La anciana

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-Madre!-

-Qué te pasa muchacho?-

-En el pasillo hay una aciana de manos arrugadas que me dice que cosas raras y luego me toma del cuello como queriendo ahogarme y me dice que soy la causa de su desdicha en la noche oscura y acalorada como las llamas del infierno-

-No hagas caso de eso. Es tu mente que juega con tus temores. Que no ves que el calor nos hace ver alucinaciones en esta noche clara de luna y mojada del sudor de la muchedumbre astiada-

-No madre. Que no lo he imaginado. Aún la veo allá en la esquina toda encorbada, con sus ojos casi blancos de los pecados que habrá cometido en su juvenrud tan lejana.-

-No hijo. Es tu imaginación de infante la que habla. Dices las mismas palabras que el cura de la semana pasada-

-No madre. Mira que siento todavía sus manos en mi cuello mientras lucho inútilmente por soltarme... Pero luego que lo pienso, son tan suaves y huelen a madre?...



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