En estos últimos días, he realizado un trabajo sin remuneración económica y en el que he invirtiendo mi tiempo y mi talento. Sin embargo, por decisión propia quise hacerlo, porque me gusta lo que hago, aprendo y me siento muy bien trabajando con las personas involucradas en el proyecto. Eso, en su momento, fue la respuesta a las tres preguntas existenciales, “lo hago porque quiero y me hago responsable por eso” además me sentía muy bien, lo disfrutaba y me divertía incluso.

Ya a punto de culminar el trabajo sucedió algo que me decepciono, cambio mis intereses y mi ánimo. Yo estaba emocionada por ser parte de una de las actividades y cuando me postule, la respuesta fue tajante y un contundente “tú no puedes” prefiriendo ocupar a otros compañeros que tienen participación en otras actividades.

Es cierto que de pronto no tengo un titulo formal, sin embargo no se me dio la oportunidad de mostrar mis talentos.

Lo peor de todo fue, que luego vi que otro grupo los compañeros tienen menos experiencia que yo y estarán participando en la actividad con el apoyo de otras personas. Eso me alegro mucho porque tuvieron esa oportunidad de que si los valoraran y los motivaran.

Ahí dentro de mi profunda decepción y tristeza, de nuevo me hice las tres preguntas existenciales, cerré mis ojos para saber que sentía, luego más tarde cuando nos reunimos, ratificándose la negativa a mi solicitud, allí mi corazón me dio la respuesta: “No quiero estar donde no tengo la oportunidad de mostrar quien soy, ese no es mi lugar”