[ENG-SPN] Behind the walls / Detrás de las murallas
If you are one of those who like to travel in winter and see in the polar landscapes and the cold the seduction of a vital adventure, Ávila is surely a destination that will not disappoint you: you will warm yourself with wines, spirits and carajillos, letting yourself be carried away, in addition, by the sacred protein function of a traditional cuisine, which, in most of its excellent dishes, uses the ancestral magic of the wood oven as an essential preamble to entering the fantastic world of the palate.
Satisfied, then, and overflowing with the spirit of euphoric adrenaline, you will live an unforgettable experience, hooked, irremediably, by the charm of a city, which, regardless of the passage of time determined to modify everything that crosses its path, persists, with unequivocal determination, in preserving the superb richness of its medieval heritage.
You will discover that, beyond what are possibly the most extensive and best preserved medieval walls in the world, ancient architectures, such as the Romanesque, survive, alternating like fireflies with that media beacon of culture, which is its cathedral, with other styles, such as Gothic, where you will find superb chapels, in whose elaborate tombs, you will see the coats of arms of enigmatic families, such as the Rubí de Bracamonte, who will invite you to penetrate the mysteries of a History as distant as those bulls and boars of solid stone, on which the Celtiberians danced in a circle, always on the edge of the frosty waters of a river, the Adaja, whose silent passage through the city, are whispers of immortality.
Si eres de los que te gusta viajar en invierno y ves en los paisajes polares y en el frío la seducción de una aventura vital, seguramente Ávila sea un destino que no te decepcionará: te calentarás con vinos, aguardientes y carajillos, dejándote llevar, además, por la sagrada función proteínica de una cocina tradicional, que, en la mayoría de sus excelentes platos utiliza la magia ancestral del horno de leña como preámbulo imprescindible a la entrada en la fantástico mundo del paladar.
Satisfecho, pues y rebosante el espíritu de eufórica adrenalina, vivirás una experiencia inolvidable, enganchado, irremediablemente, por el encanto de una ciudad, que, independientemente del paso de un tiempo empeñado en modificar todo aquello cuanto se cruce en su camino, se obstina, con inequívoca determinación, en conservar la soberbia riqueza de su patrimonio medieval.
Descubrirás, que, más allá de las que posiblemente sean las murallas medievales más extensas y mejor conservadas del mundo, arquitecturas ancestrales, como la románica, sobreviven, alternando como luciérnagas con ese mediático faro cultural, que es su catedral, con otros estilos, como el gótico, donde encontrarás soberbias capillas, en cuyos elaborados sepulcros, verás los escudos de enigmáticas familias, como los Rubí de Bracamonte, que te invitarán a penetrar en los misterios de una Historia tan lejana, como esos toros y verracos de piedra maciza, sobre los que los celtíberos bailaban en círculo, siempre a la vera de las escarchadas aguas de un río, el Adaja, cuyo silencioso paso por la ciudad, son susurros de inmortalidad.
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