Te extraño a ti... Al que eras antes...
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Te extraño a ti... Al que eras antes...
No esta copia barata que se sirve, como plato principal a la mujer que tenga por delante.
Extraño la sonrisa sincera que tenías antes... Antes de que los rencores opacaran tu luz, bondad, belleza interna y desplante...
No extraño para nada, la sonrisa lasciva que ahora usas para cazar nueva y rápida comida... Extraño la honestidad que te caracterizaba y de vida me llenaba.
Extraño tus abrazos, cálidos, puros, acogedores y oportunos, los que me regalabas desde el fondo del corazón, los que me calaban el alma y curaban el dolor.
No extraño esos brazos, que ahora son peligrosos como un áspid egipcio... Si caes en ellos no encontrarás cura, solo veneno mortal, solo hay en ellos lujuria.
Extraño tus palabras certeras, sabias, íntegras, templadas, cuando tú me hablabas, eras como una anestesia local suministrada, no importaba el sufrimiento, todo lo calmabas.
No extraño las palabras que ahora usas como redes para incautas, son promesas vacías, son mentiras, son engaños brillantes, proferidos con elegancia, que al ser oídos, te mueven e instan a ceder con ansias.
Extraño tus caricias de amor, en mi cuerpo, mi mente y en mi alma, podías encender el fuego de mi intelecto, excitar mi cuerpo y elevar, hasta la cima el alma.
No extraño lo que ahora eres, eres solo un fuego falso, un soplete de mano caduco, velas que rápidamente se consumen...
Solo enciendes cuerpos secos, consumidos y marchitos, eso lo hace cualquier fuego, hasta el de un fosforito, ya no está en ti, lo que yo más amaba...
Nunca amé a nadie como a ti, me sentí tan enamorada de un hombre perfecto, un hombre cabal, amante y recto...
¡Qué tristeza más grande! Entraste en la lista de las grandes decepciones, en esa lista no hay más oportunidades, en esa lista solo puedes sentarte y esperar que vengan, cual verdugo, las retribuciones...
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