La noche de ayer.

La noche de ayer tuve ciertas inquietudes e inseguridades, el hecho de tratar con personas desconocidas y caerles bien fue algo que me alegro, pero en el medio de risas y risas se creó un pequeño sentimiento entre el hombre y la mujer, y es que hay cosas que sin duda alguna no quiero que pasen, pero sin yo querer, siguen sucediendo.

Personas van y vienen, y a medida que vamos creciendo siguen apareciendo nuevas, es una muy extraña sensación, porque aunque sé que me la puedo pasar bien con alguien más, todos mis recuerdos me conducen a ella, su imagen se refleja en mi cabeza, y con cada trago que me echo la veo al final de la copa acariciando mis tiernos labios.

Con la cabeza dándome giros, y la dulce voz que me hablaba no podía dejar de ver el teléfono, encendiendo la pantalla cada 5 minutos, queriendo escuchar un mensaje de ella, que me dijera algo, que me hablara aunque sea.

Pero las horas pasaban, y al ver que no pasaba eso que yo quería, me concentré en algo más…. Admito que no dejo de pensar en ella, admito que tal vez soy un poco ido, admito que quizás soy caído de la mata, pero por más cosas que haga, nada es lo suficientemente bueno para ella.

A veces quisiera sumergirme en sus pensamientos, para ver qué es lo que verdaderamente piensa, para ver que puede ver, pero sentir palpitar su corazón, ya que aunque la tome de la mano, siempre me recibirá de la manera más fría posible.

Llegando a mi casa a horas de la mañana, casi que ni pensando en ella, pero al recostarme en la cama, el agujero negro nuevamente se abrió, quisiera que se cerrará de una vez, pero no me gustaría dejar de pensar en ella, es un bendito sentimiento el que siento, el hecho de amarla en secreto y no poder decirle porque sé cuál será su reacción.