Zingara. Los ojos de la muerte. Novela de suspenso y terror. [esp-eng]

Zingara._20240701_200606_0000-1.jpg

Zingara.

Los ojos de la muerte.

Capítulo 1.

Zingara.

Era una noche de otoño, de esas frías e inquietantes, el viento entre los árboles hacía parecer qué hablaban en lenguajes ocultos, susurros oscuros qué nadie podría entender, entre las ramas de los secos árboles se dejaba ver un delgado arco de la luna, apenas se iluminaba el camino qué llevaba a Zingara. Los aldeanos relataban qué dicho lugar estaba maldito y que los ojos de la muerte y la traición se ocultaban en cada sombra, en cada espacio, en cada rincón.

La noche parecía eterna, las hojas resecas caían en forma lapidaria al piso, pareciese qué los pies andaban por sobre los huesos de las almas errantes, el aroma de humedad de la tierra se impregnaba en la nariz y el miedo se apoderaba de la espalda de la gente, mientras el misterio de las historias relatadas quedaban latentes en la mente. Don Jeremías había hecho más que una advertencia a los jóvenes incautos, insistía en que no se aventuraran más allá de los árboles de acacio ya que estos guardaban aún el conjuro qué los protegía, sin embargo la curiosidad y la desconfianza a sus relatos los hicieron ir en búsqueda de una gran aventura.

Siete jóvenes sedientos de aventuras decidieron emprender camino y descubrir que tanta realidad había en la palabras del anciano, entre ellos se hallaba la nieta de éste, Ayla tenía diecisiete años, su cabello oscuro y ojos brillantes, más brillantes aún por la osadía de esta aventura, no podía resistir sus ansias de saber que había más allá de los árboles de acacio casi al final del bosque. Decidos todos y con linterna en mano se adentraron al bosque haciendo caso omiso a la advertencia de don Jeremías.

Su paso fue lento y cauto, las risas nerviosas por la travesía a Zingara, la brisa susurraba en cada paso que estos jóvenes curiosos daban, las hojas caían danzarínas como creando un ambiente lleno de magia, en cada paso estas crujían, a momentos asemejaban huesos y a otros cristales rotos de un espejo, la cautela se instauró y los jóvenes sin darse cuenta estaban de pie justo al lado de los acacios, observaron detenidamente y allá casi imperceptible se divisaba una tenue luz, de la nada se volvió incandescente y su titilar parecía una invitación, una que la joven Ayla sintió era solo para ella. -¿Sería acaso que esta luz proviniese de la casa de Zingara?-

El corazón de la joven latía tan fuerte que parecía quería escapar de su pecho, pareciese qué quería ir a buscar la realidad tras aquella leyenda con la cual creció escuchándola una tras otra vez, aquella bruja de ojos tan negro como la noche oscura de invierno, la mujer con vida eterna y poderes oscuros ¿acaso existes? Se decía Ayla en su mente, sin darse cuenta había avanzado sola y sus amigos no lograban divisarse. Ayla pensaba que esta historia no eran más que patrañas inventadas, supercherías del viejo de su abuelo, sin embargo quería ver con sus propios ojos cuál era la realidad.

Siguió avanzando y aquella luz que antes se veía a lo lejos cada vez estaba más cerca, más intensa. Finalmente llegó al lugar de donde provenía esa luz, un claro rodeado de extraños árboles, sus ramas retorcidas parecían personas sufriendo, Ayla pensaba que su imaginación estaba desbordada. En el centro una cabaña de madera, era pequeña y maltrecha, las ventanas casi desprendidas y las tejas desgastadas, la hierba apoderada de cada parte del terreno, por la ventana al fin logró divisar aquella luz que la había llamado, una vela encendida al borde de la ventana.

Ayla se acercó curiosa y con cautela, la ventana cerrada con el cristal roto en una esquina, se acercó a la puerta que estaba entreabierta, una brisa fría resoplo en su nuca, parecía que esta la empujaba a entrar, alzó su mano y suavemente empujo la puerta, sin darse cuenta ya estaba dentro.

El interior de la morada estaba oscuro, el aroma a la humedad era molesto y un extraño hedor provenía de varias direcciones, el polvo flotaba en el aire, en una de las esquinas una figura encorvada vestía de negro, sentada en una silla qué casi caía a pedazos se dejaba ver por la luz del fuego de la chimenea. Los ojos profundos como el infinito y más negros que la noche se posaron sobre la joven Ayla, la vieja mujer desde su lugar le sonrió de forma cínica enseñando sus afilados dientes los cuales parecian un conjunto de cuchillos.

“¿Quién es usted ?”, preguntó Ayla, tratando de mantener la calma que se le iba en cada palpitar acelerado de su corazón.

“Zingara”, susurró la mujer. “Los ojos de la muerte” terminó replicando.

Ayla sintió un escalofrío recorrer su espalda, sus piernas temblaban y la historia de su abuelo pasaba una y otra vez por su mente - ¿Había encontrado realmente a la legendaria bruja?-, -¿O era solo una anciana solitaria con una imaginación desbordante?-, Las preguntas afloraban sin poder sacarlas, el temor la embargaba pero sus ganas de saber eran aún más poderosas.

La mujer se levantó trastabillando y se acercó a Ayla, sus dedos fríos y huesudos tocaron la mejilla de la joven como si buscará algo más que no podía ver desde el sitio donde se hallaba, - “Tienes un alma hermosa”-, dijo la anciana, -“¿Estás dispuesta a entregarla?”- dijo con la voz ahora mucho más aguda.

Ayla tragó saliva, la curiosidad de su alma la había traído a este lugar, el temor que sentía la paralizó por completo, se preguntaba si había cometido un error garrafal o si solo era el miedo de esa maldita historia que creció escuchando, - ¿qué secreto ocultaba Zingara?-
-¿Cuál será el precio que tendría que pagar por querer descubrirlos?-, -¿Zingara es real?-

JfGRJxllT8CY6KfxINZOBA.jpg

Continuará…


20231110_231434_0000-1-1.jpg


Zingara._20240701_200811_0000-1.jpg

Zingara.

The eyes of death.

Chapter 1.

Zingara.

It was an autumn night, one of those cold and disturbing ones, the wind between the trees made it seem as if they were speaking in hidden languages, dark whispers that no one could understand, between the branches of the dry trees a thin arc of the moon could be seen, barely visible. The path that led to Zingara was illuminated. The villagers told how this place was cursed and that the eyes of death and betrayal were hidden in every shadow, in every space, in every corner.

The night seemed eternal, the dry leaves fell in a lapidary manner to the ground, it seemed that the feet were walking on the bones of the wandering souls, the aroma of moisture from the earth was impregnated in the nose and fear took over the back of the people, while the mystery of the stories told remained latent in the mind. Don Jeremías had given more than a warning to the unwary young people, he insisted that they not venture beyond the acacio trees since they still kept the spell that protected them, however curiosity and distrust of his stories made them go. in search of a great adventure.

Seven young people thirsty for adventure decided to set off and discover that there was so much truth in the old man's words. Among them was his granddaughter. Ayla was seventeen years old, with dark hair and bright eyes, even brighter because of the daring of this adventure. , he could not resist his desire to know what lay beyond the acacio trees almost at the end of the forest. Everyone decided and with flashlight in hand they entered the forest, ignoring Don Jeremías's warning.

Their step was slow and cautious, the nervous laughter from the journey to Zingara, the breeze whispered with each step that these curious young people took, the leaves fell dancingly as if creating an atmosphere full of magic, with each step they rustled, At times they resembled bones and other broken glass in a mirror, caution was established and the young people without realizing it were standing right next to the acacia trees, they observed carefully and there, almost imperceptible, a faint light was visible, out of nowhere it became incandescent. and its twinkling seemed like an invitation, one that young Ayla felt was just for her. -Could it be that this light came from Zingara's house?-

The young woman's heart was beating so hard that it seemed like it wanted to escape from her chest, it seemed that she wanted to go search for reality behind that legend that she grew up hearing over and over again, that witch with eyes as black as the dark winter night, The woman with eternal life and dark powers, do you even exist? She called herself Ayla in her mind, without realizing it she had advanced alone and her friends could not see each other. Ayla thought that this story was nothing more than invented nonsense, tricks of her grandfather's old man, however she wanted to see with her own eyes what the reality was.

She continued advancing and that light that was previously seen in the distance was getting closer and more intense. She finally arrived at the place where that light came from, a clearing surrounded by strange trees, their twisted branches looked like people suffering, Ayla thought that her imagination was overflowing. In the center a wooden cabin, it was small and battered, the windows almost detached and the tiles worn, the grass taking over every part of the land, through the window she finally managed to see that light that had called her, a candle lit at the edge. of the window.

Ayla approached curiously and cautiously, the window closed with the glass broken in one corner, she approached the door that was ajar, a cold breeze blew on her neck, it seemed that it was pushing her to enter, she raised her hand and gently pushed. the door, without realizing it he was already inside.

The interior of the dwelling was dark, the aroma of humidity was annoying and a strange stench came from several directions, dust floated in the air, in one of the corners a hunched figure dressed in black, sitting in a chair that almost fell. in pieces it could be seen by the light of the fire in the fireplace. The eyes deep as infinity and blacker than the night rested on the young Ayla, the old woman from her place smiled cynically at her, showing her sharp teeth which looked like a set of knives.

“Who are you?” Ayla asked, trying to maintain the calm that was slipping with each rapid beat of her heart.

“Zingara”, the woman whispered. “The eyes of death” she ended up replying.

Ayla felt a chill run down her spine, her legs trembled and her grandfather's story ran over and over again in her mind - Had she really found the legendary witch? - Or was she just a lonely old woman with an overflowing imagination? -, The questions surfaced without being able to get them out, fear overwhelmed her but her desire to know was even more powerful.

The woman staggered up and approached Ayla, her cold, bony fingers touched the young woman's cheek as if she were looking for something else that she couldn't see from where she was, - "You have a beautiful soul," the old woman said. -“Are you willing to hand it over?”- she said with her voice now much higher pitched.

Ayla swallowed, the curiosity of her soul had brought her to this place, the fear she felt paralyzed her completely, she wondered if she had made a huge mistake or if it was just the fear of that damn story she grew up hearing, - what? secret was Zingara hiding?

-What will be the price I would have to pay for wanting to discover them?-, -Zingara is real?-

JfGRJxllT8CY6KfxINZOBA.jpg

To be continue…


Las imágenes usadas fueron creadas en Ideograma AI y editadas en canva.

@issymarie2_20240314_224529_0000.jpg

20240115_225421_0000.png



0
0
0.000
4 comments
avatar

Espero la segunda parte con ansias para saber qué secretos esconde la bruja 😱😱. Excelente relato como siempre @issymarie2 💙, saludos, bella 🤗.

0
0
0.000
avatar

Ya pronto la segunda parte para ver que misterios guarda esta bruja.
Saludos y gracias por siempre brindarme tu apoyo 😊.

0
0
0.000
avatar

Un historia que atrapa y deja con el gusanito de la curiosidad por saber más. Estaremos atentos al desarrollo de la trama y el desvelo de los oscuros secretos.

Gracias por compartir tu historia de escalofríos.👻

Excelente día.

0
0
0.000
avatar

Gracias por tu visita y apoyo. Ya pronto el segundo capitulo así veremos que cosas traerá este secreto que jamás debió descubrirse.

0
0
0.000