Relato: La legión del zorro [Esp-Eng]

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¡Hi, mis hermosos gislanders!
Hoy les comparto un texto literario de mi autoría,
espero los deleite, inspire y fidelice a mi arte.



Hi, my beautiful gislanders!
Today I share with you a literary text of my authorship,
I hope it will delight you, inspire you and make you loyal to my art.



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-Español/Spanish-



La legión del zorro



La herida en mi costado sangraba más de lo que había calculado, pero mi ira aumentaba con el tiempo. Mis ojos llenos de furia solo deseaban algo, su muerte. El peso de la katana en mi mano me mantenía conectada a tierra. Era difícil de respirar por el humo y la decepción solo era un sentimiento débil que solo me volvía vulnerable.

La lluvia de afuera a las tres de la mañana había sido una ventaja para su cometido, las sonrisas que se le regalaron solo habían sido un escalón que le facilitaron subir. Habíamos bajado la guardia y ahora muchas de nuestras voces habían sido silenciadas. El enemigo se había filtrado no solo en nuestro templo sino también en nuestras sabanas.

Había sido la primera persona que me había extendido la mano para levantarme. Siete años habían pasado y parecía que todo hubiera sucedido ayer. Las calles fueron mi maldición, el hambre mi desolación y el frío por poco se convierte en la causa de mi extinción. Mis padres habían sido asesinados por el clan “Los salvajes”, nuestra casa había sido incendiada y mis hermanas mutiladas. Escapar había sido mi salvación, pero al poco tiempo había cambiado de opinión, yo acababa de cumplir trece para ese entonces.

Entonces en un día nevado ella llegó, escapando de un comerciante de arroz. Cuando me sorprendió en el callejón, mi mano tomó y sonriendo desapareció dejando en mi regazo un tazón de arroz. A los días volvió y entre nosotras nos cuidamos. Correr no era suficiente, ser parias implicaba la necesidad de tener astucia o nos matarían a golpes por robar comida y escondernos en un viejo teatro.

Definitivamente ya no me sentía sola y a punto de rendirme, aunque seguía sin tener un norte. Hasta que la legión llegó por detrás tomándonos del cuello. Habíamos sido tratadas como soldados sin compasión, pero teníamos comida y un techo, todo era mejor que las calles frías. Luego de un tiempo el entrenamiento físico menguó, las pruebas de inteligencia y destreza comenzaron y fue donde logramos destacar. Seguía sonriéndome a través de la sala, con su mirada me proporcionaba aliento.

Muchas lloraban en el suelo y otras tantas se rindieron. No entendía cómo preferían volver a las calles a una muerte segura, pero era cierto que ser una mendiga no te rompía los huesos o te obligaba a tener disciplina. No las juzgaba, las compadecía. Por las noches sobre las mantas en el suelo, no lograba cerrar los ojos por mi ansiedad, entonces ella tomaba mi mano y acariciaba mis dedos con su pulgar y finalmente podía descansar.

El día de la graduación nos dejaron salir por primera vez del templo en donde habíamos sangrado, golpeado, entrenado y casi muerto. Esa noche se desarrolló más que un beso. Podía disparar con precisión a mil metros, pero con su toque me volvía etérea como el incienso. Confiaba con mi vida en sus instintos y movimientos.

La legión me había dado un propósito y habían encendido un faro para mí en medio de un túnel lleno de insectos. Era más que mi trabajo, era el camino correcto para algún día exterminar a los asesinos de mi familia, los quería a todos muertos. Hoy era mi cumpleaños y se me había concedido salir por unas horas. Un asentimiento era suficiente y yo pude salir a comprar un pequeño pie de limón.



Era irónico, me había preguntado dónde estaría y por qué no había aparecido, pero usando mi kimono especial regresé luego de que la lluvia hubiera comenzado a caer. Era curioso cómo funcionaba el paralelismo de la humanidad, mientras yo pensaba en mis padres y en los besos que ella dejaba con frecuencia en mi espalda singular llena de cicatrices, su daga abría gargantas, puertas y destrozaba el templo de adentro hacia afuera.



La sangre había manchado la entrada, era de una de nuestras compañeras agonizando, us pulmones llenos de sangre habían colapsado. Esperaba un ejército, un grupo fuerte que no había descubierto, pero solo era ella. Al verme tocó por primera vez su cintura la katana que no había desenvainado desde que había comenzado el ataque.



Sonrió, pero no con desdén como era costumbre, sonrió tristemente al ver mi rostro lleno de confusión. Sin mencionar palabras su hombro descubrió, ese trozo de tela que ocultaba una quemaba según yo. Pero en cambio era un tatuaje que no necesitaba explicación. Al clan de “Los salvajes” era a donde realmente pertenecía su corazón. La hija del líder y la sucesora de quienes a mi familia asesinó. Era solo una infiltrada que con una sonrisa nos apuñaló.



Traición era poco para lo que sentía mi corazón, yo solo podía exhalar rencor. Su destreza era la mejor y no se podía luchar con claridad cuando la sangre hierve en adrenalina. El sudor empapaba mi ropa y mi frente, su ropa de combate la mantenían ligera y decidida. No quería hablar, yo solo gritaba en pleno enfrentamiento, hambrienta de venganza.



En el último minuto ella sabía con certeza que preferiría que enterrara en mi cuerpo su katana a suplicar piedad con ojos llorosos. Las múltiples heridas en mi cuerpo trazaban líneas rojizas que gota a gota caían en el suelo de madera de roble. Entonces el tiempo pausó y sobre el suelo enfrente de mi se sentó. Me había dejado ganar siempre en los juegos de mesa a través de los años y esto para ella no era una excepción. Finalmente habló y dijo que aniquilar a los del templo era su misión, pero yo no era parte de la ecuación. Me dio a elegir, podía dejarme huir como un favor o intentar enfrentarla y declararle la guerra a su clan en cuestión.



Mi respiración era agitada y mis lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro, dejarla viva significaba mi rendición y la traición dejaba un sabor amargo desde la garganta hasta el corazón. Así que en el último movimiento me desplomé por primera vez en años. La ira había tomado el control y en medio de la danza de nuestras katanas ella me sonrió, un “te amo” pronunció y como era su costumbre, me dejó ganar. No pude evitar quedarme sin respiración cuando su cabeza por el suelo rodó. Mi único amor se había convertido en mi mayor dolor. Un grito de desesperación e inmenso dolor había explotado en el colosal salón.



Me había costado días de investigación, de sobornar y de esperar, pero finalmente estaba sobre la base del más odiado clan. Los responsables de cada persona que significaba algo para mí, me habían quitado todo desde que podía recordar, pero ahora estaba más que preparada para acabarlos sin dejar un alma libre ni por casualidad. Aquí culminaba el ciclo de una historia sangrienta y fatal. Había entrenado para esto y no iba a fallar, porque mi gran amor se había llevado a la tumba lo último de mi humanidad. Yo era la última de la legión del zorro y pondría fin a esta guerra que me había quitado todo.



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-Inglés/English-



The legion of the fox



The wound in my side was bleeding more than I had calculated, but my anger increased with time. My rage-filled eyes desired only one thing, his death. The weight of the katana in my hand kept me grounded. It was hard to breathe through the smoke and disappointment was only a weak feeling that only made me vulnerable.

The rain outside at three in the morning had been a boon to his task, the smiles given to him had only been a stepping stone that made it easier for him to climb. We had let our guard down and now many of our voices had been silenced. The enemy had seeped not only into our temple but also into our sheets.

He had been the first person to reach out to me to lift me up. Seven years had passed and it seemed like it had all happened yesterday. The streets were my curse, hunger my desolation and the cold almost became the cause of my extinction. My parents had been killed by the "Savages" clan, our house had been burned down and my sisters mutilated. Running away had been my salvation, but soon after I had changed my mind, I had just turned thirteen by then.

Then on a snowy day she arrived, running away from a rice merchant. When she surprised me in the alley, she took my hand and smilingly disappeared, leaving a bowl of rice in my lap. Within days she returned and between us we took care of each other. Running was not enough, being outcasts implied the need for cunning or we would be beaten to death for stealing food and hiding in an old theater.

I definitely no longer felt alone and on the verge of giving up, although I still had no north. Until the legion came up behind us and grabbed us by the neck. We had been treated like soldiers without mercy, but we had food and a roof over our heads, everything was better than the cold streets. After a while the physical training waned, the intelligence and dexterity tests began and that was where we excelled. He kept smiling at me across the room, his gaze providing encouragement.

Many were crying on the floor and many others gave up. I didn't understand how they preferred returning to the streets to certain death, but it was true that being a beggar didn't break your bones or force you to have discipline. I didn't judge them, I pitied them. At night on the blankets on the floor, I could not close my eyes because of my anxiety, so she would take my hand and stroke my fingers with her thumb and I could finally rest.

On graduation day we were let out of the temple for the first time where we had bled, beaten, trained and almost died. That night developed into more than a kiss. He could shoot accurately at a thousand yards, but with his touch I became ethereal as incense. I trusted his instincts and movements with my life.

The legion had given me a purpose and they had lit a beacon for me in the middle of a tunnel full of insects. It was more than my job, it was the right path to one day exterminate the killers of my family, I wanted them all dead. Today was my birthday and I had been granted to leave for a few hours. A nod was enough and I was able to go out and buy a small lemon pie.

It was ironic, I had wondered where I would be and why I hadn't shown up, but wearing my special kimono I returned after the rain had started to fall. It was funny how the parallelism of humanity worked, while I thought of my parents and the kisses she often left on my singular scarred back, her dagger opened throats, doors and tore the temple apart from the inside out.

Blood had stained the entrance, it was from one of our agonizing companions, her blood-filled lungs had collapsed. I expected an army, a strong group that I had not discovered, but it was only her. Seeing me she touched for the first time her waist the katana she had not unsheathed since the attack had begun.

She smiled, but not disdainfully as usual, she smiled sadly at the sight of my face full of confusion. Without mentioning words his shoulder uncovered, that piece of cloth that hid a burn according to me. But instead it was a tattoo that needed no explanation. To the clan of "The Savages" was where her heart really belonged. The daughter of the leader and the successor of those who murdered my family. She was just an infiltrator who with a smile stabbed us.

Betrayal was little for what my heart felt, I could only exhale resentment. Her skill was the best and you couldn't fight clearly when your blood boils with adrenaline. Sweat soaked my clothes and my forehead, her combat clothes kept her light and determined. She didn't want to talk, I just screamed in full confrontation, hungry for revenge.

At the last minute she knew for sure that she would rather have me bury her katana in my body than beg for mercy with tearful eyes. The multiple wounds on my body traced reddish lines that drop by drop fell on the oak wood floor. Then time paused and on the floor in front of me he sat down. She had always let me win at board games over the years and this for her was no exception. Finally she spoke and said that annihilating those in the temple was her mission, but I was not part of the equation. She gave me a choice, she could let me run away as a favor or try to confront her and declare war on her clan in question.

My breathing was ragged and my tears began to roll down my face, leaving her alive meant my surrender and betrayal left a bitter taste from my throat to my heart. So at the last movement I collapsed for the first time in years. Anger had taken over and in the midst of the dance of our katanas she smiled at me, an "I love you" uttered and as was her custom, she let me win. I couldn't help but gasp as her head rolled to the floor. My only love had become my greatest pain. A cry of despair and immense pain had exploded in the colossal hall.

It had taken me days of research, bribing and waiting, but I was finally on the base of the most hated clan. Those responsible for every person who meant anything to me had taken everything from me for as long as I could remember, but now I was more than ready to finish them off without leaving a soul free by any chance. Here culminated the cycle of a bloody and fatal story. I had trained for this and I would not fail, for my great love had taken the last of my humanity to the grave. I was the last of the fox legion and I would put an end to this war that had taken everything from me.



Fuente/Source

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