LA MAÑANA QUE CONOCÍ A Fantástico me había orinado un pájaro, un perro se había antojado de mi talón y la señorita Luisa terminó por mandarme al yerbatero; en fin, una serie de pepinadas que no cambiaron al mundo, pero sí mi realidad.
     Cuando lo encontré no imaginé que su aterrizaje hubiera sido tan forzoso. Me enteré que se desprendió de la nave madre y por venir de una altura considerable se partió una oreja y tres costillas. Cuando lo llevé a casa fue él quien no imaginó que mi realidad fuera tan aburrida.
     Cuando la señorita Luisa me vio entrar en mi casa con una rama, pensó que venía llegando de donde el yerbatero. “Ah, me hizo caso”, “nunca me casaría con alguien que tuviera mala suerte”. Cuando entré a casa mamá vio la rama en mi mano, pero se hizo la loca.

     Ya en el cuarto, Fantástico me contó su tragedia, que había sido un tromel poderosísimo; dueño de las mejores cosquillas de su especie; saboteador de número del fastidio de los cascarrabias; risueño trasnochador de viejos cacatúas; su especialidad eran los especímenes humanos cara de limón agrio, en sus versiones más atroces de niños, jóvenes o viejos.
     Me contó que lo habían expulsado porque no pudo hacer reír a un difunto.
     —Te crees bueno, pero nunca has hecho reír a un muerto.
     —¿Por qué me retas?
     —Porque de nosotros, eres el único que podría… lograrlo.
     —Puedo intentarlo.
     Y lo intentó, pero falló y como le tenían envidia se aprovecharon, armaron un complot, le quitaron el tromel mágico y lo desterraron. Ahora está en mi cuarto, con su cuello de jirafa de palo, sus ojitos de niño regañado y sus orejas de diablillo tierno.
     Fantástico sabe de todo. Le he pedido que me diga qué es la democracia y me ha sorprendido. Me dijo; «mira, en tu casa, quién se ocupa de producir los dólares, tu padre, ¿cierto? ajá, tu padre representa el poder económico. Ahora dime, quién administra los dólares, tu madre, ¿verdad? Bueno, ella representa al gobierno. Y aclárame, la señora que limpia, barre y cocina, qué representa, ¿no es a la clase obrera? Y finalmente no me vas a negar que tu hermano es el que más pide. Tu hermano es el pueblo. Bueno, eso no es la democracia»
     «Te explico. Una noche mi hermano se hizo una grande; el olor era de estómago contaminado y como no podía dormir, fui al cuarto de la doméstica para pedirle que le cambiara el pañal a mi hermano, pero cuando entré, mi padre estaba encima de ella. Corrí al cuarto de mi mamá, pero por más que llamé, no despertó. Esa noche tuve que aguantar la mala vida de ser un mal pobre. Bueno, eso tampoco es la democracia.»
     «Concluyo. Cuando el poder económico se le encarama a la clase obrera, mientras el gobierno duerme y el pueblo está defecado; eso es democracia.»
     Confieso que no me hizo reír, pero admiro su razonamiento práctico de los conceptos cotidianos y aunque sepa más que ChatGPT, no puedo llevarlo a la escuela porque me podrían despedir, qué tal que les enseñe a los niños semejantes razonamientos.
     Para dejar esto hasta aquí, les resumo. Nos hicimos amigos cuando lo conocí; a partir de entonces él ha intentado hacerme reír con su tromel mágico y como hasta ahora no lo ha logrado al cien por ciento se quedará hasta lograrlo; cosa que a mí no me molesta porque desde que lo cargo, los pájaros no me han vuelto a orinar, los perros se olvidaron de mis tobillos y la señorita Luisa ya me aceptó para que le pinte pajaritos en su sonrisa.