La crianza se entiende por todos los padres como una forma en que le damos a nuestros hijos un conocimiento, una personalidad, una construcción de un legado que va a determinar la existencia de los seres que hemos traído al mundo o que llegaron a nuestra vida —Sea cual sea tu pensamiento sobre la concepción religiosa o científica del nacimiento de los hijos—. Criar a otro ser humano es un acto de transferencia de costumbres, pero también es contemplado como la forma en que cuidamos a esa vida a lo largo de sus primeros años para que pueda adaptarse a la realidad que va a enfrentar.

Los métodos de crianza varían según la experiencia de cada persona, es decir, que cada quien cría a sus hijos partiendo de la crianza que ellos recibieron bien sea para mejorar esos métodos o para cambiarlos por algún motivo que haya generado una mala experiencia. Por cierto, las costumbres son distintas también conforme a la cultura de cada persona según su ubicación geográfica; lo que también genera que en ciertos países los padres actúen de una forma o de otra.

Existen muchos factores que pueden determinar el concepto de crianza que tenga cada quien, pero lo que no varía conforme van cambiando los años las costumbres, las culturas, y con ello, los métodos, es la enseñanza de la moral y la integridad como seres humanos. Estas son cosas que pocas personas conocen o no le dan la importancia necesaria porque simplemente conciben otras cosas que requieren mayor atención, pero es una cuestión que se ignora con facilidad porque nadie tiene el valor de vestirse de negro para ser el verdugo de la historia.

Las personas simples se preguntarán ¿Qué valor puede requerir enseñar algo que no vale la pena? Pues quien conoce la moral y la integridad conoce el verdadero valor de la crianza, porque criar no contempla mantener a una persona económicamente o emocionalmente, sino darle las herramientas necesarias para enfrentar un mundo que tarde a temprano de le va a venir encima a devorarle, y que si no cuenta con esas herramientas no va a poder enfrentarlo de la mejor forma. ¿Por qué vestirse de negro y convertirse en verdugo? Simplemente porque las lecciones más duras y más necesarias nos las da siempre el villano de la historia, o que en algún momento le consideramos así porque nuestra mente no tenía la capacidad de comprender el mundo que nos rodeaba, y con ello tampoco entendíamos porque nuestros padres nos aplicaban los castigos más amargos o los golpes más dolorosos.

Muchos recuerdan a estas personas con resentimiento y hasta con odio, pero es que nunca conocieron el valor de tomar la peor parte de la crianza, nunca comprendieron la dificultad de convertirse en la sombra que tapaba al sol de la felicidad para enseñar las pesadas gotas de la realidad cayendo con cada lágrima. Es doloroso para nosotros como padres tener que criar a un niño para prepararse a un mundo maquiavélico que les espera en cualquier aspecto de sus vidas; tener que ejercer la autoridad para lograr una enseñanza o para corregir una acción requiere de mucho coraje, y más cuando se intenta enseñar la moral y la integridad.

Pocos son capaces de convertirse en los malos de la historia, los que siempre están regañando, corrigiendo, castigando, es decir, aquellos que hacen que los hijos les odien por su bien, aquellos que toman la decisión de sacrificar los sentimientos por la crianza y con todo el dolor de su alma ejercen con guante de hierro. Es muy fácil consentir y dejar que los niños hagan y deshagan porque "están aprendiendo y no saben", que es la excusa más genérica para malcriar a los niños, pero lo realmente difícil es llevarles por el camino correcto para que el día de mañana puedan comprender la vida de una forma más moral y tengan la fuerza para soportar sus embates.

La crianza, por más que les duela aceptar a esos padres complacientes, es una forma amarga de ver crecer a los hijos aunque todos quisiéramos disfrutar de su inocencia y hacer que su vida entera fuera toda felicidad, la realidad es que la felicidad sólo son momentos escasos, y la vida se compone en su mayor parte de basura que tenemos que digerir con la mayor fuerza posible. Hay personas que llegan a la etapa adulta pensando que la vida es una fantasía, y cuando llega el momento de tragar la basura que nos da la vida no tienen la fuerza necesaria para hacerlo, son débiles y por lo tanto es culpa de los padres haber criado un ser problemático que no posee integridad ni moral ante los hechos de su vida; por eso prefiero quedar como el malo de la película antes que ver a un hijo o una hija mostrar debilidad ante la existencia. No es propio de los seres humanos ser débiles, y nos fortalecemos cuando hemos tenido la suerte de no haber tenido nada fácil (Sigmund Freud).