Compañeros de la colmena, esta es mi participación en el Concurso Hispaliterario 8 / Solidaridad: tesoro para la paz, a propósito de que estaremos celebrando el próximo 31 de agosto el Día Internacional de la Solidaridad.

Si están interesados en participar, estas son las bases.

Fellow Hive members, this is my participation in the Hispaliterary Contest 8 / Solidarity: treasure for peace, as we will be celebrating next August 31 the International Day of Solidarity.

If you are interested in participating, these are the rules.

Fuente: pxhere

Desde las primeras horas de la tarde las tribunas están tan colmadas de mujeres y hombres entusiastas que no cabe un alma más. Las gradas y los palcos están de bote en bote porque se juega el último y decisivo encuentro de la actual temporada entre los blancos y los negros; los dos equipos más populares, con más seguidores, con más historia y con la mayor tradición futbolística del país.

La algarabía de los apasionados incondicionales es ensordecedora aupando en cada jugada las mañas y las habilidades de los corredores en el campo de juego. En el ala norte los simpatizantes del once blanco enarbolan sus claras banderas y hacen sonar pitos y matracas al mismo tiempo en que corean sin cesar el nombre de la oncena. En el sector sur los partidarios de la franquicia negra meten presión con el retumbo de sus bombos, platillos y tambores mientras hacen girar, como molinos, incontables pañuelos azabaches entre sus manos.

Todo el mundo está ansioso y expectante en la abarrotada instalación deportiva. Tanto los jugadores como los aficionados están dando lo mejor de sí mismos para alcanzar la gloriosa victoria. Luego de una encarnizada batalla entre los dos bandos consentidos por la fanaticada nacional, a pesar de los ataques y contraataques que ambos conjuntos han utilizado como estrategia para superar al bien entrenado y formidable contrincante, la pizarra muestra todavía un 0 a 0 de infarto.

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Llevamos transcurridos 88 minutos de partido y el marcador aún se mantiene inmóvil, con una impecable labor del árbitro principal y de los jueces de línea que han hecho un gran trabajo para mantener la competencia deportiva dentro de las primordiales reglas de juego establecidas.

Ahora el legendario capitán del equipo blanco, el temido crack que exhibe con donaire el número 10 en el dorsal de su transpirada camiseta, se desplaza sobre la grama dominando con fenomenal maestría de sus pies el balón por el centro de la cancha. Regatea con fintas y quiebres de cintura a uno, dos, tres, cuatro defensas negros que le salen al paso y con hábiles zancadas llega desmarcado a pocos metros del semicírculo de penaltis.

Está a punto de encontrar el perfecto equilibrio para chutear con su épica pierna izquierda cuando escucha un unánime “¡¡¡NOOOOOOO…!!!”, que brota de las desgarradas gargantas de los 50.000 espectadores que colman el estadio. Por una micro fracción de segundo la vigorosa pierna del capitán blanco queda suspensa en el aire.

El hábil atleta dirige la mirada hacia el frente, hacia la portería rival, y observa con asombro un esmirriado gatito negro con manchas blancas -o blanco con manchas negras, según se quiera ver-, que ha salido solo Dios sabe de dónde y camina torpemente frente al arco, entre el ciego tumulto de los jugadores.

El capitán se recompone al instante demostrando una admirable destreza mental y continúa con los movimientos de su cuerpo, pero en lugar de apuntar la esférica hacia la meta contraria hace un imperceptible movimiento con sus caderas y enseguida le propina un enérgico puntillazo a la pelota que sale volando muy alto sobre el travesaño negro hasta precipitarse lejos en las gradas.

Toda la fanaticada estalla en una emocionada y cerrada ovación de pie para celebrar la solidaridad después de que el árbitro principal hace sonar el silbato deteniendo momentáneamente el partido y los integrantes de los dos equipos se abrazan y hacen gestos de alegrías como si el último clásico ya hubiese terminado, como si ambas plantillas ya hubiesen alcanzado el mayor triunfo en la liga nacional después de poner a salvo al desamparado animalito.

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Fuente: pxhere

Since early afternoon, the stands have been so full of enthusiastic men and women that there is no room for another soul. The bleachers and the boxes are full to bursting because the last and decisive match of the current season is being played between the whites and the blacks; the two most popular teams, with the most followers, the most history and the greatest soccer tradition in the country.

The noise of the passionate fans is deafening, cheering the skills and abilities of the runners on the field with every play. In the north wing, the supporters of the white eleven hoist their clear flags and blow whistles and rattles while chanting the name of the team incessantly. In the south sector, the supporters of the black franchise put pressure with the rumble of their drums, cymbals and drums while they spin, like windmills, countless azabache handkerchiefs in their hands.

Everyone is anxious and expectant in the crowded sports facility. Players and fans alike are giving their best to achieve the glorious victory. After a fierce battle between the two sides spoiled by the national fans, despite the attacks and counterattacks that both sides have used as a strategy to overcome the well-trained and formidable opponent, the scoreboard still shows a 0-0 heart attack.

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We are 88 minutes into the match and the scoreboard still stands still, with an impeccable work of the main referee and the linesmen who have done a great job to keep the sporting competition within the primordial established rules of the game.

Now the legendary captain of the white team, the feared crack that displays with grace the number 10 on the back of his sweaty jersey, moves on the pitch dominating with phenomenal mastery of his feet the ball through the center of the field. He dribbles with feints and waist breaks to one, two, three, four black defenders that come his way and with deft strides he arrives unmarked a few meters away from the penalty corner.

He is about to find the perfect balance to shoot with his epic left foot when he hears a unanimous "NOOOOOOO...!!!", which erupts from the throats of the 50,000 spectators that fill the stadium. For a micro fraction of a second the vigorous leg of the white captain is suspended in the air.

The skillful athlete directs his gaze towards the front, towards the opponent's goal, and observes with astonishment a black kitten with white spots -or white with black spots, depending on how you want to see it-, which has come from God knows where and is walking awkwardly in front of the goal, among the blind tumult of the players.

The captain instantly pulls himself together, demonstrating admirable mental dexterity, and continues with his body movements, but instead of aiming the ball at the opposing goal, he makes an imperceptible movement with his hips and immediately delivers an energetic kick to the ball, which flies high over the black crossbar and plunges far into the stands.

All the fans burst into an emotional standing ovation to celebrate the solidarity after the main referee blew the whistle, momentarily stopping the match, and the members of both teams embraced each other and made gestures of joy as if the last classic was already over, as if both teams had already achieved the greatest triumph in the national league after saving the helpless little animal.

JCamargo, en Pixabay

Invito a @brujita18 y @maydelvalle,
a este hermoso concurso.

I invite @brujita18 and @maydelvalle,
to this beautiful contest