Conversando con una amiga sobre filosofía surgió el comentario sobre la idea de que las personas o nacen para ser martillos o nacen para ser clavos, porque en el mundo existen quienes aún siguen íconos y representan a una inmensa y escalofriante mayoría que pareciera no pensar más allá de la vida propia. Se mantienen inmersos en una visión que idolatra tanto a sí mismos como a otros, pero aquellos que son dignos de su admiración son los que sus parámetros determinan que son superiores a ellos, en otras palabras, alaban a aquellas personas que han logrado más que ellos según sus estándares de realización. Por ejemplo, un deportista idolatra al mayor referente de la disciplina que admira, y en cierta forma trata de adquirir sus gustos y su modo de vida para parecerse más a él o ella, lo mismo sucede con el mundo de la moda, de las inversiones, con todo en general; si alguien quiere ser político va a admirar a otros políticos de su preferencia y buscará en cierto modo de ser como ellos.

Estos son los clavos porque se dejan golpear por las exigencias del mundo al que pertenecen, se forman según la mentalidad que otros desarrollan en ellos, como por ejemplo las influencias conductuales que tienen los actuales artistas de la música en los jóvenes donde les imponen una cultura de vestimenta, una actitud, un lenguaje, una imagen, un pensamiento según el tipo de música que escuchen. Los raperos se visten como raperos, los rockeros se visten como rockeros, los poperos se visten como payasos, en fin, no hay autenticidad en las personas, y mientras eso no exista estarán destinados a ser clavos golpeados por el resto de sus miserables vidas.

Por otro lado se encuentran los martillos que son aquellas personas que usan a otras para lograr fines determinados con relación a sus intereses. En muchas ocasiones podemos pensar que los ídolos son martillos pero resultan ser clavos también sólo con la diferencia de que existen quienes les admiran, pero en la mayoría de las ocasiones son manipulados por los verdaderos martillos. Especulando y suponiendo que con el mismo tema de la música existan los artistas que influencian a la población, a su vez estos artistas son dominados por los dueños de la disquera para la cual trabajan con el fin que se proponga esa empresa. Ellos crean tendencias en el público para lograr ciertos objetivos de marketing y así obtener ganancias, lo mismo sucede con los íconos de la moda que muchas veces son estos artistas musicales e incluso artistas del cine y la televisión los que marcan la mayor parte de cómo se visten otros; pero esto no es auténtico en ellos porque siempre hay alguien a las sombras que impone esas tendencias.

Nos desviamos un poquito del tema, el hecho es que existen personas que aunque creamos que son martillos aveces son considerados clavos por otros, lo que se convertiría en un clavo clavando otros clavos. Los verdaderos martillos golpean con tanta fuerza que no necesitan muchas veces la aprobación del conglomerado, ejemplo de esto son los dictadores y tiranos que a lo largo de la historia han pasado como les ha dado la gana. Desde los imperios antiguos hasta el fascismo moderno han existido hombres con una actitud verdadera de golpeadores que han dominado mentes con su poder dialéctico o su fuerza inmisericorde, no han tenido contemplaciones con ningún ser humano y le han golpeado tan fuerte que finalmente alcanzaron a colgar muchos cuadros en la gran pared de la historia.

El problema no es que existan los martillos y los clavos, porque además han existido martillos que no sólo han golpeado para la muerte y la desgracia, sino que se han levantado para defender la vida y la voluntad de aquellos que buscan sin descanso la libertad del hombre. Esos martillos golpean cuando es necesario golpear, y no golpean a cualquier clavo sino que golpean a otros martillos que intentan seguir colgando cuadros en la pared. El acero con el que se forjan esos martillos es escaso en la tierra, por eso hay tan pocos, pero han sido forjados en los hornos de la valentía bajo las brasas incesantes del deseo noble y justo. La mala parte es que han tenido pocas apariciones en la historia porque otros martillos han intentado borrar sus hazañas , porque es obvio que un martillo que sea destruido por otro martillo nos podrá sonar ilógico e irreal, es incluso un acto fuera de la física para algunos; pero con constancia y perseverancia en sus golpes esos martillos lograron destruir a quienes sin contemplaciones destruían los sueños de libertad en el mundo; fue olvidada su hazaña y catalogada como ilógica e irreal, se nos metió en la cabeza que es imposible que un martillo sea destruido por otro sólo con el fin último de evitar que se sigan forjando martillos de justicia.

Ya Hefesto no está forjando armas olímpicas, se encuentra en lo más profundo del corazón volcánico de Lemmos haciendo martillos con el más preciado metal que se puede encontrar en todo el mundo del hombre, para seguir golpeando y destruyendo a aquellos despiadados que sólo quieren oprimir a los clavos dentro de una pared. Lastima que en nuestros tiempos la información sea más importante que la verdad, y se demonicen a las personas que sin cansancio luchan a diario por evitar que sigan golpeando a otras personas, y nosotros los miramos como nos defienden y somos incapaces de hacer algo, no tenemos la voluntad divina de las forjas míticas de Hefesto, no estamos hechos para formar parte del Olimpo simplemente porque estamos demasiado ocupados con la cabeza dentro de nuestro móvil, y la mente llena de mierda.