feel the waves coming and going or play with the soft sand, always trying to relax and cheer up. He would also go out alone to walk along the beach, sit on the sand, throw stones into the waves, close his eyes or lift his gaze and try to let himself go, by the wind, by the squawking of birds, just him, the sky, the breeze and the sea.

The months indicated for his physical recovery passed and the day came when the surgeon, after checking him and performing some routine examinations, told him with a big smile: - "You are ready son, go back to your professional life and return to play the piano with absolute freedom and disposition, without fears or doubts, whatever you may feel is purely mental, your hand is perfect; but always from less to more, go with confidence and you will succeed"-.
The doctor took Thomás by the shoulders and shook him slightly when he saw his face with certain disbelief and fear, -He said, "Come on, raise your spirits and go and succeed", "Oh, that is if you invite me to your next presentation.

With laughter and good wishes they said goodbye and Thomás seemed to float. A strange feeling of joy invaded him, it was like starting all over again, calls, reunions, rehearsals, concerts. He was walking fast to the subway station where Paola, his girlfriend, was waiting for him and he felt like shouting to everyone how good he was feeling, some passersby saw him and smiled, like accomplices of his joy without knowing exactly what was happening to him, but his face showed something contagious that was felt and noticed, although he just kept walking fast and smiling silently towards the station.

In the months of recovery and by medical recommendations he played very lightly and executed melodies with long and quiet notes, but sitting at the piano again to resume a repertoire and a daily practice routine was not so easy, although he started from less to more, the time without playing created a certain distrust and anxiety also appeared at the least expected moments, besides, there was a certain fear of failing, that the fingers would not respond fully and that when playing more complex and fast themes, some ailment would appear and ruin the good omens of which his surgeon spoke. But little by little the fears disappeared and the music began to flow and to cement again all those years of study, dedication and progress.

From that moment on, his life seemed to recompose itself, with the physical part of his hand already overcome, everything had a different color and the desire to live was gradually gaining ground, of course, returning to normality felt a little far away because he still had to overcome some traces of insecurity and anxiety that came to visit him. -Time heals wounds," he used to repeat, and for him, life was going in the best direction.


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Una lección para la vida, no se puede cambiar salud por dinero. Felicidades

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Los altibajos de vida siempre vendrán, es menester nuestro hacer de ellos oportunidades de aprendizaje e introspección, o convertirlos en enormes dragones que nos encierren en la fosa de la angustia y el desasosiego. Buen relato.

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