Una actividad = un aprendizaje. Vida de mamá 💞

La semana pasada Marcela tuvo su última actividad sobre su proyecto del deporte, está vez nos correspondía acompañar a todos nuestros niños a una actividad cerca del colegio en la que todos podían llevar sus bicicletas, patines, patinetas o monopatín, todo con la idea de hacer un recorrido como lo hacen los ciclistas en sus prácticas diarias por el municipio. Lo nombraron "Bici-turismo en el Parque Ferial San Juan Bautista" y la idea era muy divertida pero algo me decía que no debíamos ir.

El primero en participar fue Simón, el ambientalista del colegio quien tiene más de 30 años de servicio y es un maestro de la creación jeje, el mismo inventó esa bicicleta de 3 puestos en la que va a trabajar todos los días junto a su esposa y el tercer puesto es para aquel que se encuentre en el camino y pueda darle el aventón. En ese puesto instaló una corneta para animar la actividad, pero yo estaba preocupada porque Marcela no tiene bicicleta, patines, ni monopatín para participar pero su maestra insistió en que debía asistir y así sus compañeros le prestarían y compartirían sus cosas.

Y sí, sus amigas Angelina y Fiorella decidieron compartir con ella sus monopatín pero ajá, en algún momento ella se iba a quedar sin nada mientras los demás se divertían y participaban en la actividad. Marcela y yo ya habíamos hablado del tema, de lo que haríamos y como sería la actividad, ella estaba triste pero aún así quería ir así que con algo de recelo fuimos y a la primera en la que se quedó sin nada se puso a llorar.

Y lloró y lloró y yo estuve a su lado hasta que recuperó la calma, porque yo no podía hacer nada para controlar aquello que estaba sucediendo. Volvimos a conversar sobre lo que ya habíamos hablado antes, sobre esperar su turno, sobre las veces que nos toca "estar" pero no "hacer", de sus amigos, de la amistad, y se nos pasó rápido el tiempo.

Me sentí por momentos muy mal por ella, porque yo quisiera darle todo lo que quiere, todos los juguetes, todo lo que un niño puede desear y todo lo que ella necesite para seguir creciendo y desarrollándose, quisiera que ella hubiese llevado su bicicleta y que no se sintiera diferente porque era la única que no tenía algo con lo que correr, pero la verdad es que nunca le hemos podido dar ese regalo.

Después de un rato de estar paradas a un lado viendo a todos los demás ir y venir, una amiguita se acercó y le dijo de la forma más graciosa posible que le prestaba su monopatín, y agregó un "deja la lloradera" que le sacó una sonrisa a Marcela y así de fácil se fue la tristeza. Yo creyendo que mi jarabe de lengua había servido pero la verdad es que ese comentario de Celena surtió más efecto jajaja, fue más efectivo.

Sentí muchísimo alivio, respiré profundo, sonreí y la animé para que se uniera a su grupo mientras su amiguita se quedaba conmigo en la sombrita hablando, porque es como decimos aquí en Venezuela, una literal perica. Mientras tanto escuchaba la risa de Marcela y la veía correr y divertirse de aquí par allá. Me sentí satisfecha de la decisión que tomé de ir a pesar de las circunstancias y la culpa se quedó atrás.

Además de satisfecha de la decisión que tomé, me sentí muy orgullosa de ese momento que vivimos, de que pude y supe manejar está situación, de que ella superó su tristeza y aunque lloró y se desmoronó, se recuperó y pudo disfrutar del paseo y de la actividad junto a sus amiguitos, de que puso entender que no todo es siempre como nosotros queremos, como lo deseamos, pero que de igual forma podemos ser felices con lo que tenemos. Siento que tengo una deuda con ella porque ya tiene 7 años y desea mucho tener una bicicleta, pero estamos trabajando para darle lo mejor y poder cumplir sus deseos, además ella se lo merece porque es una niña maravillosa. Está fue una oportunidad para aprender juntas y creo que lo hicimos excelente y alcanzamos el objetivo, una enseñanza para ambas.