All that is now memories || Todo lo que ahora son recuerdos [ING/ESP]

𝐇𝐞𝐲, 𝐇𝐢𝐯𝐞

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All that is now memories

Birds move swiftly among the trees, it is a placid place, so neutral and peaceful. The orange and pink hues of the sunset paint the landscape behind her, that little hunched redhead sighing wearily of her life, wondering again at 28 years old if she'll still have a chance to fall in love. She woke up that morning with the invitation to another wedding flashing on her cell phone, her sixth that year. It was like hearing her mother's ghostly voice telling her that because she was the stereotypical asocial girl who was a fan of literature and cats she would be alone forever, that was Liz, a bitter woman who believed in the fate imposed by her mother.

In the distance and with the weight of work twisting her steps, a man approaches, absorbed in the formless clouds that seem to torment his thoughts. On any given Monday afternoon, drawn as always to loneliness by his father's constant criticism of not being enough; he breathes so slowly with the desire to drop dead at any instant that if he looks down the tears would fall on their own. The smell of cigarettes disturbs him, bringing his senses back to the present. Phil looks around until he finds the cause of his discomfort.

Honey and Emerald clash loudly, fighting to see who is sadder.

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"That will kill you, you know." Phil's voice is husky and deep, matching his sour 30s.

"That's the idea, in case you don't know" Liz mumbles, giving him a forced smile.

"Why don't you just jump in front of a car? It's easier and less painful."

Phil comments unfunnily, in an annoyed tone.

"Sure, and ruin the life of any bastard who drives around remembering over and over again how his beautiful car sends a poor woman to the afterlife, excellent idea."

Liz lets out the cigarette smoke so hard it hits the jaded man's nostrils. There is another duel of glances, but the fatigue behind their retinas makes them give up at the same time. Phil loosens his tie and takes off his jacket, without speaking he reaches out his hand towards the free space asking permission to sit, she shrugs her shoulders accepting the newcomer. There is no insecurity in the moment and the aura around them becomes melancholic, giving the place a sentimental value.

"You shouldn't be alone in such a big place" Phil comments, extending his arm across the back of the chair, keeping a safe distance so as not to be uncomfortable.

"I know how to take care of myself, Peter Parker."

He stifles a chuckle, that little girl is not the least bit helpless. However, Phil knows from her expression that he's not the only one in trouble, so he feels an obligation to look out for her safety, since she's made it obvious that she wants to die.

«Surely it's the circumstances —Phil thought exhaustedly— no one wants to die for the sake of it.»

"Not to be pretentious, but Mary Jane was always the one who needed help."

The fake damsel in distress pose with her hand on her forehead and unrealistic crying is Liz's response, somewhere between amused and annoyed by the apparent wretch at her side. There are a few seconds of silence, but the tension is broken by their laughter. They look at each other, and their eyes take on a strange gleam, like two schoolboys in love at first sight.

"You should be afraid to talk to me, I might hit you, I suffer from rabies" says Liz, putting out her cigarette, not wanting to make the man run away with her actions, but with her big mouth.

Phil, as an inveterate fan of romance movies, answers by honoring everything he has learned from similar situations on TV. Not knowing that this is why he drives women away.

"The innocence and indulgence you give off does not create in me any scruples or intimidation, on the contrary, you show courage and confidence."

They laugh again, at the embarrassment of others. But they stand there admiring each other until the sunset begins to set. That is the beginning of what they will later share as memories.

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Todo lo que ahora son recuerdos

Las aves se mueven con rapidez entre los árboles, es un plácido lugar, tan neutral y tranquilo. Los tonos naranjas y rosas del atardecer pintan el paisaje a su espalda, de aquella pequeña pelirroja encorvada que suspira cansada de su vida, preguntándose otra vez a sus 28 años si aún tendrá la oportunidad de enamorarse. Se levantó esa mañana con la invitación a otra boda parpadeando en su celular, la sexta ese año. Era como escuchar la fantasmal voz de su madre diciéndole que por ser el estereotipo de chica asocial fan de la literatura y los gatos se quedaría sola por siempre, esa era Liz, una amargada mujer que creía en el destino impuesto por su madre.

En la lejanía y con el peso laboral torciendo sus pasos se acerca un hombre absorto en las nubes sin formas que parecen atormentar sus pensamientos. Un lunes por la tarde cualquiera, atraído como siempre a la soledad por las constantes críticas de su padre de no ser suficiente; respira tan lento con el deseo de caer muerto en cualquier instante que si mira hacia abajo las lágrimas caerían solas. El olor a cigarrillo lo perturba, regresando sus sentidos al presente. Phil observa a su alrededor hasta encontrar a la causante de su molestia.

Miel y esmeralda chocan con fuerza, luchan por ver quien está más triste.

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—Eso te matará ¿sabes? —La voz de Phil es ronca y profunda, se acopla a sus agrios 30 años.

—Esa es la idea, por si no sabes —farfulla Liz obsequiándole una sonrisa forzada.

—¿Por qué mejor no te tiras frente a un auto? Es más fácil y menos dolorosa.

Phil lo comenta sin gracia, con tono molesto.

—Claro, y arruinarle la vida a cualquier bastardo que vaya manejando recordando una y otra vez como con su hermoso coche envía a una pobre mujer al más allá, excelente idea.

Liz suelta el humo del cigarrillo tan fuerte que impacta en las fosa nasales del hastiado hombre. Hay otro duelo de miradas, pero el cansancio detrás de sus retinas los hace rendirse al mismo tiempo. Phil afloja su corbata y se quita el saco, sin hablar estira la mano hacia el espacio libre pidiendo permiso para sentarse, ella se encoje de hombros aceptando al recién llegado. No hay inseguridad en el momento y el aura que los rodea se torna melancólica, dándole al lugar un valor sentimental.

—No deberías estar sola en un lugar tan grande —comenta Phil extendiendo su brazo en el respaldar de la silla, manteniendo una distancia prudente para no incomodar.

—Sé cuidarme bien, Peter Parker.

Él ahoga una risa, esa pequeña no tiene ni una pizca de indefensa. Sin embargo, Phil sabe por su expresión que él no es el único con problemas, así que se siente en la obligación de velar por la seguridad de ella, puesto que ha dejado en evidencia que quiere morirse.

«Seguro son las circunstancias —pensó Phil agotado— nadie quiere morirse porque sí.»

—No es por ser pretencioso, pero Mary Jane siempre fue la que necesitó ayuda.

La pose falsa de damisela en apuro con la mano en la frente y llanto irreal son la respuesta de Liz, entre divertida y molesta por el aparente desgraciado a su lado. Hay unos segundos de silencio, pero la tensión se rompe con sus risas. Se miran, y sus ojos adquieren un brillo extraño, como dos colegiales enamorados a primera vista.

—Debería darte miedo hablarme, podría golpearte, sufro mal de rabia —dice Liz apagando el cigarrillo no queriendo hacer huir al hombre con sus acciones, pero sí con su bocaza.

Phil, como fan empedernido de las películas de romance contesta haciendo honor a todo lo que ha aprendido de situaciones parecidas en la televisión. Sin saber que esa es la causa por la que aleja a las mujeres.

—La inocencia e indulgencia que desprendes no crea en mí ningún escrúpulo ni intimidación, al contrario, demuestras valentía y confianza.

Se ríen otra vez, por la vergüenza ajena. Pero se quedan allí admirándose hasta que el atardecer comienza a despedirse. Ese es el comienzo de lo que más adelante compartirán como recuerdos.

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^{𝑴𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔 𝒈𝒓𝒂𝒄𝒊𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒆𝒆𝒓 <𝟑}

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