Fue una mujer llena de calma y de vida, con el sol en los ojos y con la luna entre los pensamientos. Con bondad, con un ligero carisma, pero sobre todo, con mucho amor, propósito e intención de que ambos floreciéramos.

No sería la primera mujer a la que llegué a amar, y por como se mueven las aguas de la vida, tampoco será la última; sin embargo, dentro de cada amor, hay un factor que termina siendo único, y eso fue Ella: Algo único, algo inigualable.

Fue la persona más amable que conocí mientras viví durante todos estos años; y eso, considerando mi virtud natural de contribuirle al mundo, sentía que era algo que superaba a mis propias virtudes. Por supuesto que no era perfecta, no es natural ni sencillo coincidir con un ser con sus capacidades elevadas hasta lo óptimo. Diría que incluso las personas especiales que rozan la perfección tienden a ser acribilladas por el juicio; y por ende, nunca hay perfección en el mundo… aunque he notado, particularmente, que sí tiende a haberla.

Ella fue la mujer de mis sueños, y lo digo sin exagerar absolutamente nada: Sabía que era así. Todavía puedo mirar esos caminos que teníamos destinados a caminar, porque son reales; lo fueron, pudieron serlo, pero ya no los miro ni con tristeza ni con desdén; sólo los miro y les sonrío. Ni siquiera lanzo una moneda para que se cumplan; creo que esos caminos quedaron sepultados sobre los nuevos caminos.

La página se me quedaría corta aunque tratara de escribir todo lo que ella fue. Mi compañera de juego, mi rival del día. Era necesario tenerla en contra para poder batirme a mí mismo, a mis propias incorrecciones. Sé que también contribuí mucho a su vida. Ambos recorrimos ese océano de vida y muerte en el que salimos victoriosos más de una vez. Me río mientras escribo esto, porque son analogías que llegaron a ser muy ciertas.

Sobre todo, la mujer que amé. Esa condición de amar, en esas formas y de esas maneras, a pesar de todo, no es lo común; esa manera de coincidir

Mi relación en realidad nunca se sintió creada. Llegó sola, como los hilos del destino que tejen todo, así se sentía. Así siempre lo sentimos ambos. Es divertido, es especial recordarlo tal y como fue; es simplemente hermoso. Y al final se trata de eso, de recordarlo exactamente como fue, en el tiempo, espacio, lugar y evento de cómo ocurrieron todas las cosas.

Se me dio por escribir esto porque el día de mañana, además del olvido, quedan historias y consideraciones; y la única historia es la que puedo intentar contar hoy:

Un persona, un amor, mucho más grande que cualquier palabra.

Eso es para mí. Es lo más honesto que he podido sentir en cuanto al desenlace de todo este tiempo: La forma de dar las gracias a todo lo que fue.

Y de reflejar en el océano de la vida la realidad de las cosas.