Hay un frase que dice que "en el mar la vida es más sabrosa" y siendo esto verdad, aún tomado de manera aislada, es decir, cuando se trata de que una persona disfruta de su estancia o paso por un paisaje circundado por agua marina (por ejemplo, la playa), todavía se queda corto con lo que es poder disfrutar de unos días de playa junto con tus seres queridos. Es lo que hace unos días (exactamente el domingo) pude vivir desde mi experiencia, y en los siguientes puntos de reflexión quiero compartir por qué.

Compartir momentos de alegría

La idea de un paseo familiar a la playa fue de una prima, educadora, que prácticamente desde inicios de las vacaciones (Julio) ya estaba con el deseo de organizarlo. Se dió el momento y las circunstancias y a mediados de agosto hizo el contacto para llenar un transporte de 31 puestos, casi todos con miembros de nuestra familia.

Su intención era poder tener un momento de descanso, en un sitio agradable y un paisaje acogedor, para recargar las fuerzas para un nuevo periodo de año escolar, pues aquí en Venezuela éste comienza entre mediados de septiembre y a principios de octubre. Era buscar el ambiente para recrear y vivir esos buenos momentos fraternos.

Esto me hizo pensar en que también debemos estar prestos para compartir este tipo de experiencias con nuestros familiares y amigos, a veces simplemente nos encontramos en momentos de dolor y dificultad (donde también es necesaria esa presencia) y no nos esmeramos lo suficiente para también darnos la oportunidad de vernos alegres y contentos, cuando estas son las cosas que más se contagian y nos hacen mucho bien.

Transmitir experiencias restauradoras

Mientras disfrutaba de la playa y su paisaje, recordaba esos momentos de la infancia donde me llevaban allí y me divertía mucho. Al mismo tiempo, pensé en la generación que viene detrás nuestro y la importancia por ello de transmitirles también este tipo de experiencias, ya que es muy probable que el día de mañana sean recuerdos que les restaure y reconforte de muchas maneras.

Es una de esas oportunidades para sembrar en los pequeños y jóvenes cuáles son los momentos de la vida que vale la pena construir y atesorar, ya que son los que nos hacen apreciar lo bello y hermoso de la existencia, lo cual resulta muy necesario en una sociedad donde el día al día no nos deja valorar las cosas que están a nuestro alrededor.

La vida es maravillosa

De lo que vengo desarrollando en los párrafos anteriores se deriva precisamente esta especie de conclusión de todo lo que pude vivir y compartir en mi más reciente paseo familiar a la playa, pues tengo que agregar que gracias a Dios hemos podido realizar unos cuantos últimamente, ¿Cómo no exclamar entonces que la vida es realmente una maravilla?

Ciertamente la vida no es solo playa, al menos la que tenemos aquí y ahora, jajajaja, pero siento que nos haría bien vivir nuestro día a día en modo playero. Pues pienso en dos cosas, primero aprender a dejar nuestras preocupaciones en el mar, aquellas cosas que nos pesan demasiado, esto es, soltar aquello que no nos está haciendo bien, y caminar (o nadar) más ligero en nuestra existencia.

En segundo lugar, en esta ocasión observé lo curioso que realmente es el hecho de que los pasos que damos sobre la arena que está a las orillas del agua, en sólo unos instantes al pasar una ola sobre ellos desaparecen, así también en la vida nos haría mucho bien dejar que las olas se lleven los malos pasos (decisiones, elecciones, experiencias, etc ) que hemos podido dar, ya que por estar atados a ellos no avanzamos, aunque ya no existan y sean solo un mal recuerdo.

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ENGLISH VERSION

Versión en español

There is a saying that "life is sweeter by the sea." And while this is true, even when taken in isolation, that is, when a person enjoys their stay or passage through a landscape surrounded by seawater (for example, the beach), it still falls short of what it is to be able to enjoy a few days at the beach with your loved ones. That is what I was able to experience from my own experience a few days ago (exactly on Sunday), and in the following points of reflection, I want to share why.

Sharing moments of joy

The idea of a family outing to the beach was from a cousin, an educator, who had been wanting to organize it practically since the beginning of the holidays (July). The moment and the circumstances came, and in mid-August she made contact to fill a bus with 31 seats, almost all of them with members of our family.

Her intention was to be able to have a moment of rest, in a pleasant place and a welcoming landscape, to recharge our batteries for a new school year, as here in Venezuela it begins between mid-September and early October. It was to find the environment to recreate and live those good fraternal moments.

This made me think that we should also be willing to share this type of experience with our family and friends. Sometimes we simply find ourselves in times of pain and difficulty (where that presence is also necessary) and we don't try hard enough to also give ourselves the opportunity to see each other happy and content, when these are the things that are most contagious and do us a lot of good.

Transmitting restorative experiences

While enjoying the beach and its landscape, I remembered those moments in my childhood when I was taken there and had a lot of fun. At the same time, I thought about the generation that comes after us and the importance of transmitting this type of experience to them as well. It is very likely that one day they will be memories that will restore and comfort them in many ways.

It is one of those opportunities to sow in the young and the small what are the moments in life that are worth building and treasuring, as they are the ones that make us appreciate the beauty and beauty of existence, which is very necessary in a society where the day to day does not allow us to appreciate the things around us.

Life is wonderful

From what I have been developing in the previous paragraphs, this kind of conclusion derives precisely from everything I was able to live and share on my most recent family outing to the beach, as I have to add that thanks to God we have been able to do a few lately. How can we not exclaim then that life is really a wonder?

Certainly life is not just the beach, at least the one we have here and now, jajajaja, but I feel that it would do us good to live our day-to-day life in beach mode. Because I think of two things, first learning to leave our worries in the sea, those things that weigh us down too much, that is, letting go of what is not doing us well, and walking (or swimming) lighter in our existence.

In the second place, on this occasion I observed how curious it really is that the fact that the steps we take on the sand that is at the edge of the water, in just a few moments when a wave passes over them disappears, so also in life it would do us a lot of good to let the waves take away the bad steps (decisions, choices, experiences, etc.) that we have been able to take, since by being tied to them we do not advance, although they no longer exist and are only a bad memory.

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