Voy caminando y a medida que avanzo recorro el camino de mi vida, cada pisada que me sostiene y que impulsa a mi cuerpo a desplazarse. Mi caminar me dice cómo voy por la vida, si estoy erguida con sinergia entre mis extremidades, si voy alegre o determinada, si voy rápido o con una lentitud que me recuerda que los detalles cuentan.

Y en la vida no camino sola, hay momentos donde tengo que hacerlo acompañada y esa compañía me permite crear un camino juntos para salir del individualismo y coordinarme con el otro que me complementa.

Yo tengo mi ritmo, el otro tiene su ritmo y sin atropellarnos caminar uno al lado del otro respetando nuestros ritmos; no te llevo alado en mi vida agitada, desesperadamente agitada y sin pausa; no me dejo arrastrar por otros que llevan sus vidas a las carreras sin respirar.

Transitar un camino junto es respetar los ritmos de cada uno y crear un ritmo de andar por la vida que nos permita pasar el tiempo que tengamos que pasar juntos desde la armonia de vivir.

Integrarme con el otro a medida que avanzamos es la posibilidad de dialogar al ritmo del otro y proponer mi propio ritmo; con la pareja, hijos, compañeros de trabajo, familiares, vecinos, amigos, ese es nuestro día a día porque convivimos con ellos y no caminamos solo.

Dos personas pueden transitar juntas aun no estén de acuerdo en algunas cosas, haciéndolo desde la afectividad que nos permite aceptar la diversidad, a comprender que no todo tiene que ser como queremos que sea.

Muchas veces no puedo andar sola y es bueno aceptar el acompañamiento, la mano amiga, el sostén y la guía.

El otro trae noticias de mí, me da la oportunidad de crecer como persona, gracias por estar a mi lado.

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