Seis años han pasado desde que cambió mi vida por completo. Es muy corta esa frase, pero que largo ha sido todo este camino hasta aquí, siento como si fuese viajado unos 5 millones de años luz en el espacio, pero no a la velocidad de la luz, sino flotando en el vacío, admirando todas las maravillas y desgracias que se pueden apreciar del universo. Sin el conocimiento de un rumbo fijo, y sin poder controlar por completo mi camino con un rumbo seguro a la muerte como un astronauta fantasma.

La vida es esto en realidad para muchos, un arrojo hacia el vacío cósmico con un vagar incierto por el universo hacia una muerte segura. Algunos se desesperan tanto por la muerte que no alcanzan a apreciar esas luces en la inmensidad del vacío que conforman la belleza del universo, esas luces en parte son nuestros hijos e hijas que brillan e iluminan nuestro vacío haciendo de nuestro camino hacia la muerte uno más tranquilo y agradable.

Hay un momento en el que los astronautas fantasmas deben darse cuenta que no hay nada que puedan hacer ante su inminente destino final más que disfrutar las maravillas inciertas que se experimentan del viaje, así debe suceder con los padres, a mí me sucedió. Es parte de madurar, comprender lo inevitable y hacerse cargo de ello, es algo que no pueden hacer todos y menos con responsabilidades tan grandes como lo son otras vidas a tu cargo; la mayoría ni siquiera puede hacerse cargo de la suya.

Si hay algo que le aterra al ser humano común y corriente aparte de la muerte es a tener hijos, cualquier joven piensa que tener hijos es una privación de la vida, aunque si lo es de las oportunidades sobretodo en las mujeres dentro de una sociedad machista. Es un miedo que se fundamenta en parte con las aspiraciones personales, y la irresponsabilidad de mantener a otra alma. Hay muchos niños en el mundo que carecen de padres o madres porque no tuvieron el valor de serlo, incluso hay otros más cobardes aún que abandonaron a estos niños a su suerte en las calles, unos corrieron con suerte y hoy viven una vida miserable y otros tuvieron la desdicha de morir en algún basurero.

A todos nos gusta el sexo, pero evadimos las consecuencias por irresponsables, cobardes y egoístas. Hay muchas personas que se dan el lujo de abandonar hijos mientras otras no tienen la posibilidad de ser padres queriendo serlo. El infierno tiene un lugar reservado para ellos, un lugar gélido y seco donde van a desear por toda la eternidad el calor de una persona que les quite un poco el frío; así como esos hijos abandonados anhelaron toda su niñez el calor de un padre o de una madre que los dejó a sabiendas del mundo y sus vueltas.

Seis años han pasado desde que cambió mi vida por completo, y no quiero que siga corriendo el tiempo, el dolor más grande que puede existir para un padre es observar como los hijos crecen. Pero no es un dolor malo, es un dulce dolor porque la experiencia de sentirlo es tan hermoso como la más bella de las estrellas del universo, sólo que aveces quisiera tener algún tipo de botón para reiniciar a mis hijos y volverlos a ver crecer por toda la eternidad.