Nada cambia si tú no cambias
La idea de este post me ha venido del hecho de que hace dos años comenzamos en mi parroquia a atender a niños en situación de vulnerabilidad (El aniversario fue el día de ayer), lo cual es una demostración del título que encabeza este escrito, pues desde el punto de vista social son tantas las necesidades que no podemos esperar que todo sea resuelto por las autoridades públicas (menos en la situación que se encuentra nuestro país). Es necesario, por ello, revisarnos y desde la sinceridad y disposición de una buena voluntad, analizar qué podemos hacer, qué cambios podemos dar para que las cosas a nuestro alrededor cambien.
En este sentido, resalto por ejemplo las fundaciones que prestan diversas ayudas de carácter social, en nuestro caso contamos con una ("Alimenta la solidaridad") que nos suministra la comida. Este tipo de iniciativas es necesario apoyarlas y motivarlas, ya que como me gusta recordar "El mal del mundo no son las malas acciones de las malas personas, sino que los buenos muchas veces no hacemos nada", como dice el refrán popular, nos quedamos con los brazos cruzados, profiriendo quejas, pero sin terminar de accionar y "tomar cartas en el asunto".
No tengamos miedo de hacer el bien, y todavía más, hacerle campaña, publicitarlo, hacerle marketing, que el mundo se entere. Ante esta idea, que también tengo muy arraigada, una vez una señora me dijo que la Biblia dice "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha" (Evangelio de Mateo 6,3) y que, por eso, las obras buenas no debemos estar haciéndole publicidad. Yo le expliqué que ese texto no se refiere a eso, pues, el contexto del mismo está hablando de las intenciones que anidan nuestro corazón y las razones que nos mueven a obrar, mientras las mismas sean rectas, no hay ningún problema en dar a conocer las buenas obras, puesto que en otro lugar la Biblia más bien nos urge a eso: "Brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos" (Evangelio de Mateo 5,16), y en otra parte también dice "Nadie enciende una lámpara para esconderla, o para ponerla debajo de un cajón. Todo lo contrario: se pone en un lugar alto, para que alumbre a todos los que entran en la casa." (Evangelio de Lucas 11,33).
Es aquí donde en este segundo aniversario de nuestro comedor también hay que subrayar el papel de esas personas servidoras que diariamente dan lo mejor de sí para que los niños no solo reciban un buen plato de alimento, sino también sean muy bien atendidos, ya que son el ejemplo vivo de lo que significa alumbrar a los demás mediante las buenas obras, puesto que son las manos que transforman diversos ingredientes en una deliciosa comida, los pies que cada mañana hacen salir para disponerse al servicio y, sobre todo, el corazón generoso que da sin esperar nada a cambio.
Feliz segundo aniversario al Comedor "Santa Faustina Kowalska" que con apoyo de "Alimenta la solidaridad" ha podido dar atención en este tiempo a 50 niños de más necesidad en nuestra comunidad parroquial, dos años de entrega generosa y llenos de mucha satisfacción, han sido 24 meses, 104 semanas, más de 500 días llenos de amor, compromiso y alegría.
Por eso, también le damos gracias a Dios por todos los servidores que cada día hacen posible esta magnífica obra de misericordia, donde no solo se alimenta el cuerpo, sino a los niños en su integridad, mediante el dictado de diversas formaciones, charlas y capacitaciones de sus representantes y, sobre todo, con la mayor atención de calidad, hecha desde un sincero cuidado y amor a estos pequeños, las semillas de un mañana lleno de esperanza.
Todos podemos ser parte de esto, cualquier tipo de apoyo tiene un gran valor. Y recuerden "nada cambia, si tú no cambias", es por ello, que si queremos una sociedad y un mundo más humanos, esto es, más sensible a las necesidades de los demás y con una solidaridad activa, debemos comenzar por nosotros mismos, en el compromiso social con los demás.
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