Un trago amargo | 5 minute FreeWrite

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Vengo de una familia numerosa donde se nos enseñó a tomar decisiones y a actuar. Quizás por ser la única hembra entre 7 hermanos varones y mi disposición de cumplir con lo que mis padres demandaban de mí como hija, quizás generó que colocaran mayor responsabilidad sobre mis hombros… No lo sé realmente, pero hubo una temporada donde se me delegaban tareas que en un principio me hacían sentir útil, necesaria y llegue a pensar que las cosas no funcionarían si yo no estoy, una gran equivocación que pude comprobar tiempo después.

Hasta que nació mi hijo, entonces toda aquella autoridad delegada que me agradaba se empezó a convertir en una carga muy pesada.

Sumado a esto, mi madre se enferma y entre exámenes y exámenes, tratamientos fallidos, emiten un diagnóstico, sus riñones ya no funcionan en su totalidad, solo en un porcentaje mínimo, lo que ameritaba diálisis hasta su último día. Me negué rotundamente a aceptarlo, sentía un terror tan profundo.

Busque otras opiniones tres en total, todas daban el mismo resultado, decían: es la única forma de ayudarla de lo contrario se ahogara en sus propias toxinas. No había otra opción, se debía tomar una decisión de inmediato, consideré que no podía tomar esa decisión sola, la ansiedad me mataba, no sabía cómo dar la noticia.

Recordando el día que presente mi tesis, que me tome un trago de un licor fuerte para adormecer los nervios. Opte por hacer lo mismo para poder reunir a mi padre y hermanos para presentarles todas las evidencias de su diagnóstico y luego concertar una cita con el nefrólogo para que oyeran de sus propios labios lo que teníamos como única opción, aquel trago efectivamente me calmo los nervios, pero después me sentí culpable porque el sabor en mi boca era más amargo que ese licor fuerte. Tanto que quería vomitar y llorar, es un sentimiento devastador.

Una vez informados tomamos la decisión, mi hermano dijo: Este es el principio del fin y así fue. A los pocos meses mi mamá muere producto, no de la enfermedad, sino de un exceso de heparina, medicamento que suministran para diluir la sangre, en resumen negligencia médica. En medio del suceso, se le produjo un derrame, y mientras trataban de parar la sangre la infectaron con una bacteria, luego un accidente cerebro vascular, metástasis y el fin.

Quería tomar aquella botella de licor fuerte, hasta dormir y no sentir, pero algo me lo impidió y enfrente mi realidad, lleve mi luto, tardé para sanar mi corazón, porque no esperaba que pasara así. Aprendí a que es mejor enfrentar las cosas aunque te conviertas en una gelatina, ser valiente para no sucumbir a lo que pudiera ser una adicción incontrolable. Aunque siendo sincera esas pequeñas porciones de licor ayudaron en su momento.