Respiro mi energía femenina, la que me mueve como mujer, mi esencia, un tesoro que está en mi interior.

Si lo busco fuera de mi lo pierdo, me hace sentir insegura e inestable, dejo de amarme porque no soy quien soy y comienzo a modelar otras conductas que muchas veces la sociedad me lleva asumir, la estética excesiva o la guerrera que todo lo puede; voy detrás de ideales que tratan de sustituir las carencias que creo que tengo.

Estar con mi propia energía sutil y melodiosa, dulce y sensual, que está en movimiento, danzando mis sentimientos con fuerza instintiva y con la sabiduría intuitiva; siendo una mujer de los elementos agua y aire, necesito al elemento de la madre tierra, que me nutre, me alimenta y me estabiliza. Y del elemento fuego me acompaña con la pasión, la fuerza, la valentía y el liderazgo.

Cuidar y ser cuidada para preservar la vida, porque soy creadora de vida, cultivo la madre y la hija también.

Aceptar los ciclos de la vida, donde amo a cada fase que pasa y llega a mí, respeto mi naturaleza y como mujer también apoyo a mi tribu en su proceso.

Soy femenino en esencia pero integro lo masculino para enriquecer amablemente mi mundo, la alegría de abrazar e integrar las polaridades Yin-Yang como femenino y masculino, dos energías que habitan en mí. Estoy aprendiendo a armonizarlas, lo que me permite ser más receptiva, a la vez activa y empoderada, proyectándolo plenamente en mi día para disfrutar y ser más feliz.

Tomo conciencia de mi cuerpo, mi movimiento y mis sentimientos, me expreso libremente desde mi emoción y mi voz, con el coraje de sentir alegría y amor para vivir la vida que quiero vivir “potencio mi identidad genuinamente femenina”.

Gracias por llegar hasta aquí y tomarte el tiempo para leer mi publicación.