Mi labor como maestro. Día del maestro.

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Mi labor como maestro.

El poder referirme a mi labor como docente en Venezuela me produce siempre una emoción que se repotencia a través del tiempo.

Y es, justamente hoy, cuando se celebra el Día del Maestro en nuestro país, que me llega el impulso de traer recuerdos y hechos que han acontecido en una dilatada carrera que comenzó en el año 1974.

Sí, mis inicios fueron en octubre de 1974 en el Instituto de Comercio Cacilio Acosta de San Juan d los Morros (desapareció tal vez en 1994), y había 3 horas semanales en la especialidad de inglés. Mi edad era de 20 años.

Yo estaba recién graduado de bachiller, pero como destaqué en esa materia desde primer año, me asignaron esas 3 horas, que recuerdo cancelaban 12 bolívares cada hora. Había pocos profesores graduados en el área.

Estaba empezando a estudiar en el Iupemar (Instituto Universitario Experimental de Maracay), y el pasaje era de solo bs. 0,50 de Maracay a San Juan de los Morros, y viceversa.

Recuerdo que era una sección con 41 alumnos, 39 hembras, y 2 varones nada más. Había alumnas de más de 40 años.

Era un muchacho, en tanto el otro personal pasaba de los 30 años, y me consentían mucho.

Quienes egresaban de esa escuela se graduaban en secretariado, y eran contratados para laborar en instituciones de salud, educación, deportes, etcétera, con sueldos bastante aceptables.

No era fácil estudiar educación superior entonces pues las universidades y pedagógicos eran escasos, distantes y caros.

En 1975 pasé a otro instituto de comercio, llamado José Gregorio Hernández. La paga era mucho más pronunciada, pero duré solo 1 año.

En 1976 fui ubicado en la escuela básica José Félix Ribas, con 9 horas semanales y mi sueldo era de 509 bs. mensuales. Allí duré hasta 1979.

En 1977 me desempeñé como docente suplente de Castellano y Literatura con 30 horas para cubrir las labores de la profesora Aída de Sheuat quien estaba de permiso prenatal y postnatal, en el ciclo básico Rafael Cabrera Malo.

Pero el destino me tenía una misión que regiría mi vida, y en 1981 fui contratado como Docente de Actividades Complementarias y Musicales en la Casa de los Niños La Paraulata.

Me remitía a la cultura en general, y preparaba niños de 6 a 14 años para que representaran a la escuela en los eventos que se llevaban a cabo, tales como parranda navideña, carnavales, desfiles y actos culturales.

También enseñaba a tocar cuatro y a formar corales pues de ahí fui solicitado para laborar en varias escuelas del municipio Roscio donde y cuando escaseaban los especialistas en educación musical.

Ya en 1985 tenía de 3 a 5 escuelas donde debía trabajar desde las 7 am hasta las 5 pm semanalmente.


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Invitado a dar una clase de música en preescolar Los Llaneritos, 29 de febrero de 2016.

En 1986 experimenté uno de los cambios más bruscos e impactantes de mi vida cuando la Casa de los Niños La Paraulata fue sustituida por el Jardín de Infancia La Paraulata.

Me sentí totalmente desubicado y sorprendido por esa conversión, pero la adaptación duraría unos 10 días.

Desde entonces comprendí la belleza que enmarcaba el hecho de trabajar con niños de 3 a 6 años.

El personal masculino se fue a otras escuelas, ellos eran docentes de educación física o matemáticas.

María Luisa de Celis, fallecida hace unas semanas fue quien me consiguió ese cargo, y en verdad que siempre estuvo contenta y satisfecha con mi labor.

En preescolar encontré que los niños de esa edad rinden más de lo que la gente suponen.

Aparte de la enseñanza, me empeñé en dotar a las escuelas de su himno institucional y, desde 2008 comencé a hacer esos himnos a cada escuela.

Ya antes había escrito otros himnos, como el Himno a la Casa de los Niños La Paraulata, en 1981, y luego el Himno de Preescolar, que es casi el Himno Nacional de Preescolar pues se canta en casi todos los estados del país. Es mi gran orgullo.


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Enseñando el Himno del liceo Roscio, 21-10-2016.

Otro himno que hice fue el del liceo Juan Germán Roscio donde estudié secundaria desde 1968. Otro orgullo. Fue escrito en 2008.

Hasta ahora creo que van 52 himnos en total.

Hacía poco más de 2 años estaba visitando las escuelas para hacerlos conocer, pero la pandemia ha impedido el propósito.

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(Aquí @lecumberre con 4 niñas del Quinteto Pariapán, 2019).

En 2014 pasé definitivamente a la condición de educador jubilado, pero la inquietud por la enseñanza nunca ha desaparecido, y en 2017 formé un quinteto de niñas de 5 a 11 años en el barrio Pariapán donde vivo, y aprendieron a tocar cuatro y a cantar el mismo tiempo.

A veces llegan personas interesadas en querer aprender a cantar y a tocar, pero hay que esperar que las situación mejore.

Doy gracias a Dios por mi experiencia educativa.



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Escribir 52 himnos no es cualquer cosa, eso es una gloria, haber escrito esas letras para las diferentes insituciones educativas roscianas es una bendición, debes tener muchos reconocimientos por tan fructífera labor.
Muchas felicidades en nuestro día.

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Hola, Yujomar, muchas gracias por tus alentadoras palabras. Dios te bendiga.

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