[ESP-ENG] The Paradise of the Mountains || Story - El Paraíso de las Montañas || Relato

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English version


She felt imprisoned, sad, lonely...

For this reason, she traveled to her paradise, to the place where pain was forgotten deep down to give way to happiness. It was an island of towering mountains, with peaks as sharp as ice crystals. There was no place for crying, only for smiles, songs and great adventures, and she loved that.

There she was free, she could be the girl that in her own seedy home she was not. In addition, she had the company of Zurich, that bird with wings and body so imposing that, when she rode it to see the landscapes from the heights, she had to hold tight to her feathers so as not to fall into the waterfalls below. She had to throw salmon at him mid-flight to ease her swift aerodynamic movements, and it worked, because Zurich soothed the disorderly flutter of her wings.

Zurich was the sister she never had. The only thing she did not like about that mischievous bird was her predisposition not to bathe, so she had to do everything possible to wash her feathers full of mud and salmon remains. But she liked doing it because, when Zurich shook off her, she splashed her so much that she too ended up bathed in water. She then she dried her fur in the warm light of the sun that was projected over the mountains, and inadvertently fell asleep on her clean plumage.

When night came they both sang their songs to the stars and the mountains. They sang terrible, especially Zurich, rather the bird only emitted a hoarse croak that broke the frozen cliffs of the west to turn them into avalanches. However, despite the out of tune tunes, she gave the island, or rather, her paradise, everything that her voice could offer with love.

It was the best way to thank that happiness that she did not get in the hell in which she lived, because that landscape of mountains and frozen cliffs took her away from every moment of pain and agony that she suffered in her world. In the reality that she had to live every day in the brothel where they forced her to sell hers, her body, where hundreds of eyes waited anxiously to touch her, hit her ... make her cry.

For this reason, every time she was forced to be with one of those degenerate men, she escaped to her paradise, away from pain, crying and impotence. They had her in body, but not in soul because she mentally escaped to the island with Zurich, and she sang to the mountains. And although everything was nothing more than the product of her imagination, that place full of green and frozen passages was more real, more alive and much more tangible than all the life that she ever lived on the face of the earth.


Versión en español


Se sentía encarcelada, triste, solitaria…

Por tal razón viajaba a su paraíso, al lugar donde el dolor se olvidaba en lo profundo para dar paso a la felicidad. Era una isla de montañas imponentes, con picos tan afilados como los cristales de hielo. Ahí no había lugar para el llanto, solo para sonrisas, cantos y grandes aventuras, y eso a ella le encantaba.

Ahí era libre, podía ser la niña que en su propio hogar de mala muerte no era. Además, tenía la compañía de Zurich, esa ave de alas y cuerpo tan imponente que, cuando la montaba para ver los paisajes desde las alturas, debía aferrarse mucho a sus plumas para no caer a las cascadas de más abajo. Ella debía arrojarle salmón en pleno vuelo para tranquilizar sus veloces movimientos aerodinámicos, y funcionaba, porque Zurich aplacaba la desordenada sacudida de sus alas.

Zurich era la hermana que ella nunca tuvo. Lo único que no le gustaba de esa ave traviesa era su predisposición a no bañarse, por lo que ella debía hacer lo imposible para lavar sus plumas repletas de barro y restos de salmón. Pero le gustaba hacerlo porque, cuando Zurich se sacudía, la salpicaba tanto que también terminaba bañada de agua. Luego secaba su pelaje a la luz cálida del sol que se proyectaba por las montañas, y sin darse cuenta se quedaba dormida sobre sus limpios plumajes.

Cuando llegaba la noche ambas entonaban sus cantos a las estrellas y las montañas. Cantaban malísimo, sobre todo Zurich, más bien el ave solo emitía un graznido ronco que rompía los riscos congelados del oeste para volverlos avalanchas. Sin embargo, a pesar de las tonadas desafinadas, ella le regalaba a la isla, o mejor dicho, a su paraíso, todo lo que su voz podía ofrecer con amor.

Era la mejor forma de agradecer aquella felicidad que no conseguía en el infierno en el que vivía, porque ese paisaje de montañas y riscos congelados la alejaban de cada instante de dolor y agonía que sufría en su mundo. En la realidad que le tocaba vivir todos los días en el burdel donde la obligaban a vender su cuerpo, donde cientos de ojos esperaban ansiosos para tocarla, golpearla… hacerla llorar.

Por eso, cada vez que la obligaban a estar con uno de esos hombres degenerados ella escapaba a su paraíso, lejos del dolor, el llanto y la impotencia. Ellos la tenían en cuerpo, pero no en alma porque ella escapaba mentalmente a la isla con Zurich, y le cantaba a las montañas. Y aunque todo no era más que el producto de su imaginación, ese lugar lleno de pasajes verdes y congelados era más real, más vivo y mucho más tangible que toda la vida que alguna vez vivió en la faz de la tierra.



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