Relato: La vuelta al mundo con 81 años en 80 días [Esp-Eng]
Hoy les comparto un texto literario de mi autoría,
espero los deleite, inspire y fidelice a mi arte.
Today I share with you a literary text of my authorship,
I hope it will delight you, inspire you and make you loyal to my art.
-Español/Spanish-
-Español/Spanish-
La vuelta al mundo con 81 años en 80 días
Era el día que tanto había esperado. Mis manos temblaban, pero no era miedo. Mi corazón palpitaba fuerte, pero no era un ataque cardíaco. Era emoción, adrenalina y éxtasis. Estábamos a punto de subirnos en el inicio de nuestra aventura. Nada más y nada menos que un 80/81. Una travesía que recordaríamos, esperábamos, aun después de la muerte.
Con un año de retraso pero con la frente en alto. Mi mejor amiga y yo ahora estábamos de pasajeras en clase turista hacia nuestro primer destino. Con más de 20 años de conocernos y 78 años de edad cada una, planeamos un viaje inolvidable. El plan inicial sería “la vuelta al mundo en 80 días con 80 años”, pero la pandemia nos hizo retrasar nuestra aventura un año más, pero aquí estábamos, en rumbo.
― ¿Puedes creerlo?
― Estoy muy nerviosa.
― No te preocupes. Recuerda que esto es por nosotras y para nosotras. Es un regalo que nos estamos haciendo a nosotras mismas. Cuando muramos, ni el dinero ni nuestros títulos nos acompañarán en el minuto final. Pero en cambio, podríamos recordar alguno de nuestros viajes, un paisaje, una experiencia inolvidable. No es que no vayamos a pensar en nuestra familia en ese último momento, no es que no sean importantes. Es solo que podemos conocer nuestro propio concepto de cielo, aquí en la tierra, antes de morir. No sabemos qué hay del otro lado, pero para nosotras será como uno de los paraísos que visitaremos. Piensa en eso y verás que no existen más nervios.
Angélica era buena con las palabras. Tenía razón, todos mis nervios y miedos se fueron desde ese momento. Para nuestra familia era una completa locura viajar por tantos países nosotras sola y “a esta edad”. ¿Pero qué era la edad, sino más que un número? Estaba consciente de que no teníamos quince años tampoco, pero… ¿Por qué limitarnos y confinarnos si todavía sentíamos que podíamos comernos el mundo? Los límites a veces solo eran una creencia prejuiciosa. Angélica y yo habíamos dejado eso atrás.
Así fue como se había convertido en nuestro sueño, hacer realidad la proeza del escritor francés Julio Verne, subimos a aviones, trenes y embarcaciones, quedándonos en hoteles pequeños, cargando poco equipaje y turisteando por nuestra propia cuenta. 18 países recorrimos, entre ellos la Antártida, Isla de Pascua, Argentina, Madrid, Finlandia, Roma, Italia, Tanzania, India, el este de Asia, Australia, entre otros. No solo las fotografías fueron maravillosas, gracias a la profesión de Angélica como Fotógrafa documental, sino también la experiencia era casi como de otro mundo.
Siendo ambas viudas y con una increíble familia que nos apoyaron a ambas casi como “último deseo”, todo fue viento en popa, aunque a veces no fue tan sencillo como sonaba. El dinero era importante y viajar, por más gastos mínimos que vayas a realizar, era costoso. Sobre todo para un plan de nuestra magnitud, pero estábamos decididas. Yo era una doctora que había pasado la mayoría de mi vida cuidando a personas mayores, tal como ahora soy y para donde vamos todos. Así que sabía que al llegar a esa edad tendría mucho que querría hacer y ya no podría. Angélica y yo coincidíamos tanto que hasta nuestras aspiraciones para la vejez eran similares, por supuesto, ella era más aventurera que yo y siempre había querido viajar de mochilera desde adolescente. Nuestros ahorros siempre fueron un secreto entre nosotras y nuestras almohadas, hasta que llegó el día en que retomaríamos la conversación de “La vuelta al mundo en 80 días”.
De una idea había resultado una experiencia por poco indescriptible, con ausencia de una sonrisa y ojos brillosos. La Capilla Sixtina, la Aurora Boreal, comer pizza en Italia y luego un deseo en la Fontana de Trevi. Nos sentíamos con más vida que nunca. Habíamos iniciado en el mes de Octubre de 2023 y llegábamos a casa juntas faltando dos semanas para Año Nuevo. Estábamos llenas de historias para nuestros nietos, de fotos para nuestros álbumes y de entusiasmo por una nueva aventura.
― Realmente estamos locas
― ¿Por qué lo dices? ¿Por ser las octogenarias más geniales del planeta? Si es así, tienes razón.
― Tuve miedo el primer día, pero tus palabras y tu compañía hicieron desaparecer todo eso.
― Eres mi mejor amiga, siempre reafirmaré lo que probablemente ya sabes o necesitas saber.
― Cristal… No me quiero quedar en casa el siguiente año. ¿Y si planeamos otra aventura?
― A donde sea, yo me apunto.
Con un año de retraso pero con la frente en alto. Mi mejor amiga y yo ahora estábamos de pasajeras en clase turista hacia nuestro primer destino. Con más de 20 años de conocernos y 78 años de edad cada una, planeamos un viaje inolvidable. El plan inicial sería “la vuelta al mundo en 80 días con 80 años”, pero la pandemia nos hizo retrasar nuestra aventura un año más, pero aquí estábamos, en rumbo.
― ¿Puedes creerlo?
― Estoy muy nerviosa.
― No te preocupes. Recuerda que esto es por nosotras y para nosotras. Es un regalo que nos estamos haciendo a nosotras mismas. Cuando muramos, ni el dinero ni nuestros títulos nos acompañarán en el minuto final. Pero en cambio, podríamos recordar alguno de nuestros viajes, un paisaje, una experiencia inolvidable. No es que no vayamos a pensar en nuestra familia en ese último momento, no es que no sean importantes. Es solo que podemos conocer nuestro propio concepto de cielo, aquí en la tierra, antes de morir. No sabemos qué hay del otro lado, pero para nosotras será como uno de los paraísos que visitaremos. Piensa en eso y verás que no existen más nervios.
Angélica era buena con las palabras. Tenía razón, todos mis nervios y miedos se fueron desde ese momento. Para nuestra familia era una completa locura viajar por tantos países nosotras sola y “a esta edad”. ¿Pero qué era la edad, sino más que un número? Estaba consciente de que no teníamos quince años tampoco, pero… ¿Por qué limitarnos y confinarnos si todavía sentíamos que podíamos comernos el mundo? Los límites a veces solo eran una creencia prejuiciosa. Angélica y yo habíamos dejado eso atrás.
Así fue como se había convertido en nuestro sueño, hacer realidad la proeza del escritor francés Julio Verne, subimos a aviones, trenes y embarcaciones, quedándonos en hoteles pequeños, cargando poco equipaje y turisteando por nuestra propia cuenta. 18 países recorrimos, entre ellos la Antártida, Isla de Pascua, Argentina, Madrid, Finlandia, Roma, Italia, Tanzania, India, el este de Asia, Australia, entre otros. No solo las fotografías fueron maravillosas, gracias a la profesión de Angélica como Fotógrafa documental, sino también la experiencia era casi como de otro mundo.
Siendo ambas viudas y con una increíble familia que nos apoyaron a ambas casi como “último deseo”, todo fue viento en popa, aunque a veces no fue tan sencillo como sonaba. El dinero era importante y viajar, por más gastos mínimos que vayas a realizar, era costoso. Sobre todo para un plan de nuestra magnitud, pero estábamos decididas. Yo era una doctora que había pasado la mayoría de mi vida cuidando a personas mayores, tal como ahora soy y para donde vamos todos. Así que sabía que al llegar a esa edad tendría mucho que querría hacer y ya no podría. Angélica y yo coincidíamos tanto que hasta nuestras aspiraciones para la vejez eran similares, por supuesto, ella era más aventurera que yo y siempre había querido viajar de mochilera desde adolescente. Nuestros ahorros siempre fueron un secreto entre nosotras y nuestras almohadas, hasta que llegó el día en que retomaríamos la conversación de “La vuelta al mundo en 80 días”.
De una idea había resultado una experiencia por poco indescriptible, con ausencia de una sonrisa y ojos brillosos. La Capilla Sixtina, la Aurora Boreal, comer pizza en Italia y luego un deseo en la Fontana de Trevi. Nos sentíamos con más vida que nunca. Habíamos iniciado en el mes de Octubre de 2023 y llegábamos a casa juntas faltando dos semanas para Año Nuevo. Estábamos llenas de historias para nuestros nietos, de fotos para nuestros álbumes y de entusiasmo por una nueva aventura.
― Realmente estamos locas
― ¿Por qué lo dices? ¿Por ser las octogenarias más geniales del planeta? Si es así, tienes razón.
― Tuve miedo el primer día, pero tus palabras y tu compañía hicieron desaparecer todo eso.
― Eres mi mejor amiga, siempre reafirmaré lo que probablemente ya sabes o necesitas saber.
― Cristal… No me quiero quedar en casa el siguiente año. ¿Y si planeamos otra aventura?
― A donde sea, yo me apunto.
-Inglés/English-
-Inglés/English-
Around the world at the age of 81 in 80 days
It was the day I had been waiting for so long. My hands were shaking, but it wasn't fear. My heart was pounding, but it wasn't a heart attack. It was excitement, adrenaline and ecstasy. We were about to board the start of our adventure. Nothing more and nothing less than an 80/81. A voyage we would remember, we hoped, even after death.
A year late but with our heads held high. My best friend and I were now passengers in economy class to our first destination. With more than 20 years of knowing each other and 78 years of age each, we planned an unforgettable trip. The initial plan would be "around the world in 80 days at 80 years old," but the pandemic caused us to delay our adventure for another year, but here we were, on course.
― Can you believe it?
― I'm so nervous.
― Don't worry about it. Remember this is about us and for us. It's a gift we're giving ourselves. When we die, neither money nor our titles will be with us in the final minute. But instead, we might remember one of our trips, a landscape, an unforgettable experience. It's not that we won't think of our family at that last moment, it's not that they are not important. It's just that we can know our own concept of heaven, here on earth, before we die. We don't know what's on the other side, but for us it will be like one of the paradises we will visit. Think about that and you will see that there are no more nerves.
Angelica was good with words. She was right, all my nerves and fears were gone from that moment on. For our family it was complete madness to travel through so many countries by ourselves and "at this age". But what was age, if not more than a number? I was aware that we were not fifteen either, but... Why limit and confine ourselves if we still felt we could eat the world? Limits were sometimes just a prejudiced belief. Angelica and I had left that behind.
That was how it had become our dream, to make French writer Jules Verne's feat come true, we boarded planes, trains and boats, staying in small hotels, carrying little luggage and sightseeing on our own. We traveled through 18 countries, including Antarctica, Easter Island, Argentina, Madrid, Finland, Rome, Italy, Tanzania, India, East Asia, Australia, among others. Not only were the photographs wonderful, thanks to Angélica's profession as a documentary photographer, but also the experience was almost otherworldly.
Being both widows and with an incredible family that supported us both almost as a "last wish", everything went smoothly, although sometimes it was not as easy as it sounded. Money was important and traveling, no matter how minimal the expenses, was expensive. Especially for a plan of our magnitude, but we were determined. I was a doctor who had spent most of my life caring for the elderly, just as I am now and where we are all going. So I knew that when I got to that age I would have a lot I wanted to do and could no longer do. Angelica and I overlapped so much that even our aspirations for old age were similar, of course, she was more adventurous than me and had always wanted to backpack since she was a teenager. Our savings were always a secret between us and our pillows, until the day came when we would pick up the "Around the World in 80 Days" conversation.
An idea had resulted in an experience that was almost indescribable, with the absence of a smile and sparkling eyes. The Sistine Chapel, the Aurora Borealis, eating pizza in Italy and then a wish at the Trevi Fountain. We felt more alive than ever. We had started in the month of October 2023 and arrived home together with New Year's two weeks to go. We were full of stories for our grandchildren, photos for our albums and excitement for a new adventure.
― We really are crazy
― Why do you say that? Because we're the coolest octogenarians on the planet? If so, you're right.
― I was scared the first day, but your words and your company made all that go away.
― You are my best friend, I will always reaffirm what you probably already know or need to know.
― Cristal... I don't want to stay home next year. What if we plan another adventure?
― Anywhere, I'm in.
A year late but with our heads held high. My best friend and I were now passengers in economy class to our first destination. With more than 20 years of knowing each other and 78 years of age each, we planned an unforgettable trip. The initial plan would be "around the world in 80 days at 80 years old," but the pandemic caused us to delay our adventure for another year, but here we were, on course.
― Can you believe it?
― I'm so nervous.
― Don't worry about it. Remember this is about us and for us. It's a gift we're giving ourselves. When we die, neither money nor our titles will be with us in the final minute. But instead, we might remember one of our trips, a landscape, an unforgettable experience. It's not that we won't think of our family at that last moment, it's not that they are not important. It's just that we can know our own concept of heaven, here on earth, before we die. We don't know what's on the other side, but for us it will be like one of the paradises we will visit. Think about that and you will see that there are no more nerves.
Angelica was good with words. She was right, all my nerves and fears were gone from that moment on. For our family it was complete madness to travel through so many countries by ourselves and "at this age". But what was age, if not more than a number? I was aware that we were not fifteen either, but... Why limit and confine ourselves if we still felt we could eat the world? Limits were sometimes just a prejudiced belief. Angelica and I had left that behind.
That was how it had become our dream, to make French writer Jules Verne's feat come true, we boarded planes, trains and boats, staying in small hotels, carrying little luggage and sightseeing on our own. We traveled through 18 countries, including Antarctica, Easter Island, Argentina, Madrid, Finland, Rome, Italy, Tanzania, India, East Asia, Australia, among others. Not only were the photographs wonderful, thanks to Angélica's profession as a documentary photographer, but also the experience was almost otherworldly.
Being both widows and with an incredible family that supported us both almost as a "last wish", everything went smoothly, although sometimes it was not as easy as it sounded. Money was important and traveling, no matter how minimal the expenses, was expensive. Especially for a plan of our magnitude, but we were determined. I was a doctor who had spent most of my life caring for the elderly, just as I am now and where we are all going. So I knew that when I got to that age I would have a lot I wanted to do and could no longer do. Angelica and I overlapped so much that even our aspirations for old age were similar, of course, she was more adventurous than me and had always wanted to backpack since she was a teenager. Our savings were always a secret between us and our pillows, until the day came when we would pick up the "Around the World in 80 Days" conversation.
An idea had resulted in an experience that was almost indescribable, with the absence of a smile and sparkling eyes. The Sistine Chapel, the Aurora Borealis, eating pizza in Italy and then a wish at the Trevi Fountain. We felt more alive than ever. We had started in the month of October 2023 and arrived home together with New Year's two weeks to go. We were full of stories for our grandchildren, photos for our albums and excitement for a new adventure.
― We really are crazy
― Why do you say that? Because we're the coolest octogenarians on the planet? If so, you're right.
― I was scared the first day, but your words and your company made all that go away.
― You are my best friend, I will always reaffirm what you probably already know or need to know.
― Cristal... I don't want to stay home next year. What if we plan another adventure?
― Anywhere, I'm in.
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Muchísimas gracias por todo el apoyo!
Yo tampoco espero viajar a México, Colombia, España en fin desde el mes de enero gestionaré mi pasaporte y ya verás mi publicación al respecto