Estaban desde la madrugada esperando que abrieran la puerta. El vigilante había intentado calmarlos, pero nadie le había hecho caso, por lo que simplemente se había quedado en la parte de adentro mirando por la puerta de vidrio. Como a las 7 de la mañana comenzó a llegar el personal que allí trabajaba y quedaban sorprendidos con la cantidad de gente que estaba esperando. Los ancianos abordaban a los trabajadores y les preguntaban: _¿A qué hora van a vernos? ¿Ya llegó el encargado? Y como no obtenían respuestas satisfactorias, exclamaban: _Esto es una burla. Estamos cansados. Somos personas mayores. Deben tener respeto y consideración con nosotros.

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Eran las 9 de la mañana y las puertas del establecimiento seguían cerradas. Algunos ancianos trataban de buscar un lugar donde sentarse para descansar las piernas; otros, los que se jactaban de no estar tan viejos, permanecían de pie, aunque de vez en cuando se recostaban de las paredes o de algún árbol. Como a las 10 de la mañana, una chica voluptuosa y con cabellera bien peinada, se asomó a la puerta y con una voz chillona ordenó:
_Deben ordenarse para poder atenderlos -dijo y volvió adentro.

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A raíz de eso, empezó el alboroto. Entre ellos comenzó la disputa de quién había llegado primero. Uno que había llegado de último, aprovechó el desorden y se acomodó cerca de la puerta, creyendo que nadie lo había visto. Pero no. Comenzaron a gritarle que se quitara de allí. Al principio el hombre se hizo el sordo, pero cuando un grupo de personas lo tomó por la solapa, el hombre se asustó. Entonces, el pobre hombre que llevaba un bastón en la mano se fue caminando con dificultad para la parte de atrás de la cola.

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Después que estuvieron ordenados en una fila larga, volvió a salir la chica de antes y afirmó:
_Le daremos prioridad a los más ancianos -dijo y entró nuevamente. Ahí, los que se habían ufanado de ser ágiles y vigorosos, comenzaron a caminar con achaques y a decir que tenían más años que los otros. Nuevamente, se inició el desorden y la algarabía. En mitad del caos, uno de los bastones pegó contra la puerta de vidrio y la hizo pedazos. Entonces se hizo el silencio. Todos los empleados que estaban adentro salieron y miraron con reprobación a los ancianos, quienes se culpaban entre ellos. La chica voluptuosa y con voz chillona casi gritó:
_Así no podemos atenderlos. Así que vuelvan mañana -finalizó de manera determinante y entró con todos los trabajadores.
Los ancianos comenzaron a dispersarse. Iban encorvados y con pasos lentos:
_Esto es una falta de respeto. -decían entre ellos- No deben tratarnos así. Mañana venimos más temprano.

_{Imagen creada en Midjourney con I.A.}

Population at risk

They had been waiting for the door to be opened since early morning. The watchman had tried to calm them down, but no one had paid any attention to him, so he had simply stayed inside looking through the glass door. At about 7:00 a.m., the staff began to arrive and were surprised at the number of people waiting. The elderly would approach the workers and ask them: What time are you going to see us? Has the manager arrived yet? And when they did not get satisfactory answers, they would exclaim: _This is a mockery. We are tired. We are old people. They should have respect and consideration for us.

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It was 9 a.m. and the doors of the facility were still closed. Some old people were trying to find a place to sit down to rest their legs; others, those who boasted that they were not so old, remained standing, although from time to time they leaned against the walls or a tree. About 10 o'clock in the morning, a voluptuous girl with well-groomed hair, peeped in at the door and in a shrill voice ordered:
You must tidy yourselves in order to attend to them, she said and went back inside.

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Following that, the commotion began. Among them began the dispute of who had arrived first. One who had arrived last, took advantage of the disorder and settled near the door, believing that no one had seen him. But no one had. They started yelling at him to get out of the way. At first the man played deaf, but when a group of people grabbed him by the lapel, the man got scared. Then the poor man carrying a cane in his hand trudged off to the back of the queue.

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After they were sorted into a long line, the girl from before came back out and stated:
_We will give priority to the oldest," she said and went in again. There, those who had boasted of being agile and vigorous, began to walk with ailments and to say that they were older than the others. Again, disorder and commotion ensued. In the midst of the chaos, one of the canes hit the glass door and shattered it. Then there was silence. All the employees inside came out and looked reproachfully at the old men, who were blaming each other. The voluptuous girl with the squeaky voice almost shouted:
_This way we can't serve them. So come back tomorrow," she finished decisively and went in with all the workers.
The old men began to disperse. They were hunched over and with slow steps:
_This is disrespectful. -This is disrespectful," they said among themselves, "You must not treat us like this. Tomorrow we will come earlier.

GRACIAS POR VUESTRA LECTURA Y HASTA UNA NUEVA OPORTUNIDAD, AMIGOS