A caminar

Hay una etapa de los niños en que ya no quieren los brazos de mamá; es cuando agarran el gusto por el suelo y comienzan gateando, pero al mismo tiempo agarrando todo lo que encuentran a su paso y no sé por qué todo lo quieren probar, sucediendo lo que casi no podemos evitar que se lo lleven a la boca.

No se pueden dejar solos porque en el primer descuido les da por agarrar las cosas más insólitas, donde más hay peligro porque no son los juguetes que llaman su atención; son el control, los adornos, los equipos, las cosas de la cocina, los zapatos y pare usted de contar y todo para la boca. Llega un punto en que parecen aspiradoras recogiendo todo cuanto ven en el piso.

Así está claro que como están más que entretenidos en su momento de exploración, no quieren que mamá los cargue; luego va incrementando la situación porque empiezan a dar sus primeros pasitos lo que quiere decir que ya quieren caminar y muchos incluso correr de una vez, como me paso con mis dos hijas.

De eso se trata todo lo que recordé hoy al ver esa foto de mi princesa Victoria, mi primogénita; allí está una tarde en una iglesia donde fuimos invitados para un bautizo, faltaban 3 meses para que cumpliera su primer año y aún no caminaba, para entonces no quería que yo la agarrara. Imaginen como soltaba yo a esa muchacha en la iglesia si lo que quería era revisar todo, agarrar e irse a todas partes porque nada le daba miedo.

En adelante lo que toco fue turnarme con mi esposo y andar casi siempre detrás de ella, sobre todo fuera de casa, en parques, fiestas y así porque una vez que arranco a caminar su energía se incrementó.