Llantos del corazón.

Mi noche depresiva finalmente llegó, en el medio de la ira y la tristeza de mis ojos comenzaron a brotar gotas de melancolía, de sentimientos muy distintos a todos los experimentados, se dice que si amas a alguien siempre querrás lo mejor para ella, y sobre todo la cuidarás ante todas las cosas.

No era ningún amor, no era ningún romance ni una película de telenovela, era un amor cuyo sentimiento había crecido con él. Siempre he querido lo mejor, pero en el medio de eso recibo insultos, gritos, groserías y todo lo relacionado, las malas palabras los acompañan, y aun haciéndome el duro para que no me vieran cómo me lastimaban, por dentro estaba devastado, acabado, con ganas de querer decirle a la vida que ya basta.

Mentes en pleno desarrollo, y es que ya no sé qué más hacer, mis pensamientos se convierten en uno solo, y al lado de mi oreja una pequeña voz irritante que me dice que haga decisiones que me llevarán a la perdición. Mi lado bueno y mi lado malo luchan entre sí, pero a pesar de toda la mierd que pueda pasar, siempre hallo la manera de auto reconstruirme a mí mismo.*

Con un pañuelo empapado de mis fosas nasales y el cielo estrellado me pongo a pensar en todo, queriendo sacar mi despecho por dentro, y reconfortarme cada vez más. Una simple sonrisa es lo que a veces necesito, en vez de eso soy el chico reservado, tragándome mi dolor y sufrimiento y disolviéndose por dentro, después de todo, nadie te da importancia.

¿Mi mejor amigo? “El cielo”, ¿Quién siempre está ahí? “las estrellas”, ¿la única que siempre me alumbra? “La luna”, tick tack las horas las veo pasar, y a medida que la noche correr mi dolor desaparece, aun pensando en ese momento cuyo corazón roto es casi que imposible de reparar.

Sin sentimiento me dicen muchos, odiosos y sin hablar, “Me caracterizan”. Pero aunque me vean de una manera, soy todo lo contrario, los amores son pasajeros, los amigos son pasajeros, pero los hermanos son de toda la vida. Cociéndome las heridas del corazón espero rápidamente que cicatricen.

Sin embargo las cicatrices cierran, pero siempre te quedará la marca recordándote el día que te pasó lo sucedido, es así que por más cicatrices que tenga, siempre los recuerdos habitan en mi mente.