Stories behind the photos: without my dad, there are no photos [Esp/Eng]

Hace unos pocos días me encontraba revisando algunas viejas fotografías y esto me hizo recordar diversas anécdotas que me ocurrieron mientras era pequeño, además de reafirmar algunas con lo que me contó mi mamá ya que al yo ser pequeño y no recordaba del todo a la perfección. Entre éstas fotos que les comento, encontré una que es de mis favoritas y considero que tiene una historia graciosa y muestra el apego que de pequeño era bastante notable con mi papá.

Resulta que mi mamá tenía días planificando una sesión de fotos para mí, me habían comprado un caballo de madera y ella quería utilizar éstas fotografías para mí fiesta de cumpleaños que estaba próxima a suceder. Hizo todos los preparativos necesarios, arregló un día con el fotógrafo para que asistiese a nuestra casa y allí serían las fotografías.

El día llegó, mi mamá me arregló desde temprano para que no hubiese retraso y no se llevara más tiempo del necesario hacer las fotografías y mi papá como era de esperarse, se fue al trabajo. El fotógrafo llegó, tuvieron una charla del cómo serían las fotografías y ya cuando iban a empezar que me sientan en el caballo de madera, empiezo a llorar, yo no me quedaba quieto en el caballo e intentaron hacer muchas cosas, distraerme mostrándome un juguete, cantándome, hasta colocando galletas cerca de mí para que fijase mi atención en ellas y me quedase quieto para hacer las fotografías pero ninguna de ellas funcionó.

En el proceso que sucedía todo eso ya había pasado una hora desde que estaban intentando que me dejara tomar fotografías pero no lo conseguían. Mi mamá ya estaba considerando simplemente decirle al fotógrafo que la disculpara y que simplemente iban a tener que dejar eso así y planificar otro día por lo indispuesto que yo me encontraba, pero antes de hacerlo jugó su última carta que fue llamar a mi papá, le comentó que yo no dejaba de llorar y que no lograban hacerme quedar quieto o al menos que dejara de llorar para hacerme las fotografías, cabe aclarar que como dije más arriba, él estaba trabajando y todavía no era su hora de salida, sin embargo le explicó la situación a su jefa y en menos de 20 o 30 minutos ya estaba llegando a nuestra casa.

Mi mamá me cuenta que justo en el momento en que escuché el sonido del carro de mi papá llegando dejé de llorar y me hicieron la primera foto aún sin que mi papá hubiese entrado y en ella se puede apreciar en mi rostro lo mucho que había estado llorando.

Una vez que mi papá estaba con nosotros y lo vi, me quedé bastante quieto y aprovecharon de hacerme las fotografías, se puede ver a la perfección cómo mi mirada está fija a la cámara y es que mi papá se colocó detrás del fotógrafo para que yo centrase mi mirada a donde debía.

Y así fue como hice salir a mi papá horas antes del trabajo sólo porque no me dejaba hacer fotografías y tuvieron que recurrir a ésa opción. A día de hoy la última fotografía se encuentra en nuestra sala y suele ser una anécdota que suelen contar cuando alguien viene a visitarnos y justo preguntan cómo hicieron para que me quedase quieto sabiendo lo inquieto que solía ser de pequeño.