Carlitos nació en un pueblo tan chiquito, tan chiquito que era un punto dentro del mapa. Desde pequeño se dedicó a trabajar con su papá en las labores de la finca. Cuando su padre fallece, Carlitos decide mudarse a la ciudad capital.

Estando en la ciudad, trabajaba en un supermercado empacando el mercado de los clientes, cargando las cajas, organizando los anaqueles y limpiando. Carlitos dormía en un cuartico dentro del depósito, que tenía un baño para hacerse el aseo y un colchón improvisado.

Cerca del abasto había una tienda que llamaba mucho su atención. Se podía quedar un buen rato pegado a la vitrina, viendo una cantidad de cosas muy coloridas y llamativas.

Cierto día el dueño del negocio, el señor Jaime, le regaño por estar viendo tanto la vitrina. Pensaba que el muchacho estaba maquinando robar algún día.

"Vacieeee, y debe ser que uno tiene que paga por ve" le dijo el muchacho en tono alebrestado a don Jaime.

"Me auyentas a la clientela" vete, vete...le ordenó en tono arrogante a Carlitos.

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Pasaban los días, y siempre era lo mismo, el muchacho pegado a la vitrina observando y Don Jaime salía a regañarlo.

Cierto día, ya iba a comenzar a regañarlo cuando Carlitos le interrumpió de repente.
"Por qué faltan tantas cosas? le pregunto asombrado el niño a don Jaime. "Bueno porque la gente viene y compra muchacho bruto!! y vete ya, que me espantas a la clientela", le dijo dándole un empujoncito.

Al día siguiente cuando se repetía el ritual del regaño, Carlitos le entregó un papel a Don Jaime, "tenga pa que vea que no soy bruto como usted dice, no sé leer y escribi pero se contá".

Don Jaime vio el papelito y vio un dibujo muy bien elaborado, el mismo tenía artículos de la tienda: un morral amarillo, dos lápices de color azul, una engrapadora rosada, un cuaderno con una patineta en la portada....y en fin la lista tenía como 30 artículos de la tienda.

Ajá muchacho te felicito, dibujas muy bonito y para qué me das esto?
El muchacho le contó, que cuando trabajaba en la finca tenía que estar todo el tiempo pendiente de contar las gallinas, vacas, cerdos, y conejos. Además de lo que se sembraba de frutas y hortalizas.
"Allá en la finca la gente roba todo el tiempo, y de a poquito".

Don Jaime no daba certeza de la posibilidad de que el encargado le estuviese robando, y mucho menos de las habilidades del muchacho para hacer un inventario tan preciso solo con ver por la vitrina.

Sin embargo lo dejo pensando y decidió revisar el inventario de la tienda. Efectivamente Carlitos tenía razón, los faltantes no estaban registrados como ventas, estaba siendo robado por el encargado.

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Al día siguiente lo esperó como era de costumbre, pero en vez de un regaño le daría las gracias y le ofrecería trabajo en la tienda.

Pero Carlitos no apareció ni ese día ni el resto de los días. Preocupado por su salud, fue a buscarlo en el abasto donde le dijo una vez que trabajaba.

Cuando preguntó por un muchacho desaliñado, morenito, con rostro indígena al encargado del abasto, este le contestó: "Don Carlos está visitando la cadena de supermercados que tienen en otro estado, es el hijo del dueño y ahora heredero de su fortuna."

Y por qué dormía aquí y se hacía cargo del trabajo más pesado teniendo tanto dinero?
Porque su papá le enseño que "el que tenga su tienda que la atienda".