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El caituco

Al ver la foto de este noble árbol me trajo gratos recuerdos de al menos tres anécdotas de mi juventud. Crecí en el seno de una familia con una mezcla de llaneros y del centro de mi país, eso influyo que la cultura alimentaria hiciera que conociera a esta semilla hasta mi adolescencia bajo el nombre de onoto.

La primera anécdota tiene que ver precisamente con la comida, mi abuela quien se encargaba de la cocina no podía hacer ningún tipo de guiso, sopas o frijoles que no tuviera su toque de onoto. Normalmente la onotera estaba construido de un frasco usado de vidrio con su tapa perforada con varios agujeros adentro se colocaba las semillas sofritas en aceite. Al momento de condimentar los alimentos con el onoto siempre se escapaban algunos granos. Cada vez que nos sentábamos en la mesa a comer el afortunado ganador del premio de la semilla del onoto en la comida era mi papá y eso producía en él un gran enojo, reclamándole a mi abuela que tenía que tener más cuidado al momento de condimentar las comida, ella siempre le respondía fue solo unos granitos…

Con el transcurrir el tiempo, viviendo en el Estado Monagas por trabajo tuve la oportunidad de recorrer los municipios agrícolas del Estado, visitar campos, los caseríos y estar en contacto con personas que cocinaban de la manera tradicional. La anécdota que recuerdo es estando una vez en un sancocho la cocinera me dijo: Mijo por favor alcánzame unos granos de caituco, para aliñar la sopa. Yo extrañado por el nombre no sabía reconocer a qué se refería la señora, ella insistentemente me decía pásame el caituco… hasta que vino un compañero y me dijo caramba no conoces el caituco eso que esta allí la vista, las semillas de caituco. A diferencia de mi hogar, que se preparaba en un frasco con aceite aquí se usaba de manera directa. Fue la primera vez que conocí el nombre típico que se le da en las regiones orientales.

Cómo tercera anécdota que trae esta fotografía y sirve para que todos los venezolanos sepan que aquí cerca de Maturín en la parroquia Jusepín existe una población, un caserío que se llama el caituco. Tuve la oportunidad de visitarlo en varias ocasiones.

Dada la significancia del nombre para mí pregunte a que se debe que el caseríos tuviera ese nombre, la respuesta de los lugareños fue que en la década de 1950 allí existió una hacienda que se dedicaba al cultivo de esta noble planta.