Enrique Lihn: poesía del reconocimiento y el extrañamiento

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Enrique Lihn es uno de los más importantes escritores chilenos del siglo XX, y de toda la literatura hispanoamericana de tal centuria. Nacido el 3 de septiembre de 1929 y fallecido en 1988, fue poeta, principalmente, pero también escribió narrativa (novelas y cuentos), ensayos y se ejercitó en otros géneros. Tuvo una relación muy estrecha con escritores coterráneos que avanzaron y crearon las bases de una corriente de modernización de la literatura, es decir, de autores de carácter vanguardista, como Nicanor Parra y Alejandro Jodorowsky, junto a los cuales creó Quebrantahuesos, una especie de revista collage editada en 1952. Se inició como pintor, pero se dedicó completamente a la literatura, en la que se destacó como escritor, aunque también como educador en el nivel universitario y en talleres literarios. Inicialmente, apoyó la revolución cubana, pero luego se distanció de ella y ejerció la crítica contra las actuaciones del régimen, como el acoso en contra del poeta cubano Heberto Padilla.


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Enrique Lihn por Tito Vásquez - Fuente


En su prolija obra literaria, encontramos ocupando un primer lugar a la poesía, que inició con su poemario La pieza oscura, en 1963. Entre sus libros siguientes puedo nombrar: Poesía de paso (1966), La musiquilla de las pobres esferas (1969), A partir de Manhattan (1979, Antología al azar (1981), Al bello aparecer de este lucero (1983), El Paseo Ahumada (1983), Pena de extrañamiento (1986) y Diario de muerte (de publicación póstuma, 1989). Entre sus novelas destaca Batman en Chile (1973), y en sus libros de cuentos Agua de arroz (1964). En ensayo tenemos, por ejemplo, su libro Introducción a la poesía de Nicanor Parra, de 1952.

Vivió en Francia, Cuba y Estados Unidos. Recibió varios premios y reconocimientos, como la afamada Beca Guggenheim, en 1978.

Efectivamente, fue uno de los renovadores de la poesía latinoamericana, creando una poesía más del habla que de la escritura, como aprecia la crítica Violeta Urbina. Acoge la amplia heterogeneidad de la experiencia humana para hacerla suya. Su identidad se despliega como «un yo que no existe plenamente, sino como memoria, como deseo, como intensidad», expresa la estudiosa mencionada.


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Enrique Lihn, Nicanor Parra y Óscar Hahn - Fuente


Será un hombre con una aguda conciencia de la poesía, y de su vida en ella. Así, tendremos poemas ejemplares de esa autorreflexión, como es el caso del poema «Si se ha de escribir correctamente poesía», de su poemario Antología al azar. De ese poema, su última estrofa:

Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.

Pero quizás el más definidor de su asunción personal de la poesía es el poema «Porque escribí», de su libro La musiquilla de las pobres esferas, de 1969, que cierra con estos terminantes versos:

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.


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Fuente


A continuación reproduzco tres poemas breves suyos:

Una nota estridente

La primavera se esfuerza por reiterar sus encantos como si
nada hubiera sucedido desde la última vez que los inventariaste
en el lenguaje de la juventud, retoñado de arcaísmos, cuando
la poesía
era aún, en la vieja casa del idioma, una maestra de escuela.
Y no hay cómo expulsar a los gorriones
de las ruinas del templo en el sueño enjaulado,
león de circo pobre que atormentan las moscas,
se da vueltas y vueltas rumiándose a sí mismo:
extranjero en los suburbios de Nápoles, arrojado allí por una
ola de equívocos.
A esos cantos miserables debieran adaptar
estas palabras en que oscila tu historia
entre el silencio justo o el abundar en ellas
al modo de los pájaros: una nota estridente,
una sola: estoy vivo.

(De: Una nota estridente, 2005 -póstuma)

***

Epílogo

Vivimos todos en la oscuridad, separados
por franqueables murallas llenas de puertas falsas;
moneda que se gira para los gastos menudos de la
                     amistad o el amor nuestras conversaciones
contra lo inagotable no alcanzan a tocarlo
cuando ya se precisa renovarlas, tomar
un camino distinto para llegar a lo mismo.
Es necesario acostumbrarse a saber
vivir al día, cada cual en lo suyo,
como en el mejor de los mundos posibles.
Nuestros sueños lo prueban: estamos divididos.
Podemos simpatizar los unos con los Otros,
y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil,
acercar nuestra historia a la de otros
podándola del exceso que somos,
distraer la atención de lo imposible para atraerla
                     sobre las coincidencias,
y no insistir, no insistir demasiado:
ser un buen narrador que hace su oficio
entre el bufón y el pontificador.

(De: Poesía de paso, 1966)

***

Álbum

La claridad del día ya no es más
que el parpadeo de un ciego que se orienta por el sol
que el encuentro de la memoria y el álbum de la familia.

Nos orientamos hacia una falsa claridad memoriosa
y el sol de este verano es una cosa de ciegos,
pero el sueño lo sabe: estaríamos allí
si el último día no fuera sólo un día entre otros.

(De: La musiquilla de las pobres esferas, 1969)

Un comentario final sobre la vital poesía de este entrañable poeta. El reconocimiento de lo vivido que se torna recuerdo, pero a la vez impulso –"élan", diría el filósofo Henri Bergson– se junta con una conciencia del presente, en la que el poeta se sabe en continuo extrañamiento, es decir, en una suerte de exilio interior frente a sí mismo. Así lo poetiza ya en su primer poemario, La pieza oscura, como lo leemos en el fragmento IV del poema «Barro»:

No hay más extraño que uno. Es la apariencia de otro quien terminó
              por frecuentarnos,
por aceptar finalmente una invitación reiterada.
Me pareció ver a mi sombra cuando le abrí la puerta, justo en el
              momento en que íbamos a salir.
La función había comenzado. «Adelante. Adelante».
«Te estábamos esperando», dije yo y ella dijo: «No reconozco a los ingratos».
con un curioso temblor en la voz.


Referencias:
Antología de la poesía hispanoamericana II (1993). Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana / USB-Equinoccio
Cobo Borda, J. G. (1985). Antología de la poesía hispanoamericana. México: Fondo de Cultura Económica.
https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Lihn
Página web dedicada al poeta: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3408.html
Página web dedicada al poeta: http://www.letras.mysite.com/archivolihn.htm
https://vomiteunconejito.wordpress.com/2021/06/07/poemas-de-enrique-lihn/
http://www.letras.mysite.com/lihn2.htm
http://www.letras.mysite.com/lihn2011.htm


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