Llega otra semana reflexiva y el equipo de ThoughtfulDailyPost nos presenta el siguiente modismo: ... "La sangre es más espesa que el agua"... palabras que en su conjunción, manifiestan la diversidad de abordajes interpretativos, por su acentuado poder comunicacional, toda una proposición que en su génesis estimula intencionalmente la indagación en un popurrí de disquisiciones, con libertad de asociarlas o no, a nuestras vivencias. Es una invitación a la tertulia discursiva, para mantenernos en sintonía, ejercitando el pensamiento y la introversión. Traduce una vez más el sustento vital de los encuentros en esta comunidad, al develar lo exquisito de la reflexión colectiva, haciendo enriquecedor y fructífero el intercambio de experiencias, tal vez aportando palabras necesarias a sus autores o contribuyendo a soluciones grupales, alentando el discurso de la retroalimentación y sin temor a la duda de la transformación, porque en la conmutación vivencial, se nutren nuestras miradas y se tonifican nuestros pasos, para retomar caminos o seguir la luz de los nacientes. Me uno con emotividad al encuentro, y tú, ¿nos acompañas?

Correspondiendo al modismo, "La sangre es más espesa que el agua", puedo mencionar que se aplica plácida y convenientemente a mi contextualización vivencial como familia, por supuesto, con peculiaridades y particularidades que nos distinguen y nos hacen propios, como grupo. En mi génesis familiar, provengo de raíces y principios considerablemente rígidos e intransigentes, altamente restrictivos e impositivos, para las acciones. Sin embargo, generación tras generación en nuestra descendencia, ha aportado con tesón la sabiduría de la evolución, acorde a los tiempos que le ha correspondido vivir, generando meritorios aportes a todos sus integrantes, para mutar y fluir constantemente en la incertidumbre y adaptación, apropiándonos con consonante prestigio como familia, a los tiempos y entornos sociales que nos ha tocado transitar.

Actualmente, como familia, somos un ejemplo vivo y andante de la variedad en la diferencia, estamos unidos por unas raíces y un tronco común, pero somos diferentes y contrastados. Quizás pueda parecer incongruente, pero en nosotros fluye mucho amor, comprensión y apoyo mutuo, sin condicionamientos ni exigencias. Lo que cada uno puede dar desde su bondad, sin intereses ni expectativas de retribución. Nos hemos ido haciéndonos y redireccionándonos en el proceso llamado vida, aprendiendo, desaprendiendo y reaprendiendo, en el que todos hemos ido madurando en armonía familiar, entre aciertos y desaciertos, predominando la negociación del entendimiento agrupado.

Fluimos en la heterogeneidad plena, atribuible a las perspectivas de nuestras propias identidades, nos reconocemos y nos respetamos en la divergencia, porque valoramos la esencia de la pluralidad, siempre consintiendo la convivencia y el diálogo, entre sus miembros. Nos validamos y complementamos, en la multiplicidad de la heterogeneidad, donde la participación grupal es vital para nuestras decisiones familiares, y nos enriquecemos en la diversidad de pensamientos y enfoques.

No hemos estado exentos de conflictos y desacuerdos, pero juntos los hemos afrontado, dominándolos y superándolos a su debido tiempo, evitando su diseminación y difusión negativa. Los aislamientos y distanciamientos entre nosotros, por desajustadas interpretaciones o debilidades para alcanzar consensos, también han estado presentes, pero felizmente, de lo inesperado, surge la luz, y emergen la coparticipación y la contra fuerza. Sin duda, puedo asegurar que han sido los momentos más críticos y álgidos los que han favorecido la mediación, condicionando las más sinceras representaciones de arrepentimiento y compunción, fluyendo la energía positiva y resiliente, con abrazos alentadores y otras expresiones de sincero amor familiar.

Somos una familia armoniosa, cohesionada en la unión de sus principios y en la alianza del compromiso colectivo que amalgama la cooperación y los beneficios que aporta la reciprocidad, en una pluralidad que acuerda y fortalece con su broquel, a la resolución de los más desafiantes eventos caóticos, que en su disonancia, embisten contra el equilibrio y el consenso familiar.

Somos una familia de humanos reales, donde no nos regimos por copias o estereotipos, donde como miembros, llevamos nuestra incomparable alforja, llena de luces y sombras, con aciertos y errores, pero también con valores y virtudes en la ipseidad de la identidad, aderezada por la perspectiva y forma de vida de cada uno de nosotros, en sus particularidades. Apreciamos con respeto, la diversidad, el poder de disentir y decidir desde la mismidad, sin pisotear ni menoscabar la alteridad simbolizada en el equilibrio de sus integrantes. Somos reflejo de una unidad armónica, alimentada en el amor y el apoyo mutuo, desde la autonomía y la contemporaneidad, con corresponsabilidad y conciencia colectiva.

Agradezco asiduamente a la vida misma el don de mi familia. Soy muy feliz con la que tengo, son mi baluarte, a ellos les debo mis cimientos, que se han ido matizando en diferentes tonos, haciéndome transformable con las colisiones de la vida. En nosotros se aviva la frase "La sangre es más espesa que el agua". Con emoción, me enorgullece expresar que somos una familia donde la heterogénea pluralidad se armoniza.