Entrada al Concurso de microrrelato de ciencia ficción de Literatos | Paradoja / Paradox [SPA/ENG]
Image by Jeff Klugiewicz from Pixabay
Esta es mi entrada para el Concurso de microrrelato de ciencia ficción: ¿Viajamos en el tiempo? auspiciado por La comunidad #Literatos y @la-colmena; patrocinado por @theycallmedan
Jessica vivía encerrada en la seguridad de las cuatro paredes de su sótano, aislada del mundo exterior. Las canas pintaban de gris su cabellera, sus huesos sobresalían bajo su piel reseca; obsesionada en sus cálculos prestaba mínima atención a su aspecto. Viejas fotografías decoraban algunas de las paredes, amigos perdidos en el olvido por la búsqueda de un mejor futuro; en otra, colgaban, ya amarillentos, títulos enmarcados y altos honores que jamás sirvieron para obtener un empleo.
Afortunadamente, un vestigio de esperanza cruzó por sus ojos. La vieja portátil mostraba insistentemente un par de coordenadas. Desesperada, hojeó varios cuadernos y garabateó unas fórmulas matemáticas. Sus labios agrietados dibujaron una pequeña sonrisa, después de todo, había encontrado lo que buscaba. En su mente, ese escenario hipotético había sucedido millones de veces.
Tomó una pluma fuente, sacudió su ropa e introdujo los últimos números obtenidos de sus cálculos en su portátil. Un agujero de gusano se desdobló ante sus ojos y tras normalizarse el fenómeno, un vortex abría camino a un viejo mundo jamás olvidado y sin dudar atravesó el portal.
Tras un par de segundos, las cuatro paredes seguían en el mismo lugar, sin embargo, no había rastro de fotos ni títulos en ellas. Nueve campanadas sonaron desde el piso superior, trayendo a su mente, un viejo reloj de pared.
Una pequeña niña dejó caer un paquete de Susy de cuadros amarillos y negros, aterrorizada con el espectro que salía del sótano. Jessica había olvidado lo obesa que solía ser a sus 10 años.
“No deberías comer tantos dulces, pequeña”
Al salir de la casa, un golpe de aire fresco inundó sus pulmones. Todo parecía irreal. Caminó por calles conocidas y olvidadas hace mucho, llenas de vida. Unos chicos insistían en llamar la atención del expendedor de una bodega, golpeando la estantería con unas monedas. Tras unos escarmientos, el hombre dejó 3 botellas de Green Spot sobre el mostrador.
“Solo unas cuantas monedas”, advirtió en voz baja
Era evidente que se encontraba en el tiempo correcto. Las calles no estaban atiborradas de basura y no había personas comiendo de ella.
Finalmente, llegó a las puertas de un cuartel. Los cadetes ya comenzaban a salir. Apareció entonces el objetivo, un joven delgado, ignorante de su futuro y de su destino.
Jessica pasaba por mucho los 50 años, pero su aspecto la hacía ver más anciana.
“Joven, ¿puede ayudarme? No encuentro mi hogar”
“¡Cómo no! Señora. No faltaba más”
Jessica se dejó llevar por el cordial cadete. Dentro de su bolsillo, su mano temblaba ansiosa, acariciando la pluma fuente, esperando el momento preciso, solo era necesario un pequeño rasguño, el veneno se encargaría de lo demás.
No podía retroceder, habían transcurridos demasiados años. Esto acabaría con la pesadilla que estaba por desencadenarse en un par de años y que destruiría a su país en los años venideros.
Tras cruzar una esquina, su mano empuño con fuerza la pluma, toda la furia acumulada por más de 40 años fueron suficientes para lanzar su ataque. El cadete se defendió, sin embargo, fue víctima del afilado objeto.
En ese instante, una onda de choque cuántico explotó entre ellos y Jessica se desintegró. El cadete se sujetó el cuello y pronto cayó de rodillas perdiendo el conocimiento.
Si deseas saber más sobre este concurso visita el siguiente link:
Hasta la próxima.
This is my entry for the Science Fiction Micro story Contest: Are We Time Traveling? hosted by the #Literatos community and @la-colmena; sponsored by @theycallmedan.
Jessica lived locked in the safety of the four walls of her basement, isolated from the outside world. Her gray hair covered her entire head, her bones protruded under her dry skin; obsessed in her calculations, she paid minimal attention to her appearance. Old photographs decorated some of the walls, long-lost friends in the search for a better future; on another, hung, already yellowed, framed degrees and high honors that never served to obtain a job.
Fortunately, a vestige of hope crossed her eyes. The old laptop was insistently displaying a pair of coordinates. In desperation, she flipped through several notebooks and scribbled some mathematical formulas. Her chapped lips drew a small smile, after all, she had found what she was looking for. In her mind, that hypothetical scenario had happened millions of times.
She picked up a fountain pen, shook out her clothes, and entered the latest numbers obtained from her calculations into her laptop. A wormhole unfolded before her eyes and after the phenomenon normalized, a vortex opened the way to an old-world never forgotten and without hesitation, she stepped through the portal.
After a couple of seconds, the four walls were still in the same place, however, there was no trace of photos or degrees on them. Nine chimes sounded from the upper floor, bringing to her memory an old wall clock.
A little girl dropped a packet of yellow and black squared Susy's, terrified at the spook coming out of the basement. Jessica had forgotten how obese she used to be at 10 years old.
"You shouldn't eat so much candy, little girl."
As she stepped out of the house, a rush of fresh air flooded her lungs. Everything seemed unreal. She walked down familiar, long-forgotten streets, full of life. Some boys insisted on catching the attention of a bodega vendor by banging on the shelf with a few coins. After a few scolds, the man left 3 bottles of Green Spot on the counter.
"Just a few coins," she softly cautioned.
It was evident that she was at the right time. The streets were not crammed with garbage and there were no people eating out of it.
Finally, she arrived at the gates of a barracks. The cadets were already starting to leave. Then the target appeared, a slim young man, ignorant of his future and his destiny.
Jessica was well past 50, but her appearance made her look older.
"Young man, can you help me? I can't find my home."
"Of course, ma'am. No worries."
Jessica let herself be led by the cordial cadet. Inside her pocket, her hand trembled anxiously, stroking the fountain pen, waiting for the right moment, only a small scratch was needed, the poison would take care of the rest.
She could not retreat, too many years had passed. This would end the nightmare that was about to unfold in a couple of years and destroy her country for years to come.
After crossing a corner, her hand tightly gripped the pen, all the fury accumulated for more than 40 years was enough to launch her attack. The cadet defended himself but fell victim to the sharp object.
At that instant, a quantum shock wave exploded between them and Jessica disintegrated. The cadet clutched his neck and soon fell to his knees, losing consciousness.
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See you next time.
@jadams2k18 inexperado fin, me gustó mucho tu relato. Éxito en el concurso✨🤗
Hola! Muchas gracias por visitar mi post. Me contenta que te haya gustado 😄👍
Enhorabuena. Has recibido apoyo
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Selección manual de @jesuspsoto
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Image by barbara-orenya
Thank you! 🥳👍
Increíble microrrelato, me encantó.
Muy agradecido por tus halagadoras palabras 😄🥰🙏
Hola @jadams2k18. Impactante final, me imagine muchos personajes de la historia que pudieran haber sido ese cadete. Me gusto mucho tu relato. Saludos y mucha suerte en el concurso
Me alegra que te gustara.
Sabías que el cuento alcanzó su apogeo en Alemania en la posguerra. Probablemente esto se deba al hecho de que era la forma ideal para encontrar un lenguaje para el horror experimentado y la vida cotidiana desafiante
Un abrazo
Hola. Gracias por la información. En Corea , el teatro de calle que era cómico pero también trágico era una manera de enfrentar unas condiciones de vida muy duras. Un abrazo y feliz día.